EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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CAPÍTULO XIX - PAPEL DEL MÉDIUM EN LAS COMUNICACIONES ESPIRITISTAS
Influencia del Espíritu personal del médium. – Sistema de los médiums inertes.

223. El médium, en el momento que ejerce su facultad, ¿está en un estado perfectamente normal? Está algunas veces en un estado de crisis más o menos pronunciada; esto es lo que le fatiga y por eso tiene necesidad de descanso; pero muchas veces su estado no difiere sensiblemente del estado normal, sobre todo en los médiums escribientes.

2. Las comunicaciones escritas o verbales, ¿pueden también provenir del mismo Espíritu encarnado en el médium? El alma del médium puede comunicarse como la de cualquier otro; si goza de cierto grado de libertad, recobra sus cualidades de Espíritu. Vosotros tenéis la prueba en el alma de las personas vivientes que vienen a visitaros y a menudo se os comunican por la escritura sin que las llaméis. Porque es menester que sepáis que entre los Espíritus que evocáis los hay que están encarnados en la Tierra: entonces os hablan como Espíritus y no como hombres. ¿Por qué quisierais que no fuese lo mismo con la del médium? –¿Esta explicación no parece confirmar la opinión de aquellos que creen que todas las comunicaciones emanan del Espíritu del médium y no de Espíritus extraños? Sólo se engañan porque son absolutos; pues es cierto que el Espíritu del médium puede obrar por sí mismo; pero esta no es una razón para que otros no obren igualmente por su intermedio.

3. ¿Cómo distinguiremos si el Espíritu que responde es el del médium o el de un Espíritu extraño? En la naturaleza de las comunicaciones. Estudiad las circunstancias y el lenguaje y distinguiréis. Sobre todo en el estado de sonambulismo o de éxtasis es cuando el Espíritu del médium se manifiesta, porque entonces es más libre; pero en el estado normal es más difícil. Por lo demás hay respuestas que es imposible atribuirle; por esto os digo que estudiéis y observéis.

Observación. — Cuando una persona nos habla distinguimos fácilmente lo que es suyo o lo que sólo es su eco; lo mismo sucede con los médiums.

4. Puesto que el Espíritu del médium ha podido adquirir, en las existencias anteriores, conocimientos que ha olvidado bajo su cubierta corporal, pero de los que puede acordarse como Espíritu, ¿no puede sacar de su propio fondo las ideas que parecen extralimitar el alcance de su instrucción? Esto sucede muchas veces en estado de sonambulismo o éxtasis; pero, lo repito: hay circunstancias que no permiten la duda; estudiad mucho tiempo y meditad.

5. Las comunicaciones que provienen del Espíritu del médium, ¿son siempre inferiores a las que podrían ser dadas por Espíritus extraños? Siempre no, porque el Espíritu extraño puede ser él mismo, de un orden inferior al del médium, y en tal caso hablar con menos sensatez. Se ve esto en el sonambulismo; porque lo más a menudo es el Espíritu del sonámbulo el que se manifiesta, y por lo mismo el que dice muchas veces cosas muy buenas.

6. ¿El Espíritu que se comunica por un médium, transmite directamente su pensamiento, o bien este pensamiento tiene por intermediario el Espíritu encarnado en el médium? El Espíritu del médium es el intérprete, porque está ligado al cuerpo que sirve para hablar, y que es menester una cadena entre vosotros y los Espíritus extraños que se comunican, así como es necesario un hilo eléctrico para comunicar una noticia a los lejos, y al extremo del hilo una persona inteligente que la recibe y la transmite.

7. El Espíritu encarnado en el médium, ¿ejerce una influencia en las comunicaciones que debe transmitir y que provienen de Espíritu extraños? Sí, porque si no les es simpático puede alterar las respuestas y asimilarlas a sus propias ideas y a sus inclinaciones, pero él no influye a los mismos Espíritus; sólo es un mal intérprete.

8. ¿Es esta la causa de la preferencia que tienen algunos Espíritus por ciertos médiums? No hay otra; buscan el intérprete que simpatiza mejor con ellos y que manifiesta más exactamente su pensamiento. Si entre ellos no hay simpatía, el Espíritu del médium es un antagonista que opone cierta resistencia y viene a ser un intérprete de mala voluntad y muchas veces infiel. Lo mismo sucede entre vosotros, cuando la advertencia de un sabio se transmite por medio de la voz de un atolondrado o de un hombre de mala fe.

