Disertaciones y enseñanzas espíritas
A través de dictados espontáneos
Muchos son los llamados y pocos los escogidos (Comunicación obtenida por el Sr. d’Ambel, médium de la Sociedad) Esta máxima evangélica debe aplicarse con mucha más razón a los tiempos actuales que a los primeros tiempos del Cristianismo.
En efecto, ¿no escucháis ya el rugir de la tempestad que debe arrasar con el viejo mundo y disipar en la nada el conjunto de las iniquidades terrestres? ¡Ah!, bendecid al Señor, vosotros que habéis depositado vuestra fe en su soberana justicia y que, como nuevos apóstoles de la creencia revelada por las voces proféticas superiores, vais a predicar el dogma nuevo de la
reencarnación y de la elevación de los Espíritus, conforme hayan cumplido bien o mal sus misiones y según hayan soportado sus pruebas terrenas.
¡No temáis! Las lenguas de fuego están sobre vuestras cabezas. ¡Oh, adeptos del Espiritismo, vosotros sois los elegidos de Dios! Id y predicad la palabra divina. Ha llegado la hora en que, para su propagación, debéis sacrificar vuestros hábitos, vuestros trabajos y vuestras ocupaciones fútiles. Id y predicad; los Espíritus de lo Alto están con vosotros. Por cierto hablaréis a personas que no querrán escuchar la voz de Dios, porque esta voz les recuerda incesantemente la abnegación; predicaréis el desinterés a los avaros, la abstinencia a los disolutos, la mansedumbre a los tiranos domésticos, como también a los déspotas: palabras perdidas, ya lo sé; ¡pero qué importa! Es preciso que reguéis con vuestro sudor el terreno en que habréis de sembrar, porque únicamente fructificará y producirá con los esfuerzos reiterados de la azada y del arado evangélico. ¡Id y predicad!
Sí, todos vosotros, hombres de buena fe, que estáis conscientes de vuestra inferioridad al contemplar los mundos diseminados en el infinito, partid en cruzada contra la injusticia y la iniquidad. Id y destruid ese culto al becerro de oro, que cada día se hace más invasor. Id, ¡Dios os guía! Hombres sencillos e ignorantes: vuestras lenguas se desatarán y hablaréis como ningún orador lo ha hecho. Id y predicad, que los pueblos atentos recibirán con felicidad vuestras palabras de consuelo, de fraternidad, de esperanza y de paz.
¡Qué importan las emboscadas que os tenderán en el camino! Sólo los lobos caen en las trampas para lobos, porque el pastor sabe defender a sus ovejas contra los carniceros sacrificadores.
Id, hombres, que ante Dios sois grandes, pues más dichosos que santo Tomás, creéis sin pedir ver, y aceptáis los hechos de la mediumnidad aunque no hayáis podido obtenerlos a través de vosotros mismos; id, el Espíritu de Dios os guía.
Por lo tanto, ¡marchad hacia delante, falange imponente por vuestra fe y por vuestro pequeño número! ¡Marchad! Los numerosos batallones de incrédulos se dispersarán ante vos, como la niebla de la mañana se desvanece ante los primeros rayos del sol naciente.
La fe es la virtud que transporta montañas, os ha dicho Jesús; pero más pesados que las más pesadas montañas, yacen en el corazón de los hombres la impureza y todos los vicios derivados de la misma. Partid, pues, con coraje para remover esa montaña de iniquidades que las generaciones futuras no deben conocer sino como una leyenda, del mismo modo que vosotros conocéis muy imperfectamente los períodos anteriores a la civilización pagana.
Sí, las conmociones morales y filosóficas van a manifestarse en todos los puntos del globo; se aproxima la hora en que la luz divina resplandecerá en los dos mundos.
Por lo tanto, id y llevad la palabra divina: a los grandes, que la desdeñarán; a los científicos, que exigirán pruebas; a los pequeños y a los simples, que la aceptarán, porque es principalmente entre los mártires del trabajo –en esta expiación terrena– que encontraréis el fervor y la fe. Id, pues éstos recibirán con himnos de gratitud y de alabanzas a Dios el consuelo santo que les llevaréis, y se inclinarán agradeciendo la parte que les toca con relación a sus miserias terrestres.
¡Que vuestra falange se arme, pues, con decisión y coraje! ¡Manos a la obra! El arado está listo y la tierra preparada: es necesario arar.
