La Tierra Prometida (Comunicación enviada por el Sr. Rodolphe, de Mulhouse) El Espiritismo despunta y, en breve, su fecunda luz va a iluminar el mundo; su magnífico brillo ha de expresar su protesta contra los ataques de los que están interesados en conservar los abusos y contra la incredulidad del materialismo. Aquellos que dudan se sentirán felices por encontrar en esta Doctrina nueva, tan bella y tan pura, el bálsamo consolador que los curará de su escepticismo y que los volverá aptos para mejorarse y para progresar como todas las demás criaturas. Privilegiados serán los que, al renunciar a las impurezas de la materia, levanten vuelo rápido hasta la cumbre de las ideas más puras y los que busquen desmaterializarse completamente.
¡Pueblos! Levantaos para presenciar la aurora de esta vida nueva, que viene para vuestra regeneración; que viene –enviada por Dios– para uniros en una santa comunión fraternal. ¡Oh! ¡Cuán felices serán los que, al escuchar esta voz bendita del Espiritismo, sigan su bandera y cumplan el apostolado, que debe reconducir a los hermanos que se extraviaron por la duda y por la ignorancia, o que se embrutecieron por el vicio!
Volved, ovejas extraviadas, volved al redil; levantad la cabeza, contemplad a vuestro Creador y rendiréis homenaje a su amor por vosotros. Retirad rápidamente el velo que os ocultaba al Espíritu de la Divinidad y admirad toda su bondad; postrad vuestro rostro contra la tierra y arrepentíos. El arrepentimiento os abrirá las puertas de la felicidad: las puertas de un mundo mejor, donde reinan el más puro amor, la más entrañable fraternidad y donde cada uno siente alegría en la alegría del prójimo.
¿No sentís que se aproxima el momento en que han de surgir cosas nuevas? ¿No sentís que la Tierra está en trabajo de parto? ¿Qué quieren esos pueblos inquietos, que se agitan y que se preparan para la lucha? ¿Por qué van a combatir? Para romper las cadenas que detienen el vuelo de su inteligencia; que agotan sus fuerzas; que siembran la desconfianza y la discordia; que arman al hijo contra su padre y al hermano contra su hermano; que corrompen las nobles aspiraciones y que matan al genio. ¡Oh, libertad! ¡Oh, independencia!, nobles atributos de los hijos de Dios, que expandís el corazón y eleváis el alma: es por vosotras que los hombres se vuelven buenos, grandes y generosos; es por vosotras que nuestras aspiraciones se dirigen hacia el bien; es por vosotras que la injusticia desaparece, que los odios se extinguen y que la discordia huye avergonzada, apagando su flama y temiendo irradiar sus destellos tan siniestros. ¡Hermanos! Escuchad la voz que os dice: ¡Marchad! ¡Marchad hacia ese objetivo que veis allí despuntar! Marchad hacia este brillante rayo de luz que está delante vuestro, como sucedió antaño con la columna luminosa delante del pueblo de Israel; ese brillante rayo de luz os conducirá a la verdadera
Tierra Prometida, donde reina la eterna felicidad, reservada a los Espíritus puros. Armaos de virtudes; purificaos de vuestras impurezas y, entonces, el camino os parecerá fácil, hallándolo cubierto de flores; lo recorreréis con un inefable sentimiento de alegría, porque a cada paso comprenderéis que os acercáis al objetivo donde podréis conquistar los laureles eternos.
MARDOQUEO