9. ¿Se concibe que así suceda con los médiums intuitivos, pero no con los mecánicos? Vosotros no os hacéis bien cargo del papel que juegan los médiums; hay en esto una ley que aún no habéis entendido. Acordaos que para operar el movimiento de un cuerpo inerte, el Espíritu tiene necesidad de una porción de fluido animalizado que toma del médium para animar momentáneamente la mesa, a fin de que ésta obedezca a su voluntad: pues bien: comprended también que para una comunicación inteligente hay necesidad de un intermediario inteligente, y que este intermediario es el Espíritu del médium. – Esto no parece aplicable a lo que se llama mesas parlantes; porque desde que los objetos inertes, como mesas, tablitas o cestitos das respuestas inteligentes, parece que el Espíritu del médium no tiene en ello parte. Esto es un error; el Espíritu puede dar al cuerpo inerte una vida ficticia, momentánea, pero no inteligente; nunca un cuerpo inerte ha sido inteligente. Es, pues, el Espíritu del médium el que recibe el pensamiento sin saberlo y lo transmite poco a poco con la ayuda de los diversos intermediarios.

10. ¿Parece resultar de estas explicaciones que el Espíritu del médium nunca está completamente pasivo? Está pasivo cuando no mezcla sus propias ideas con las del espíritu extraño, pues no es nunca enteramente nulo; su concurso es siempre necesario como intermediario aun en los que vosotros llamáis médiums mecánicos.

11. ¿No hay más garantía de independencia en el médium mecánico que en el médium intuitivo? Sin ninguna duda, y para ciertas comunicaciones es preferente un médium mecánico; pero cuando se conocen las facultades del médium intuitivo, esto viene a ser indiferente, según las circunstancias; quiero decir que hay comunicaciones que requieren menos precisión.

12. Entre los diferentes sistemas que se han emitido para explicar los fenómenos espiritistas, hay uno que consiste en creer que la verdadera mediumnidad está en cuerpo completamente inerte, en la cestita o en el cartón, por ejemplo, que sirve de instrumento; que el Espíritu extraño se identifica con este objeto y no sólo de la vida, sino inteligencia; de aquí viene el nombre de médiums inertes dado a estos objetos; ¿qué pensáis de todo esto? Una sola palabra basta para contestar a esto: si el Espíritu había transmitido la inteligencia al cartón al mismo tiempo que la vida, el cartón escribiría solo, sin el concurso del médium; sería muy singular que el hombre inteligente se volviese máquina, y que un objeto inerte se volviese inteligente. Este es uno de los numerosos sistemas nacidos de una idea preconcebida y que caen, como otros tantos, ante la experiencia y la observación.

13. ¿Un fenómeno bien conocido podría acreditar la opinión de que hay en los cuerpos inertes animados más que la vida, más aun, la inteligencia, es el de las mesas, cestitas, etc., que expresan por su movimiento la cólera o la afección? Cuando un hombre agita un palo con cólera, no es el palo es que está encolerizado, ni la mano que tiene el palo, sino el pensamiento que dirige la mano; las mesas y las cestitas no son más inteligentes que el bastón; no tienen ningún sentimiento inteligente, pero obedecen a una inteligencia; en una palabra, no es el Espíritu el que se transforma en cestita, ni siquiera el que fije en él su domicilio.

14. ¿Si no es racional el atribuir inteligencia a estos objetos, puede considerárseles como una variedad de los médiums, designándoles bajo el nombre de médiums inertes? Esto en cuestión de palabras y poco nos importa, con tal que os entendáis. Sois libres para llamar al hombre un muñeco.

15. Los Espíritus sólo tienen el lenguaje del pensamiento, no tienen el lenguaje articulado; por esto no hay para ellos sino un idioma; según eso podría un Espíritu expresarse por la vía mediúmnica en un lenguaje que no hubiese jamás usado viviendo; y en este caso, ¿de dónde sacaría las palabras de las cuales se sirve? Acabáis de responder a vuestra pregunta diciendo que el Espíritu tiene una sola lengua que es la del pensamiento; esta lengua todos la comprenden, lo mismo los hombres que los Espíritus. El Espíritu errante, dirigiéndose al Espíritu encarnado del médium, no le habla ni francés ni inglés, sino la lengua universal, que es la del pensamiento; para traducir sus ideas en un lenguaje articulado, transmisible, saca sus palabras del vocabulario del médium.