Id y agradeced a Dios la gloriosa tarea que os ha confiado; pero tened en cuenta que entre los llamados al Espiritismo, muchos se han desviado; por lo tanto, estad atentos a vuestro camino y seguid la senda de la verdad.
Preg. Si entre los llamados al Espiritismo muchos se han desviado, ¿a través de qué señales reconoceremos a los que están en la buena senda? –
Resp. Los reconoceréis por los principios de la verdadera caridad que profesen y que practiquen; vosotros los reconoceréis por el número de afligidos que hayan consolado; los reconoceréis por su amor al prójimo, por su abnegación, por su desinterés personal; en fin, los reconoceréis por el triunfo de sus principios, porque Dios quiere el triunfo de su ley. Los que siguen su ley son sus escogidos, y Él les dará la victoria; pero los que hayan falseado el espíritu de esta ley para satisfacer su vanidad y su ambición, sufrirán las consecuencias.
ERASTO, ángel guardián del médium.
Ocupaciones de los Espíritus (Médium: Sra. de Costel)
Las ocupaciones de los Espíritus del segundo orden consisten en prepararse para las pruebas que tendrán que enfrentar, a través de meditaciones sobre sus existencias pasadas y de observaciones acerca de los destinos humanos, de sus vicios, de sus virtudes y de lo que puede perfeccionarlos o hacerlos fallar. Aquellos que tienen –como yo– la felicidad de tener una misión, se ocupan de la misma con tanto más esmero y amor, que el progreso de las almas que les son confiadas les es contado como un mérito; por lo tanto, ellos se esfuerzan en sugerirles buenos pensamientos, en ayudar sus buenas iniciativas y en alejar a los Espíritus malos, al oponer su influencia serena a las influencias nocivas. Esa interesante ocupación, sobre todo cuando uno es lo bastante feliz como para dirigir a un médium y tener comunicaciones directas, no altera el cuidado y el deber de perfeccionarse.
No creáis que el tedio pueda alcanzar a un ser que sólo vive por el espíritu y cuyas facultades tienden totalmente hacia un objetivo, que él sabe que se encuentra distante pero que es seguro. El tedio resulta del vacío del alma y de la esterilidad del pensamiento; el tiempo, tan pesado para vosotros que lo medís a través de vuestros miedos pueriles o de vuestras frívolas expectativas, no hace sentir su paso a los que no están sujetos a las agitaciones del alma ni a las necesidades del cuerpo. Pasa aún más rápido para los Espíritus puros y superiores, que Dios encarga de la ejecución de sus órdenes y que recorren las esferas en un rápido vuelo.
En cuanto a los Espíritus inferiores, especialmente aquellos que tienen pesadas faltas para expiar, el tiempo se mide por sus pesares, sus remordimientos y sus sufrimientos. De entre ellos, los más perversos buscan escapar haciendo el mal, es decir, sugiriéndolo. Entonces sienten esa amarga y fugaz satisfacción del enfermo que hurga en su herida y que no hace más que aumentar su dolor. Así, sus sufrimientos aumentan de tal manera que fatalmente terminan buscando el remedio, que no es otro sino volver al bien.
Los pobres Espíritus, que han sido culpables por su debilidad o por su ignorancia, sufren su inutilidad y su aislamiento. Se lamentan por su envoltura terrena, sea cual fuere el dolor que les haya causado; se rebelan y se desesperan hasta el momento en que perciben que solamente la resignación y una firme voluntad de volver al bien pueden aliviarlos; se calman y comprenden que Dios no abandona a ninguna de sus criaturas.
MARCILLAC (Espíritu familiar)
El libertinaje (Comunicación enviada por el Sr. Sabò, de Burdeos)
La elección de buenos autores es muy útil, y los que ejercen su dominio sobre vosotros, al provocar la imaginación con locas pasiones humanas, no hacen más que corromper el corazón y el Espíritu. En efecto, no es entre los que hacen apología de la orgía, del libertinaje, de la voluptuosidad y de los que preconizan los goces materiales, que se pueden aprender lecciones de mejoramiento moral. Por lo tanto, amigos míos, pensad que si Dios os ha dado pasiones, ha sido con el objetivo de haceros participar de sus designios, y no para satisfacerlas como un animal. Sabed que si consumís vuestra vida en locos placeres, que no dejan más que remordimientos y un vacío en el corazón, no estaréis obrando según los designios de Dios. Si os es permitido la reproducción de la especie humana, es que millares de Espíritus errantes esperan en el espacio la formación de cuerpos de los que tienen necesidad para recomenzar sus pruebas, y que al usar vuestras fuerzas en las indignas voluptuosidades vais contra los propósitos de Dios, y vuestro castigo será grande. Entonces suprimid esas lecturas, de las cuales no recogéis ningún fruto, ni para vuestra inteligencia ni para vuestro perfeccionamiento moral. Que los escritores serios de todos los tiempos y de todos los países os hagan conocer lo bello y el bien; que eleven vuestra alma a través del encanto de la poesía, enseñándoos el empleo útil de las facultades con las cuales os ha dotado el Creador.
