EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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334. Todo lo que hemos dicho sobre las reuniones en general, naturalmente se aplica a las sociedades regularmente constituidas; éstas, sin embargo, tienen que luchar contra algunas dificultades especiales que nacen del mismo lazo que une los miembros. Habiéndosenos pedido algunas veces consejos sobre su organización, los reasumiremos a continuación con pocas palabras.

El Espiritismo que apenas acaba de nacer se aprecia aun diversamente, y es aun poco comprendido en su esencia por un gran número de adeptos, para ofrecer un lazo poderoso entre los miembros de lo que podría llamarse una asociación. Este lazo sólo puede existir entre aquellos que ven en él un objeto moral, lo comprenden y se lo aplican a sí mismos. Entre aquellos que sólo ven en sí hechos más o menos curiosos, no podría establecerse nada formal; poniendo los hechos sobre los principios, una simple divergencia en el modo de verlos pudiera dividirles. No sucede lo mismo con los primeros, porque sobre la cuestión moral no puede haber dos modos de ver; también es de notar que por todas partes en donde éstos se encuentran, una confianza recíproca atrae los unos hacia los otros; la benevolencia mutua que reina entre ellos destierra el disgusto y la violencia que nacen de la susceptibilidad, del orgullo que se resiente de la menor contradicción y del egoísmo, que todo se lo atribuye. Una sociedad en la que reinasen tales sentimientos sin división, en donde se fuera únicamente con el fin de instruirse en la enseñanza de los Espíritus, y no con la esperanza de ver las cosas más o menos interesantes, o para hacer prevalecer su opinión, una sociedad así, decimos, no sólo sería viable, sino que sería indisoluble. La dificultad también de reunir numerosos elementos homogéneos desde este punto de vista, nos obliga a decir que, en interés de los estudios, y por el bien de la doctrina misma, las reuniones espiritistas deben procurar multiplicarse por pequeños grupos, más bien que constituirse en grandes aglomeraciones. Estos grupos correspondiéndose entre sí, visitándose y transmitiéndose sus observaciones pueden desde luego formar el núcleo de la grande familia espirita, que un día fusionará todas las opiniones y unirá a los hombres en un mismo sentimiento de fraternidad sellado por la caridad cristiana.