16. Si así fuese, el Espíritu no debería poder expresarse sino en el idioma del médium, mientras que se les ve escribir en idiomas desconocidos de este último; ¿no hay en esto una contradicción? Notad primero que todos los médiums no son igualmente a propósito para esta clase de ejercicio, al mismo tiempo que los Espíritus no se prestan a ello sino accidentalmente, cuando juzgan que puede ser útil; pero para las comunicaciones usuales y de cierta extensión prefieren servirse del lenguaje familiar del médium, porque les presenta menos dificultad material para vencer.

17. La aptitud de ciertos médiums para escribir una lengua que le es extraña, ¿acaso no sería el resultado de que esta lengua les fue familiar en otra existencia, de la que pueden conservar la intuición? Ciertamente puede suceder de este modo, pero esta no es una regla; el Espíritu puede, con algunos esfuerzos, sobrepujar momentáneamente la resistencia material que encuentra; esto es lo que sucede cuando el médium escribe en su propia lengua palabras que no conoce.

18. Una persona que no supiese escribir, ¿podría escribir como médium? Sí; pero se concibe que aun en esto hay una grande dificultad mecánica que vencer, no teniendo la mano la costumbre del movimiento necesario para formar las letras. Lo mismo sucede con los médiums dibujantes que no saben dibujar.

19. Un médium muy poco inteligente, ¿podría transmitir comunicaciones de un orden elevado? Sí, por la misma razón que un médium puede escribir en un idioma que no conoce. La mediumnidad propiamente dicha, es independiente de la inteligencia, así como de las cualidades morales, y a falta de un instrumento mejor puede el Espíritu servirse del que tiene a mano; pero es muy natural que para comunicaciones de cierto orden prefiera el médium que lo ofrece menos dificultades materiales. Hay, además, otra consideración: el idiota muchas veces sólo es idiota por la imperfección de sus órganos, pero su Espíritu puede estar más adelantado de lo que vosotros creéis; tenéis la prueba por ciertas evocaciones de idiotas muertos o vivos.

Observación. — Este es un hecho probado por la experiencia; nosotros hemos evocado varias veces a idiotas vivientes que han dado pruebas patentes de su identidad y respondían de un modo muy sensato y aun superior. Ese estado es un castigo para el Espíritu que sufre por el embarazo en que se encuentra. Un médium idiota puede, pues, algunas veces, ofrecer al Espíritu que quiere manifestarse más recursos de los que se cree. (Véase La Revista Espírita, julio de 1860, artículo sobre la “Frenología” y la “Fisonomía”.

20. ¿De dónde viene la aptitud de ciertos médiums para escribir en verso a pesar de su ignorancia en poesía? La poesía es un lenguaje; pueden escribir en verso así como pueden escribir en un lenguaje que no conocen; además pueden haber sido poetas en otra existencia, y como se os ha dicho ya, los conocimientos adquiridos nunca se pierden para el Espíritu que debe llegar a la perfección en todas las cosas. Entonces lo que ellos supieron les da, sin que lo conozcan, una facilidad que no tienen en el estado ordinario.

21. ¿Sucede lo mismo con aquellos que tienen una aptitud especial para el dibujo y la música? Sí; el dibujo y la música son también modos de expresar el pensamiento; los Espíritus se sirven de los instrumentos que les ofrecen más facilidad.

22. ¿La expresión del pensamiento para la poesía, el dibujo o la música, depende únicamente de la aptitud especial del médium o de la del Espíritu que se comunica? Unas veces del médium, otras del Espíritu. Los Espíritus superiores tienen todas las aptitudes; los Espíritus inferiores tienen conocimientos limitados.

23. ¿Por qué el hombre que tiene un talento superior en una existencia, no lo que tiene en una existencia siguiente? No sucede siempre así porque muchas veces perfecciona en una existencia lo que ha empezado en otra, pero puede suceder que una facultad superior dormite cierto tiempo para dejar a otra más libertad para desarrollarse; es un germen latente que encontrará más tarde, y del que siempre quedan algunas señales, o al menos una vaga intuición.

Aptitud de ciertos médiums para las cosas que no conocen: los idiomas, la música, el dibujo, etc.