FELICIA, hija de la médium.
Nota – ¿No hay algo profundo y sublime en esa idea que da a la reproducción del cuerpo un objetivo tan elevado? Los Espíritus errantes esperan esos cuerpos, de los cuales tienen necesidad para su propio adelanto, y que los Espíritus encarnados están encargados de reproducir, como el hombre espera el producto de la reproducción de ciertos animales para vestirse y alimentarse.
Resalta de eso otra enseñanza de alta gravedad. Si no se admite que el alma ya haya vivido, es absolutamente necesario que ella fuese creada en el momento de la formación y para el uso de cada cuerpo; de donde se deduce que la creación del alma por Dios estaría subordinada al capricho del hombre, y en la mayoría de las veces sería el resultado del libertinaje. ¡Cómo! ¡Todas las leyes religiosas y morales condenan la depravación de las costumbres, y Dios se aprovecharía de esto para crear a las almas! Preguntamos a todo hombre de buen sentido si es admisible que Dios se contradiga en este punto. ¿No sería glorificar el vicio, ya que serviría para el cumplimiento de los designios más elevados del Todopoderoso: la creación de las almas? Que nos digan si esto no sería la consecuencia de la formación simultánea de las almas y de los cuerpos; y aún sería peor si se admitiera la opinión de aquellos que pretenden que el hombre procrea el alma al mismo tiempo que el cuerpo. Al contrario, admitid la preexistencia del alma, y toda contradicción cesa. El hombre solamente procrea la materia del cuerpo; y la obra de Dios –la creación del alma inmortal, que un día debe acercarse a Él– no está sometida al capricho del hombre. Es así que, fuera de la reencarnación, surgen a cada paso dificultades insolubles, y cuando se quiere explicarlas se cae en la contradicción y en el absurdo. También el principio de la unicidad de la existencia corporal, para decidir definitivamente los destinos futuros del hombre, a cada día pierde terreno y partidarios; por lo tanto, podemos decir con seguridad que en poco tiempo el principio contrario será universalmente admitido como el único lógico, el único que está de conformidad con la justicia de Dios, y proclamado por el propio Cristo cuando dijo: En verdad, en verdad os digo que es necesario nacer de nuevo para entrar en el Reino de Dios.
Acerca del periespíritu
Dictado espontáneo sobre un debate que acababa de ocurrir en la Sociedad, acerca de la naturaleza del Espíritu y del periespíritu; médium: Sr. A. Didier
Acompañé con interés el debate que se estableció hace poco y que os ha suscitado grandes dificultades. Sí, faltan a las palabras color y forma para describir al periespíritu y su verdadera naturaleza; pero una cosa es cierta: lo que unos llaman periespíritu no es sino lo que otros llaman envoltura fluídica, material. Cuando se debate semejantes cuestiones, no son las frases que se debe buscar, sino las palabras. Para hacerme comprender de una manera más lógica, diré que ese fluido es la perfectibilidad de los sentidos y la extensión de la visión y de las ideas; hablo aquí de los Espíritus elevados. En cuanto a los Espíritus inferiores, los fluidos terrestres son aún completamente inherentes a ellos; por lo tanto, es materia, como veis; de ahí los sufrimientos del hambre, del frío, etc., sufrimientos que no pueden alcanzar a los Espíritus superiores, puesto que los fluidos terrestres son depurados alrededor del pensamiento, es decir, del alma. Para su progreso, el alma tiene siempre necesidad de un agente; el alma sin agente no es nada para vosotros o, mejor dicho, no puede ser concebida por vosotros. Para nosotros –Espíritus errantes–, el periespíritu es el agente por el cual nos comunicamos con vosotros, ya sea indirectamente a través de vuestro cuerpo o de vuestro periespíritu, o directamente a través de vuestra alma; de ahí los infinitos matices de médiums y de comunicaciones. Ahora resta el punto de vista científico, es decir, la propia esencia del periespíritu: esto es otro asunto; primero comprended moralmente. No resta más que un análisis acerca de la naturaleza de los fluidos, lo que por el momento es inexplicable; la Ciencia no conoce lo suficiente, pero llegará a ello si la misma quisiere marchar con el Espiritismo.
