Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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Pueblos: ¡haced silencio!
(Comunicación enviada por el Sr. Sabò, de Burdeos; médium: Sra. de Cazemajoux)

I

¿Hacia dónde corren esos niños vestidos de blanco? La alegría ilumina sus corazones. Ese grupo juguetón va a divertirse en las praderas verdes, donde recogerán muchas flores y perseguirán al brillante insecto que se nutre en sus cálices. Despreocupados y dichosos, ellos no ven más allá del horizonte azul que los rodea; su caída será terrible si no os apresuráis en preparar sus corazones para las enseñanzas espíritas.

Porque los Espíritus del Señor atravesaron las nubes y vienen a enseñaros. Prestad atención a sus voces amigas; escuchad atentamente. Pueblos: ¡haced silencio!

II

Aquéllos se han vuelto grandes y fuertes; la belleza viril de unos, la gracia y el abandono de otras hacen revivir en el corazón de sus padres los dulces recuerdos de una época ya distante; pero la sonrisa que iba a florecer en sus labios marchitados desaparece, para dar lugar a sombrías preocupaciones. Es que también ellos bebieron a grandes tragos en la copa encantada de las ilusiones de la juventud, y el veneno sutil debilitó su sangre, les quitó las fuerzas, envejeció sus rostros, les arrugó la frente, y por eso querían impedir que sus hijos probasen esa copa envenenada. ¡Hermanos! El Espiritismo será el antídoto que debe preservar la nueva generación de sus devastaciones mortales.

Porque los Espíritus del Señor atravesaron las nubes y vienen a enseñaros. Prestad atención a sus voces amigas; escuchad atentamente. Pueblos: ¡haced silencio!

III

Aquéllos han llegado a la edad de la virilidad; se han vuelto hombres. Son serios y graves, pero no son felices; sus corazones están hastiados y no tienen más que una fibra sensible: la de la ambición. Usan toda su fuerza y energía en adquirir bienes terrenales. Para ellos no hay felicidad sin los títulos, los honores y la fortuna. ¡Insensatos! De un instante a otro el ángel de la liberación viene a buscaros y seréis forzados a abandonar todas esas quimeras; sois exiliados a quienes Dios puede llamar a la madre patria a cualquier momento. No construyáis palacios ni monumentos; una tienda, ropa y pan: he aquí lo necesario. Contentaos con esto y ofreced lo superfluo a vuestros hermanos que carecen de abrigo, de ropa y de pan. El Espiritismo viene a deciros que los verdaderos tesoros que debéis adquirir son el amor a Dios y al prójimo; ellos os harán ricos para la eternidad.

Porque los Espíritus del Señor atravesaron las nubes y vienen a enseñaros. Prestad atención a sus voces amigas; escuchad atentamente. Pueblos: ¡haced silencio!

IV

Aquéllos están con sus frentes inclinadas al borde del sepulcro; tienen miedo y gustarían levantar la cabeza, pero el tiempo arqueó sus hombros, dejó rígidos sus nervios y sus músculos y no pueden mirar hacia lo alto. ¡Ah, de cuántas angustias son acometidos! En lo más profundo del alma rememoran su vida inútil y a menudo criminal; el remordimiento los corroe como un buitre hambriento; es que, frecuentemente, en el curso de esta existencia transcurrida en la indiferencia, negaron a su Dios que, al borde de la tumba, les aparece como un vengador inexorable. No temáis, hermanos, y orad. Si Dios, en su justicia, os pune, tendrá en cuenta vuestro arrepentimiento, porque el Espiritismo viene a deciros que la eternidad de las penas no existe y que renacéis para purificaros y expiar. Así, vosotros que estáis cansados del exilio en la Tierra, haced todos los esfuerzos para mejoraros, a fin de no volver más a la misma.

Porque los Espíritus del Señor atravesaron las nubes y vienen a enseñaros. Prestad atención a sus voces amigas; escuchad atentamente. Pueblos: ¡haced silencio!

BYRON