224. El Espíritu extraño comprende, sin duda, todos los idiomas, puesto que los idiomas son la expresión del pensamiento, y que el Espíritu comprende por el pensamiento; pero para manifestar este pensamiento es necesario un instrumento; este instrumento es el médium. El alma del médium que recibe la comunicación extraña no puede transmitirla sino por los órganos de su cuerpo; así pues, estos órganos no pueden tener para una lengua desconocida la flexibilidad que tiene para la que les es familiar. Un médium que solo sepa el francés podrá, accidentalmente, dar una respuesta en inglés, por ejemplo, si al Espíritu le place hacerlo; pero los Espíritus que encuentran ya el lenguaje humano demasiado lento en comparación con la rapidez del pensamiento, puesto que abrevian tanto como pueden, se impacientan de la resistencia mecánica que experimentan, y por esto no lo hacen siempre. Es también la razón porque un médium novicio que escriba penosamente y con lentitud aun siendo en su propia lengua, en general no obtiene más que respuestas breves y sin desarrollo; así es que los Espíritus recomiendan también que no se hagan por su intermediario sino preguntas sencillas. Para las de una gran importancia, es preciso un médium formado que no ofrece ninguna dificultad mecánica al Espíritu. Nosotros no tomaríamos, para que vos leyera, un discípulo que deletrease; un buen obrero no se sirve de malas herramientas. Añadamos otra consideración de gran interés por lo que concierne a los idiomas extranjeros. Los ensayos de este género siempre se hacen por curiosidad y de experimento; nada es más antipático a los Espíritus que las pruebas a las cuales se les quiere someter. Los Espíritus superiores jamás se prestan a ello y se van en el momento que quieren hacerlo. Tanto como se complacen en las cosas útiles y formales, les repugna el ocuparse de cosas tontas y sin objeto. Dirán los incrédulos: esto es para convencernos y este fin es útil, puesto que puede ganar adeptos para la causa de los Espíritus. A esto responden ellos: Nuestra causa no necesita a los que tienen demasiado orgullo para creerse indispensables; nosotros llamamos a los que nosotros queremos, y a menudo estos son los más pequeños y los más humildes. ¿Hizo Jesús los milagros que le pedían los escribas? ¿Y de qué hombre se sirvió para revolucionar el mundo? Si queréis convenceros tenéis otros medios que la fuerza; empezad primero por someteros; no está en el orden que el discípulo imponga su voluntad al maestro.

Resulta de eso que, salvas algunas excepciones, el médium manifiesta el pensamiento de los Espíritus por los medios mecánicos que están a su disposición, y que la expresión de este pensamiento puede y aun debe lo más a menudo resentirse de la imperfección de estos medios; así es que el hombre inculto, el labriego, podrá decir las cosas más hermosas, expresar los pensamientos más elevados, los más filosóficos, hablando como un labriego; porque ya se sabe: para los Espíritus el pensamiento lo domina todo. Esto contesta a la objeción hecha por algunos críticos con motivo de la falta de corrección de estilo y de ortografía que puede tenerse que reprochar a los Espíritus, y que pueden provenir del médium, así como del Espíritu. Pararse en semejantes cosas es un trivialidad. No es menos pueril el ocuparse en reproducir estas incorrecciones con una minuciosa exactitud, como lo hemos visto hacer algunas veces.

Pueden pues corregirse sin escrúpulo, a menos que sean un tipo característico del Espíritu que se comunica, en cuyo caso es útil conservarlas como prueba de identidad. De este modo, por ejemplo, hemos visto a un Espíritu escribir constantemente Jule (sin s) hablando de su nieto, porque cuando vivía escribía de este modo y esto que el nieto que servía de médium sabía perfectamente escribir su nombre.

Disertación de un Espíritu sobre el oficio de los médiums.

225. La disertación siguiente, dada espontáneamente por un Espíritu superior, que se ha revelado por las más elevadas comunicaciones, resume de la manera más clara y más completa la cuestión de papel de los médiums.

Cualquiera que sea la naturaleza de los médiums escribientes, mecánicos, semimecánicos o simplemente intuitivos, nuestros procedimientos de comunicación con ellos no varían esencialmente. En efecto, nos comunicamos con los Espíritus encarnados, como con los Espíritus propiamente dichos, por la sola difusión de nuestro pensamiento.

Nuestros pensamientos no tienen necesidad de la palabra para que sean comprendidos por los Espíritus, y todos perciben el pensamiento que deseamos comunicarles con sólo dirigirlo hacia ellos, y esto es en razón de sus facultades intelectuales, es decir, que tal pensamiento puede ser comprendido por algunos, según su adelantamiento, mientras que para otros, no despertándoles este pensamiento ningún recuerdo, ningún conocimiento en el fondo de su corazón o de su cerebro, no es perceptible para ellos. En este caso es Espíritu encarnado que nos sirve de médium es más propio para manifestar nuestro pensamiento a los otros encarnados, aun cuando él no lo comprenda, que un Espíritu desencarnado y poco avanzado no podría hacerlo sin estar obligado a recurrir a su intermediario; porque el ser terrestre pone su cuerpo como instrumento a nuestra disposición, lo que no puede hacer el Espíritu errante.

