Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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Los Misioneros
(Comunicación enviada por el Sr. Sabò, de Burdeos)

Voy a deciros algunas palabras para daros una idea del objetivo que se proponen los Misioneros al dejar la patria y la familia para ir a evangelizar a pueblos ignorantes o feroces, hermanos que son, pero inclinados al mal y desconocedores del bien; o para ir a predicar la mortificación, la confianza en Dios, la oración, la fe, la resignación en el dolor, la caridad, la esperanza de una vida mejor después del arrepentimiento. Preguntaréis, ¿esto es Espiritismo? Sí, almas de élite, que siempre habéis servido a Dios y que fielmente habéis observado sus leyes; que amáis y socorréis a vuestro prójimo: vosotros sois espíritas. Pero no conocéis esta palabra de creación nueva y véis un peligro en la misma. ¡Pues bien! Puesto que la palabra os asusta, no la pronunciemos más delante de vosotros, hasta que vosotros mismos vengáis a pedir este nombre, que resume la existencia de los Espíritus y sus manifestaciones: el Espiritismo. Hermanos amados, ¿qué son los Misioneros junto a las naciones que están en la infancia? Espíritus en misión, enviados por Dios, nuestro Padre, para esclarecer a pobres Espíritus más ignorantes; para enseñarles a esperar en Él, a conocerlo, a amarlo, a ser buenos esposos, buenos padres, buenos para con sus semejantes; para darles, tanto como permita su naturaleza inculta, la idea del bien y de lo bello. Ahora bien, vosotros que os enorgullecéis tanto de vuestra inteligencia, sabed que habéis partido de tan abajo como ellos y que aún tenéis mucho que realizar para llegar al más alto grado. Amigos míos, sin las misiones y los Misioneros, yo os pregunto, ¿en qué se volverían esas pobres personas, abandonadas a sus pasiones y a su naturaleza salvaje? Pero habréis de preguntar: ¿Sois vosotros que, a ejemplo de esos hombres abnegados, iréis a predicar el Evangelio a esos hermanos rudos? No, no seréis vosotros. Tenéis familia, amigos, una posición que no podéis abandonar. No, no seréis vosotros, que gustáis de las ternuras del hogar. No, no seréis vosotros, que tenéis fortuna, honras, en fin, todas las felicidades que satisfacen vuestra vanidad y vuestro egoísmo; no, no seréis vosotros. Son necesarios hombres que dejen el techo paterno y la patria con alegría; hombres que no den excesiva importancia al cuerpo, porque frecuentemente él es cortado a sangre y fuego; son necesarios hombres que estén bien convencidos de que, si van a trabajar en la viña del Señor y regarla con su propia sangre, encontrarán en lo Alto la recompensa de tantos sacrificios. ¿Decid si los materialistas serían capaces de tal abnegación, ellos que nada más esperan de esta vida? Creedme, son Espíritus enviados por Dios. Por lo tanto, no riáis más de aquello que llamáis de tontería, porque ellos son instruidos y, al exponer sus vidas para esclarecer a sus hermanos ignorantes, tienen derecho a vuestro respeto y a vuestra simpatía. Sí, son Espíritus encarnados que tienen la peligrosa misión de cultivar esas inteligencias, como otros Espíritus más elevados tienen como misión hacer que vosotros mismos progreséis.

Amigos míos, lo que acabamos de hacer es Espiritismo; no os asustéis, pues, con esta palabra; sobre todo, no os riáis de Él, porque es el símbolo de la ley universal que rige los seres vivos de la Creación.

ADOLFO, obispo de Argel.