Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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El ángel Gabriel
Evocación de un Espíritu bueno, por la Sra. de X…, en Soultz, Alto Rin

Soy Gabriel, el ángel del Señor, que me encarga de bendeciros, no por vuestros méritos, sino por los esfuerzos que hacéis para adquirirlos.

La vida debe ser un combate; nunca hay que detenerse, ni dudar jamás entre el bien y el mal; la vacilación proviene de Satanás, es decir, de los Espíritus malos. Por lo tanto, ¡coraje! Cuanto más espinas encontréis en vuestro camino, más esfuerzos necesitaréis para proseguir. Si el mismo fuere sembrado de rosas, ¿qué mérito tendríais delante de Dios? Cada uno tiene su calvario en la Tierra, pero no todos lo pasan con la serena resignación ejemplificada por Jesús. Esa resignación fue tan grande ¡que los ángeles quedaron conmovidos! Y los hombres, ¡difícilmente derraman una lágrima delante de tantos dolores! ¡Oh, cómo es duro el corazón humano! ¿Merecíais semejante sacrificio? ¡Echad vuestro rostro en el polvo e implorad misericordia a Dios, mil veces bueno, mil veces afable y mil veces misericordioso! ¡Oh, Dios mío! Dirigid una mirada sobre Vuestra obra; ¡sin eso ella perecerá! El corazón de los hombres no está a la altura del Vuestro; ellos no pueden comprender este exceso de amor de Vuestra parte. Tened piedad; tened mil veces piedad de sus debilidades. Dadles coraje por medio de pensamientos que sólo pueden provenir de Vos. Bendecidlos, sobre todo, ¡para que den frutos dignos de Vuestra inmensa grandeza!

¡Hosanna en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad!

Es así que he de terminar las palabras que Dios me ha ordenado que os transmitiera.

Sed benditos en el Señor, a fin de que un día despertéis en su seno.