De este modo, cuando encontramos un médium con el cerebro bien provisto de conocimientos adquiridos en la vida actual y su Espíritu rico de conocimientos anteriores latentes propios para facilitar nuestras comunicaciones, nos servimos de él con preferencia, porque con él, el fenómeno de la comunicación no es mucho más fácil que con un médium cuya inteligencia fuese limitada y cuyos conocimientos anteriores hubiesen quedado insuficientes. Vamos a ver si podemos hacernos comprender por algunas explicaciones limpias y precisas.

Con un médium cuya inteligencia actual o anterior se encuentra desarrollada, nuestro pensamiento se comunica instantáneamente de Espíritu a Espíritu, por una facultad propia a la esencia del mismo Espíritu. En este caso encontramos en el cerebro del médium los elementos propios para dar a nuestro pensamiento la forma de la palabra correspondiendo a este pensamiento, y esto que el médium sea intuitivo, semimecánico o mecánico puro. Por esto cualquiera que sea la diversidad de los Espíritus que comunican con el médium, los dictados que se obtienen por él, aunque procedan de Espíritus diversos, llevan el sello de la forma y el calor personal de este médium. Sí; bien que el pensamiento sea del todo extraño a él, bien que el asunto salga del círculo en el cual se mueve habitualmente, o bien que lo que nosotros queremos decir no provenga de ningún modo de él, no por esto deja de influir menos la forma, por las cualidades y las propiedades que son adecuadas a su individuo. Es absolutamente como cuando vosotros miráis deferentes puntos de vista con anteojos de diferentes matices, verdes, blancos o azules: aun cuando los puntos de vista u objetos mirados estén enteramente opuestos y enteramente independientes los unos de los otros, no por esto afectan menos siempre un tinte que proviene del color de los anteojos. Mejor aún, compararemos los médiums a estas vasijas llenas de líquidos de colores y transparentes que se ven en el mostrador de los farmacéuticos; pues bien: nosotros somos como las luces que iluminamos ciertos puntos de vista morales, filosóficos e internos a través de los médiums, azules, verdes o encarnados, de tal modo que nuestros rayos luminosos, precisados a pasar a través de los cristales, más o menos bien tallados, más o menos transparentes, es decir, por médiums más o menos inteligentes, no llegan sobre los objetos que queremos iluminar sino tomando el tinte, o mejor, la forma propia y particular de estos médiums. En fin, para terminar por la última comparación, nosotros, los Espíritus, somos como los compositores de música, que hemos compuesto o queremos improvisar un aire y no tenemos a la mano sino un piano, un violín, una flauta, un bajo o un silbato de dos cuartos. Es incontestable que con el piano, la flauta o el violín, ejecutaremos nuestro fragmento de una manera muy comprensible para los oyentes; y aun cuando los sonidos proviniendo del piano, del bajo o del clarinete, sean esencialmente diferentes los uno de los otros, nuestra composición será idénticamente la misma, salvo los cambios del sonido. Pero si sólo tenemos a nuestra disposición un silbato o un embudo, esta es nuestra dificultad.

En efecto, cuando nos vemos precisados a servirnos de médiums poco avanzados, nuestro trabajo es más largo y mucho más penoso, porque nos vemos obligados por recurso a tomar formas incompletas, lo que para nosotros es una complicación; porque entonces nos vemos forzados a descomponer nuestros pensamientos y proceder, palabra por palabra, letra por letra, lo que es enojoso y fatigante para nosotros, y una traba real para la prontitud y el desarrollo de nuestras manifestaciones.

Por esto somos felices cuando encontramos médiums bien apropiados, bien útiles, dotados de materiales prontos a funcionar, buenos instrumentos, en una palabra, porque entonces, nuestro periespíritu, obrando sobre el periespíritu que nosotros mediumnizamos, no hay más que dar impulsión a la mano que nos sirve de porta plumas o de lapicero; mientras que, con los médiums insuficientes, estamos obligados a hacer un trabajo análogo al que hacemos cuando nos comunicamos por golpes, es decir, designando letra por letra, palabra por palabra, cada una de las frases que forman la traducción de los pensamientos que queremos comunicar.

