Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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Enseñanzas espontáneas de los Espíritus

Los tres prototipos
(Médium: Sr. Alfred Didier)

Hay en el mundo tres prototipos que serán eternos; grandes hombres han descripto a esos tres prototipos como eran en su tiempo y han intuido que existirían siempre. Esos tres prototipos son: primero Hamlet, que ha dicho: To be or not to be, that is the question; después Tartufo, que balbucea oraciones y que además medita el mal; y por último Don Juan, que dice a todos: No creo en nada. Molière ha encontrado –solamente él– a dos de estos prototipos; denunció a Tartufo y fulminó a Don Juan. Sin la verdad, el hombre está en duda como Hamlet; sin conciencia, el hombre es como Tartufo, y sin corazón, como Don Juan. Es cierto que Hamlet está en duda, pero él busca, es desdichado, la incredulidad lo agobia, sus más suaves ilusiones se alejan a cada día, y ese ideal, esa verdad que él persigue, cae en el abismo como Ofelia y se pierde para siempre para él. Entonces enloquece y muere desesperado; pero Dios lo perdonará, porque tuvo corazón, amó y fue el mundo que le arrebató aquello que quería conservar.

Los otros dos prototipos son atroces, porque son egoístas e hipócritas, cada uno en su género. Tartufo se pone la máscara de la virtud, lo que lo vuelve odioso. Don Juan no cree en nada, ni siquiera en Dios: solamente cree en sí mismo. En este emblema famoso de Don Juan y de la estatua del Comendador, ¿nunca os pareció ver el escepticismo ante las mesas giratorias, o el Espíritu humano corrompido frente a la más brutal manifestación? Hasta el presente, el mundo no ha visto en ello sino una figura completamente humana; ¿creéis que no falta ver y comprender en ello algo más? ¡Cómo el genio inimitable de Molière no tuvo en esta obra el sentimiento del buen sentido sobre los hechos espirituales, como siempre lo tenía para con los defectos de este mundo!

GÉRARD DE NERVAL

Cazotte
(Médium: Sr. Alfred Didier)

Es curioso ver que surge, en medio del materialismo, una reunión de hombres de buena fe para propagar el Espiritismo. Sí, es en medio de las más profundas tinieblas que Dios derrama la luz, y es en el momento en que Él es más olvidado que revela lo mejor, semejante al ladrón sublime del cual habla el Evangelio, que vendrá a juzgar al mundo en el momento en que éste menos lo espera. Pero Dios no viene a vosotros para sorprenderos; al contrario, Él viene a preveniros de que esa gran sorpresa, que debe sobrecoger a los hombres en la muerte, debe ser para ellos funesta o feliz.

Dios me había enviado en medio de una sociedad corrupta. Gracias a la clarividencia, algunas de esas revelaciones que en mi tiempo parecían tan maravillosas, hoy se presentan muy naturales. Todos esos recuerdos no son sino sueños para mí, y –¡alabado sea Dios!– el despertar no ha sido penoso. El Espiritismo nació o, más bien, resucitó en vuestra época; el magnetismo era de mi tiempo. Creed que las grandes luces preceden a las grandes claridades.

El autor de Diable amoureux os recuerda que ya ha tenido el honor de conversar con vosotros, y que será feliz en continuar sus relaciones de amistad.

CAZOTTE

En la sesión siguiente, le fueron dirigidas al Espíritu Cazotte las próximas preguntas:

Al venir espontáneamente la última vez, habéis tenido la amabilidad de decirnos que volveríais de buen grado. Aprovechamos vuestro ofrecimiento para dirigiros algunas cuestiones, si así lo consentís.

1ª) La historia de la famosa cena, en la cual habéis predicho el destino que esperaba a cada invitado, ¿es enteramente verdadera? –Resp. Es verdadera en el sentido de que esta predicción no fue hecha en una sola noche, sino en varias cenas, al final de las cuales yo me divertía en asustar a mis amables invitados con siniestras revelaciones.

2ª) Conocemos los efectos de la doble vista y comprenderíamos que, dotado de esta facultad, hubieseis podido ver cosas distantes, pero que sucedían en ese momento; ¿cómo habéis podido ver cosas futuras que aún no existían, y verlas con precisión? ¿Quisierais decirnos, al mismo tiempo, cómo os fue dada esta previsión? ¿Habéis hablado simplemente como inspirado, sin ver nada, o el cuadro de los acontecimientos anunciados por vos se presentó como una imagen? Tened la bondad de describirnos esto lo mejor posible para nuestra instrucción. –Resp. Hay en la razón del hombre un instinto moral que lo lleva a predecir ciertos acontecimientos. Es verdad que yo era dotado de una gran clarividencia, pero siempre humana, para con los acontecimientos que por entonces se efectuaban; ¿pero creéis que el buen sentido o el sano juicio de las cosas terrenas pueda detallaros, con muchos años de antelación, tal o cual circunstancia? No; a mi sagacidad natural se sumaba una cualidad sobrenatural: la doble vista. Cuando yo revelaba a las personas que me rodeaban las terribles conmociones que tendrían lugar, hablaba evidentemente como un hombre de buen sentido y de lógica. Pero cuando yo veía pequeños detalles de esas circunstancias vagas y generales; cuando yo percibía visiblemente tal o cual víctima, entonces no hablaba más como un simple hombre dotado, sino como un hombre inspirado.