El ángel Gabriel
Evocación de un Espíritu bueno, por la Sra. de X…, en Soultz, Alto Rin
Soy Gabriel, el ángel del Señor, que me encarga de bendeciros, no por vuestros méritos, sino por los esfuerzos que hacéis para adquirirlos.
La vida debe ser un combate; nunca hay que detenerse, ni dudar jamás entre el bien y el mal; la vacilación proviene de Satanás, es decir, de los Espíritus malos. Por lo tanto, ¡coraje! Cuanto más espinas encontréis en vuestro camino, más esfuerzos necesitaréis para proseguir. Si el mismo fuere sembrado de rosas, ¿qué mérito tendríais delante de Dios? Cada uno tiene su calvario en la Tierra, pero no todos lo pasan con la serena resignación ejemplificada por Jesús. Esa resignación fue tan grande ¡que los ángeles quedaron conmovidos! Y los hombres, ¡difícilmente derraman una lágrima delante de tantos dolores! ¡Oh, cómo es duro el corazón humano! ¿Merecíais semejante sacrificio? ¡Echad vuestro rostro en el polvo e implorad misericordia a Dios, mil veces bueno, mil veces afable y mil veces misericordioso! ¡Oh, Dios mío! Dirigid una mirada sobre Vuestra obra; ¡sin eso ella perecerá! El corazón de los hombres no está a la altura del Vuestro; ellos no pueden comprender este exceso de amor de Vuestra parte. Tened piedad; tened mil veces piedad de sus debilidades. Dadles coraje por medio de pensamientos que sólo pueden provenir de Vos. Bendecidlos, sobre todo, ¡para que den frutos dignos de Vuestra inmensa grandeza!
¡Hosanna en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad!
Es así que he de terminar las palabras que Dios me ha ordenado que os transmitiera.
Sed benditos en el Señor, a fin de que un día despertéis en su seno.
Despertad (Sociedad Espírita de París; médium: Sra. de Costel)
Te hablaré de los síntomas y de las predicciones que anuncian por todas partes la llegada de los grandes acontecimientos que nuestro siglo encierra. En su conmovedora bondad, los Espíritus –mensajeros de Dios– advierten al Espíritu de los hombres, como los dolores advierten a la madre de la proximidad del parto. Esas señales, frecuentemente menospreciadas y, por tanto, siempre justificadas, se multiplican al infinito en este momento. ¿Por qué todos sentís que el Espíritu profético agita vuestros corazones y que estremece vuestras conciencias? ¿Por qué las incertidumbres? ¿Por qué los desfallecimientos que turban los corazones? ¿Por qué el despertar del espíritu público que, por todas partes, enarbola su noble bandera? ¿Por qué? Es que los tiempos han llegado; es que el reino del materialismo se tambalea y va a desmoronar; es que los placeres del cuerpo, que en poco tiempo serán dejados a un lado, darán lugar al reino de la idea; es que el edificio social está carmomido y va a dar lugar a la joven y triunfante legión de las ideas espíritas, que fecundarán a las conciencias estériles y a los corazones mudos. Que estas palabras incesantemente repetidas no os encuentren distraídos e indiferentes. Después que el labrador ha sembrado, recoged las valiosas espigas que han de nacer. No
digáis: la vida sigue su curso y su paso normal; nuestros antepasados no han visto nada de lo que hoy es anunciado: nosotros no veremos más que ellos; adoremos lo que ellos han adorado, o más bien reemplacemos la adoración por fórmulas vanas, y todo estará bien. Al hablar así, dormís. Despertad, porque no es la trompeta del juicio final que sonará en nuestros oídos, sino la voz de la verdad; no se trata de la muerte vencida y humillada: se trata de la vida presente, o más bien de la vida eterna. No lo olvidéis, y despertad.