Por estas razones nos dirigimos con preferencia a las clases ilustradas e instruidas, para la divulgación del Espiritismo y el desarrollo de las facultades mediúmnicas escritoras, aun cuando entre estas clases se encuentran los individuos más incrédulos, los más rebeldes y los más inmorales. De la misma manera que dejamos hoy a los Espíritus burlones y poco avanzados el ejercicio de las comunicaciones tangibles de golpes y aportes, de la misma manera los hombres poco formales entre vosotros prefieren la vista de los fenómenos que hieren sus ojos y sus oídos, a los fenómenos puramente espirituales, puramente psicológicos.

Cuando queremos proceder por dictados espontáneos obramos sobre el cerebro, sobre el archivo del médium y reunimos nuestros materiales con los elementos que nos proporciona y siempre sin que él lo sepa; es como si tomásemos de su bolsillo las monedas que tuviese en él y las colocáramos siguiendo el orden que nos pereciera más útil.

Pero cuando el médium quiere preguntarnos el mismo de cualquier manera que sea, es bueno que reflexione formalmente a fin de que pueda preguntarnos de un modo metódico, facilitándonos así nuestro trabajo de contestación. Porque, como ya se os ha dicho en una instrucción precedente, vuestro cerebro está, a veces, en un desorden confuso, nos es tan penoso como difícil el movernos en el laberinto de vuestros pensamientos. Cuando las preguntas deben hacerse por terceros, es bueno, es útil que la serie de preguntas sean comunicadas anticipadamente al médium para que éste se identifique con el Espíritu que evoca y se impregne de ellas, por decirlo así, porque nosotros mismos tenemos entonces mucho más facilidad para responder, por la afinidad que existe entre nuestro periespíritu y es del médium que nos sirve de intérprete.

Ciertamente nosotros podemos hablar de matemática por mediación de un médium que parezca no entender nada; pero a veces el Espíritu de este médium posee este conocimiento en estado latente, es decir, personal, al ser fluídico y no al ser encarnado, porque su cuerpo actual es un instrumento rebelde o contrario a este conocimiento, Lo mismo sucede con la astronomía, la poesía, la medicina y los diversos idiomas, así como con todos los otros conocimientos particulares de la especie humana. En fin, tenemos, además, el medio trabajoso de la elaboración con médiums completamente extraños al objeto de que se han tratado, reuniendo las letras y las palabras, como en tipografía.

Así como lo hemos dicho ya, los Espíritus no tienen necesidad de vestir su pensamiento; perciben y comunican los pensamientos por el solo hecho de que existen en ellos. Los seres corporales al contrario no pueden percibir el pensamiento sino revestido. Mientras que la letra, la palabra, el sustantivo, el verbo, la frase, por decirlo de una vez, os son necesarias para percibir aunque sea mentalmente; ninguna forma visible o tangible es necesaria para nosotros. ERASTO Y TIMOTEO.”

Observación. — Este análisis del papel de los médiums, y de los procederes con ayuda de los cuales se comunican los Espíritus, es tan claro como lógico. Se desprende de este principio, que el Espíritu no saca sus ideas, sino los materiales necesarios para expresarlas en el cerebro del médium y que cuanto más este cerebro es rico en materiales, más fácil es la comunicación. Cuando el Espíritu se expresa en un lenguaje que es familiar al médium, encuentra en él las palabras completamente formadas para revestir la idea; si es en una lengua que le es extraña, no encuentra en él las palabras si no sólo y simplemente las letras; por esto el Espíritu está obligado a dictar, por decirlo así, letra por letra, de la misma manera que si nosotros quisiéramos hacer escribir en alemán al que no sabe ni una palabra. Si el médium no sabe leer ni escribir, tampoco posee el don de las letras; entonces es preciso conducirle la mano como a un discípulo; aquí hay una dificultad aun más grande que vencer. Estos fenómenos son , pues, posibles, y se tiene numerosos ejemplos; pero se comprende que ese modo de proceder está poco acorde con la extensión y la rapidez de las comunicaciones, y que los Espíritus deben preferir los instrumentos más fáciles, o como ellos dicen, los médiums bien surtidos a su punto de vista.

Si aquellos que soliciten estos fenómenos como un medio de convicción, hubiesen estudiado con anticipación la teoría, sabrían en qué condiciones excepcionales se producen.