Comentarios sobre el dictado publicado con el título: El despertar del Espíritu En una comunicación que el Espíritu Georges dictó a la Sra. de Costel, y que fue publicada en la
Revista de 1860, página 324, con el título:
El despertar del Espíritu, él dice:
No hay comunicaciones amistosas entre los Espíritus errantes; aquellos mismos que se han amado no intercambian señales de reconocimiento. Esta teoría ha causado en muchas personas una impresión muy penosa, ya que los lectores de la
Revista consideran a este Espíritu como elevado, y
han admirado la mayoría de sus comunicaciones. Si esta teoría fuese absoluta, estaría en contradicción con lo que frecuentemente ha sido dicho, que en el momento de la muerte los Espíritus amigos vienen a recibir al recién llegado, ayudándolo a desprenderse de los lazos terrenos y, en cierto modo, iniciándolo en su nueva vida. Por otro lado, si los Espíritus inferiores no se comunicasen con los Espíritus más adelantados, no podrían mejorarse.
Hemos procurado refutar esas objeciones en un artículo de la
Revista de 1860, página 342, con el título:
Relaciones afectuosas de los Espíritus; pero he aquí el comentario que, a nuestro pedido, ha dado el propio Georges sobre su comunicación:
«Cuando un hombre es sorprendido por la muerte en los hábitos materialistas de una existencia en la que nunca se hizo tiempo para ocuparse de Dios; cuando llega al mundo de los Espíritus, aún lleno de angustias y de miedos terrenos, se asemeja a un viajero que ignora el idioma y las costumbres del país que visita. Inmerso en la turbación, él es incapaz de comunicarse y de comprender sus propias sensaciones, ni las de los otros; deambula envuelto en silencio. Entonces siente que pensamientos desconocidos germinan, surgen y se desarrollan lentamente, y una nueva alma florece en la suya. Al llegar a este punto, el alma cautiva siente que se sueltan sus ataduras y, como un pájaro puesto en libertad, se eleva hacia Dios, gritando de alegría y de amor; entonces se juntan a su alrededor los Espíritus de sus parientes, los amigos purificados que silenciosamente lo habían recibido en su regreso. Son en pequeño número los que pueden, inmediatamente después que el alma se desprendió del cuerpo, comunicarse con los amigos que reencuentran; es necesario
tener méritos, y solamente los que han cumplido gloriosamente sus últimas migraciones es que, desde el primer momento, se encuentran lo bastante desmaterializados como para gozar ese favor que Dios concede como recompensa.
«He presentado una de las fases de la vida espírita; de ninguna manera quise generalizar y, como se ve, sólo he hablado del estado de los primeros instantes que siguen a la muerte, y este estado puede durar más o menos tiempo, según la naturaleza del Espíritu. Depende de cada uno abreviarlo, desprendiéndose de los lazos terrenos desde la vida corporal, porque no es sino el apego a las cosas materiales que impide gozar la felicidad de la vida espiritual.»
GEORGES
Nota – Nada es más moral que esta doctrina, porque muestra que ninguno de los gozos que nos promete la vida futura es conseguido sin tener méritos; que la propia felicidad de volver a ver a los seres queridos, y de conversar con ellos, puede ser postergada. En una palabra, que nuestra situación en la vida espiritual será, como en todas las cosas, lo que hagamos con nuestra conducta en la vida corporal.