EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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271. Nos sorprendemos muchas veces con la prontitud con que se presenta un Espíritu evocado, aun por la primera vez; se diría que estaba prevenido; en efecto, esto es lo que tiene lugar cuando uno se ha ocupado anticipadamente de su evocación. Esta preocupación es una especie de evocación anticipada, y como tenemos siempre nuestros Espíritus familiares que se identifican con nuestro pensamiento, preparan el camino de tal modo, que si no hay nada que se oponga, el Espíritu que se quiere evocar está ya presente. En caso contrario, es el Espíritu familiar del médium, o el del evocador, o uno de los que están acostumbrados, el que va a buscarle, y para esto no necesita mucho tiempo. Si el Espíritu evocado no puede venir instantáneamente, el mensajero (los paganos dirían Mercurio) señala un tiempo, algunas veces de cinco minutos, un cuarto de hora, una hora y aun muchos días; cuando ha llegado, entonces dice: Aquí está, y es cuando pueden dirigírsele las preguntas que quieran hacérsele.

El mensajero no es siempre un intermediario necesario, porque el llamamiento del evocador puede ser oído directamente por el Espíritu, como se dirá más adelante número 282, pregunta 5ª., sobre la manera de la transmisión del pensamiento.

Cuando decimos que debe hacerse la evocación en nombre de Dios, entendemos que nuestra recomendación deber ser hecha formalmente y no a la ligera; los que no vieron en ello sino una fórmula sin consecuencia, harían mejor absteniéndose.