Respuesta de Buffon al vizconde Delaunay
Me invitáis a volver a un debate al cual vivamente rehusé por no tener qué decir; os confieso que prefiero permanecer en el ambiente apacible donde estaba, a exponerme a semejante crítica violenta. En mi época se intercambiaba una broma más o menos ateniense; pero hoy, ¡cielos!, es a latigazos. ¡Gracias!, yo me retiro; ya tengo más de lo que preciso, pues aún estoy todo marcado por los golpes del vizconde. Convengamos que, aunque los mismos me hayan sido aplicados generosamente –demasiado generosamente– por la graciosa mano de una mujer, no son menos dolorosos. ¡Ah, Madame! Me habéis recordado la caridad de manera muy poco caritativa. ¡Vizconde! Sois demasiado temible; depongo las armas y reconozco humildemente mis errores. Concuerdo que Bernardin de Saint-Pierre ha sido un gran filósofo; ¿qué digo?, él ha encontrado la piedra filosofal, mientras que yo soy y he sido ¡un monótono recopilador! Entonces, ¿estáis contenta ahora? Vamos, sed gentil y de aquí en adelante no me humilléis más así; de lo contrario, obligaréis a un gentilhombre –amigo de nuestro Grupo Parisiense– a dejar su lugar, lo que no haría sin gran pesar, porque uno también debe aprovechar las enseñanzas espíritas y conocer lo que aquí sucede.
¡Ah, cuidado! Hoy escuché el relato de fenómenos tan extraños, que en mi tiempo serían quemados vivos –como hechiceros– los protagonistas y hasta los narradores de esos acontecimientos. Dicho sea entre nosotros, ¿serán realmente fenómenos espíritas? La imaginación de un lado y el interés del otro, ¿no influyen en alguna cosa? Yo no juraría. ¿Qué piensa de eso el espirituoso vizconde? En cuanto a mí, me lavo las manos al respecto. Además, si creo en mi sentido común de naturalista –por más que me llamen naturalista de gabinete–, los fenómenos de esa orden sólo ocurren muy raramente. ¿Queréis mi opinión sobre el asunto de La Habana? ¡Pues bien! Hay una camarilla de gente mal intencionada que tiene todo el interés en desprestigiar la propiedad, a fin de que pueda ser vendida a precio vil, y existen propietarios miedosos y tímidos, espantados con una fantasmagoría muy bien montada. En cuanto al lagarto, me acuerdo bien de haber escrito su historia, pero confieso que nunca los he encontrado graduados por la Facultad de Medicina. Hay ahí un médium con cerebro débil, que extrajo de su imaginación hechos que, en suma, no eran reales.
BUFFON
Nota – Este último párrafo hace alusión a dos hechos contados en la misma sesión, cuyo relato, por falta de espacio, postergaremos para otro número. Buffon da espontáneamente su opinión al respecto.