HELVÉTIUS
El genio y la miseria (Sociedad Espírita de París; médium: Sr. Alfred Didier)
Hay una prueba muy grande en la Tierra, sobre la cual debe especialmente apoyarse la moral del Espiritismo: es la terrible prueba del hombre de genio, sobre todo de aquel que está dotado de facultades superiores, preso a las exigencias de la miseria. ¡Ah! Sí; esta prueba moral, esta miseria de la inteligencia, mucho más que la del cuerpo, será el mérito mayor para el hombre que haya cumplido su misión. Comprended esa incesante lucha del talento contra la miseria, esta arpía que se lanza sobre vosotros durante el festín de la vida, semejante al monstruo citado por Virgilio, y que dice a todas sus víctimas: Sois poderosos, pero soy yo la que os mato; soy yo la que envía a la nada los dones de vuestra inteligencia, porque soy la muerte del genio. Yo sé que solamente algunos son vencidos; pero los otros, ¿cuántos son? Hay un pintor de la escuela moderna que ha concebido este asunto de la siguiente manera: Un ser, el genio, cuyas alas se abren y cuya mirada se dirige hacia el sol; que casi levanta vuelo, pero que cae en una roca donde está preso por cadenas de hierro que lo han de retener, quizá para siempre. El hombre que ha visto este sueño tal vez haya sido encadenado también, y quizá después de su liberación se haya acordado de aquellos que estaban aprisionados para siempre en la roca.
GÉRARD DE NERVAL
Transformación (Sociedad Espírita de París; médium: Sra. de Costel)
Vengo a hablarte de la cuestión más importante en esta época de crisis y de transformación. En el momento en que las naciones visten su túnica viril; en el momento en que el cielo develado os muestra a los Espíritus, recorriendo los espacios infinitos, de quienes pensabais que estaban dispersados como moléculas o que servían de alimento a los gusanos; en este momento solemne, es preciso que el hombre –armándose de fe– no ande más a tientas en las tinieblas del personalismo y del materialismo. Como antaño los
pastores, guiados por una estrella, fueron a adorar al Niño Jesús, es necesario que el hombre, guiado por la brillante aurora del Espiritismo, camine finalmente hacia la Tierra Prometida de la libertad y del amor. Es preciso que, al comprender el gran misterio, él sepa que el objetivo armonioso de la naturaleza y su ritmo admirable son los modelos de la humanidad. En esta notable diversidad que confunde a los Espíritus, distinguid la perfecta similitud de relaciones entre las cosas creadas y los seres creados, y que esta poderosa armonía os lleve a todos –hombres de acción, poetas, artistas, obreros– a la unión, en la cual deben integrarse los esfuerzos comunes durante el peregrinaje de la vida. Caravanas azotadas por tempestades y adversidades: tended vuestras manos amigas y marchad con los ojos fijos en un Dios justo, que recompensa de modo centuplicado al que haya aliviado al débil y al oprimido.
GEORGES
La separación del Espíritu (Comunicación enviada por el Sr. Sabò, de Burdeos)
Cuerpo de lodo, foco de corrupción donde se agita el fermento de las pasiones impuras: son los órganos que a menudo arrastran al Espíritu a tomar parte de las sensaciones brutales que se manifiestan en la materia. Cuando el principio de la vida orgánica se extingue por uno de los mil accidentes a los que está sujeto el cuerpo, el Espíritu se desprende de los lazos que lo retenían en su fétida prisión y helo libre en el espacio.
Sin embargo, cuando él es ignorante, y sobre todo cuando es muy culpable, sucede que un espeso velo le oculta las bellezas de la morada donde habitan los Espíritus buenos, y él se ve solo o en compañía de Espíritus malos e inferiores, en un círculo que no le permite percibir dónde se encuentra, ni recordar de dónde viene; entonces, está inquieto, sufrido y se siente mal, hasta que en un tiempo más o menos largo, sus hermanos –los Espíritus– vienen a aclararle su situación y le abren los ojos para que se acuerde del mundo de los Espíritus que habitó, y de los diferentes planetas donde pasará sus diversas encarnaciones. Si procedió bien en la última, esto le abre las puertas de los mundos superiores; pero si la misma fue inútil y llena de iniquidades, él es punido con remordimientos, y después que el Espíritu se ha doblegado ante la cólera de Dios por su arrepentimiento y por la oración de sus hermanos, recomienza su existencia, lo que no es una felicidad, sino un castigo o una prueba.
FERDINAND, Espíritu familiar.
ALLAN KARDEC