Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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El libertinaje
(Comunicación enviada por el Sr. Sabò, de Burdeos)

La elección de buenos autores es muy útil, y los que ejercen su dominio sobre vosotros, al provocar la imaginación con locas pasiones humanas, no hacen más que corromper el corazón y el Espíritu. En efecto, no es entre los que hacen apología de la orgía, del libertinaje, de la voluptuosidad y de los que preconizan los goces materiales, que se pueden aprender lecciones de mejoramiento moral. Por lo tanto, amigos míos, pensad que si Dios os ha dado pasiones, ha sido con el objetivo de haceros participar de sus designios, y no para satisfacerlas como un animal. Sabed que si consumís vuestra vida en locos placeres, que no dejan más que remordimientos y un vacío en el corazón, no estaréis obrando según los designios de Dios. Si os es permitido la reproducción de la especie humana, es que millares de Espíritus errantes esperan en el espacio la formación de cuerpos de los que tienen necesidad para recomenzar sus pruebas, y que al usar vuestras fuerzas en las indignas voluptuosidades vais contra los propósitos de Dios, y vuestro castigo será grande. Entonces suprimid esas lecturas, de las cuales no recogéis ningún fruto, ni para vuestra inteligencia ni para vuestro perfeccionamiento moral. Que los escritores serios de todos los tiempos y de todos los países os hagan conocer lo bello y el bien; que eleven vuestra alma a través del encanto de la poesía, enseñándoos el empleo útil de las facultades con las cuales os ha dotado el Creador.

FELICIA, hija de la médium.


Nota – ¿No hay algo profundo y sublime en esa idea que da a la reproducción del cuerpo un objetivo tan elevado? Los Espíritus errantes esperan esos cuerpos, de los cuales tienen necesidad para su propio adelanto, y que los Espíritus encarnados están encargados de reproducir, como el hombre espera el producto de la reproducción de ciertos animales para vestirse y alimentarse.

Resalta de eso otra enseñanza de alta gravedad. Si no se admite que el alma ya haya vivido, es absolutamente necesario que ella fuese creada en el momento de la formación y para el uso de cada cuerpo; de donde se deduce que la creación del alma por Dios estaría subordinada al capricho del hombre, y en la mayoría de las veces sería el resultado del libertinaje. ¡Cómo! ¡Todas las leyes religiosas y morales condenan la depravación de las costumbres, y Dios se aprovecharía de esto para crear a las almas! Preguntamos a todo hombre de buen sentido si es admisible que Dios se contradiga en este punto. ¿No sería glorificar el vicio, ya que serviría para el cumplimiento de los designios más elevados del Todopoderoso: la creación de las almas? Que nos digan si esto no sería la consecuencia de la formación simultánea de las almas y de los cuerpos; y aún sería peor si se admitiera la opinión de aquellos que pretenden que el hombre procrea el alma al mismo tiempo que el cuerpo. Al contrario, admitid la preexistencia del alma, y toda contradicción cesa. El hombre solamente procrea la materia del cuerpo; y la obra de Dios –la creación del alma inmortal, que un día debe acercarse a Él– no está sometida al capricho del hombre. Es así que, fuera de la reencarnación, surgen a cada paso dificultades insolubles, y cuando se quiere explicarlas se cae en la contradicción y en el absurdo. También el principio de la unicidad de la existencia corporal, para decidir definitivamente los destinos futuros del hombre, a cada día pierde terreno y partidarios; por lo tanto, podemos decir con seguridad que en poco tiempo el principio contrario será universalmente admitido como el único lógico, el único que está de conformidad con la justicia de Dios, y proclamado por el propio Cristo cuando dijo: En verdad, en verdad os digo que es necesario nacer de nuevo para entrar en el Reino de Dios.