3ª) Independientemente de ese hecho, ¿habéis tenido, durante vuestra existencia, otros ejemplos de previsiones? –Resp. Sí; prácticamente eran todas sobre el mismo asunto; pero, como pasatiempo, yo estudiaba las ciencias ocultas y me ocupaba mucho con el magnetismo.

4ª) Esa facultad de previsión, ¿continuó en el mundo de los Espíritus? Es decir, después de vuestra muerte, ¿aún prevéis ciertos acontecimientos? –Resp. Sí, ese don me quedó mucho más puro.

Nota – Se podría ver aquí una contradicción con el principio que se opone a la revelación del futuro. En efecto, el futuro nos ha sido ocultado por una ley muy sabia de la Providencia, porque ese conocimiento perjudicaría nuestro libre albedrío, llevándonos a descuidar el presente por el futuro. Además, por nuestra oposición, podríamos interferir en ciertos acontecimientos necesarios al orden general; pero cuando esa comunicación puede impulsarnos a facilitar el cumplimiento de una cosa, Dios puede permitir la revelación de la misma en los límites asignados por su sabiduría.

La voz del ángel guardián
(Médium: Srta. Huet)

Todos los hombres son médiums; todos tienen un Espíritu que los dirige hacia el bien, cuando saben escucharlo. Ahora bien, poco importa que algunos se comuniquen directamente con él a través de una mediumnidad en particular, y que otros sólo lo escuchen a través de la voz del corazón y de la inteligencia, pues no por esto deja de ser su Espíritu familiar quien los aconseja. Llamadlo Espíritu, razón, inteligencia, es siempre una voz que responde a vuestra alma y os dicta buenas palabras; pero no siempre las comprendéis. No todos saben obrar según los consejos de la razón, no de esa razón que se arrastra y se rebaja más de lo que camina, que se pierde en la maraña de los intereses materiales y groseros, sino de esa razón que eleva al hombre por encima de sí mismo y lo transporta a regiones desconocidas, llama sagrada que inspira al artista y al poeta, pensamiento divino que eleva al filósofo, fuerza que arrebata a los individuos y a los pueblos, razón que el vulgo no puede comprender, pero que aproxima al hombre de la Divinidad, más que ninguna otra criatura, entendimiento que sabe conducirlo de lo conocido a lo desconocido y que le hace realizar las cosas más sublimes. Por lo tanto, escuchad esa voz interior, ese genio bueno que os habla sin cesar, y llegaréis progresivamente a escuchar a vuestro ángel guardián que os tiende la mano desde lo alto del cielo.
CHANNING

El coqueteo
(Médium: Sra. de Costel)

Hoy nos ocuparemos del coqueteo femenino, que es el enemigo del amor: el coqueteo mata o debilita al amor, lo que es peor. La mujer coqueta se asemeja a un pájaro enjaulado que, a través de sus canciones, atrae a otros pájaros junto a ella. Atrae a los hombres, cuyos corazones se despedazan contra las barras que la encierran. Nos compadecemos más de ella que de ellos; al estar en cautiverio por la estrechez de sus ideas y por la aridez de su corazón, anda en la oscuridad de su conciencia, sin poder jamás ver fulgurar el sol del amor, que sólo brilla para las almas generosas y abnegadas. Es más difícil sentir el amor que inspirarlo; sin embargo, todos se inquietan y sondean el corazón deseado, sin examinar primero si el suyo posee el tesoro codiciado. No, el amor que expresa la sensualidad del amor propio no es amor, así como el coqueteo no es la seducción para un alma elevada. Tenemos razón en reprobar y en suscitar dificultades en esas frágiles relaciones, que son un vergonzoso intercambio de vanidades y de miserias de toda especie; el amor es ajeno a estas cosas, así como el rayo de luz no se ensucia en la basura que él ilumina. Insensatas son las mujeres que no comprenden que su belleza y su virtud son el amor en su sencillez, en el olvido de los intereses personales y en la transmigración del alma que se entrega enteramente al ser amado. Dios bendice a la mujer que ha llevado el yugo del amor, y repele a la que ha hecho de este precioso sentimiento un trofeo a su vanidad, una distracción a su ociosidad o una llama carnal que consume el cuerpo y que deja vacío el corazón.
GEORGES

ALLAN KARDEC