Egoísmo y orgullo (Sociedad Espírita de Sens) Si los hombres se amasen mutuamente, la caridad se practicaría mejor; pero para ello sería necesario que os esforzarais por despojaros de esa coraza que cubre vuestros corazones, a fin de ser más sensibles con los que sufren. La dureza mata los buenos sentimientos. El Cristo no repelía a nadie; el que se dirigía a Él –fuera quien fuese– no era rechazado: socorría tanto a la mujer adúltera como al criminal; nunca temió que su reputación se perjudicara con eso. ¿Cuándo, pues, habréis de tomarlo como modelo de todas vuestras acciones? Si la caridad reinase en la Tierra, el malo no predominaría más sobre ella: huiría avergonzado; se escondería, porque en todas partes estaría fuera de lugar. Entonces el mal desaparecería de la faz de la Tierra: compenetraos bien de esto. Comenzad vosotros mismos a dar el ejemplo; sed caritativos para con todos indistintamente. Esforzaos por adquirir el hábito de no preocuparos más con los que os miran con desdén; creed siempre que ellos merecen vuestra simpatía y dejad a Dios el cuidado de toda justicia, porque cada día, en su Reino, Él separa el buen grano de la cizaña. El egoísmo es la negación de la caridad; ahora bien, sin caridad no habrá paz en la sociedad; os digo más: no habrá seguridad. Con el egoísmo y el orgullo dándose la mano, será siempre una carrera en la que vencerá el más astuto, una lucha de intereses donde son pisoteados los más santos afectos y en la que ni siquiera se respetan los sagrados lazos de familia.
PASCAL