Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

Volver al menú
La Srta. Pauline M...
(Evocación enviada por el Sr. Pichon, médium de Sens)

1. Evocación. –Resp. Estoy aquí, mis buenos amigos.

2. Vuestros padres nos han solicitado que os preguntásemos si sois más feliz que en vuestra existencia terrena; ¿tendríais la amabilidad de decírnoslo? –Resp. ¡Oh, sí! Soy más feliz que ellos.

3. ¿Asistís a menudo a vuestra madre? –Resp. Yo casi no la dejo; pero ella no puede comprender todo el ánimo que le doy; si no fuese eso, ella no estaría tan mal. ¡Ella llora por mí y yo soy feliz! Dios me ha llamado: esto es un favor. Si todas las madres estuviesen bien compenetradas de las luces del Espiritismo, ¡cuánto consuelo tendrían ellas! Decidle a mi pobre madre que se resigne, porque sin esto se alejará de su hija querida. Toda persona que no es dócil a las pruebas que le envía su Creador, falta a los objetivos de sus pruebas. Que ella comprenda bien esto, porque entonces no me volverá a ver tan pronto. Ella me ha perdido materialmente, pero me reencontrará espiritualmente. Por lo tanto, que se apresure en restablecerse para asistir a vuestras sesiones; entonces podré consolarla mejor, y yo misma seré más feliz.

4. ¿Podríais manifestaros a ella de una manera más particular? ¿Podría ella serviros de médium? Así recibiría más consuelos que por nuestro intermedio. –Resp. Que ella tome un lápiz –como vos lo hacéis– y yo intentaré decirle algo. Esto es para nosotros muy difícil cuando no encontramos las disposiciones requeridas para ello.

5. ¿Podríais decirnos por qué Dios os retiró tan joven del seno de vuestra familia, de la cual erais la alegría y el consuelo? –Resp. Volved a leer.

6. ¿Querríais decirnos qué sentisteis en el instante de vuestra muerte? –Resp. Una turbación; yo no creía que estaba muerta. ¡Me dio tanta pena dejar a mi buena madre! Yo no me reconocía; pero cuando entendí lo que sucedía, no fue más la misma cosa.

7. ¿Ahora estáis completamente desmaterializada? –Resp. Sí.

8. ¿Podríais decirnos cuánto tiempo permanecisteis en el estado de turbación? –Resp. Permanecí seis semanas de las vuestras en dicho estado.

9. ¿En qué lugar estabais cuando os reconocisteis? –Resp. Junto a mi cuerpo; vi el cementerio y comprendí.

¡Madre! Yo estoy siempre a tu lado; te veo y te comprendo mucho mejor que cuando tenía mi cuerpo. Por lo tanto, deja de entristecerte, ya que sólo se ha perdido el pobre cuerpo que me habías dado. Tu hija está siempre ahí; no llores más; al contrario, regocíjate: es el único medio de hacerte el bien, y a mí también. Nosotras nos comprenderemos mejor; te diré muchas cosas afables; Dios me lo permitirá; oraremos juntas. Estarás entre estos hombres que trabajan para el bien de la Humanidad; participarás de sus trabajos; yo te ayudaré: esto servirá para el adelanto de ambas.

Tu hija que te ama,
PAULINE. P. D.

Daréis esto a mi madre; os seré agradecida.

10. ¿Pensáis que la convalecencia de vuestra madre será aún larga? –Resp. Esto dependerá de los consuelos que reciba y de su resignación.

11. ¿Os recordáis de todas vuestras reencarnaciones? –Resp. No; no de todas.

12. La penúltima ¿ha tenido lugar en la Tierra? –Resp. Sí; yo estaba en una gran casa de comercio.

13. ¿En qué época ha sido? –Resp. A principios del reino de Luis XIV.

14. ¿Recordáis algunos personajes de ese tiempo? –Resp. He conocido al duque de Orleáns, porque él se abastecía en nuestra casa de comercio. También he conocido a Mazarino y a una parte de su familia.

15. Vuestra última existencia ¿ha servido mucho para vuestro adelanto como Espíritu? –Resp. No me ha podido servir mucho porque no he sufrido ninguna prueba; en vez de para mí, ha sido para mis padres un motivo de pruebas.

16. Y vuestra penúltima existencia ¿ha sido más provechosa? –Resp. Sí, porque he tenido que pasar por muchas pruebas: los reveses de la fortuna, la muerte de todas las personas que me eran queridas, quedarme sola. Pero al confiar en mi Creador, soporté todo eso con resignación. Decidle a mi madre que haga como yo. ¡Que aquel que le lleve mi consuelo, estreche por mí la mano de todos mis parientes! Adiós.