EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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148. La escritura directa se obtiene como en general la mayor parte de las manifestaciones espiritistas no espontáneas, por el recogimiento, la oración y la evocación. Se han obtenido muchas veces de estas en las iglesias, sobre las tumbas, al pie de las estatuas o de las imágenes de los personajes que se les llama; pero es evidente que la localidad no tiene otra influencia que provocar mayor recogimiento y concentración del pensamiento; porque está probado que se obtienen igualmente sin estos accesorios y en los parajes más vulgares, sobre un simple mueble doméstico, si uno se encuentra en las condiciones morales requeridas, y si se goza de la facultad mediúmnica necesaria.


Al principio se pretendía que era preciso colocar un lápiz con el papel; el hecho entonces podía explicarse hasta cierto punto. Se sabe que los Espíritus operan el movimiento y cambio de los objetos de un punto a otro, que los cogen y los lanzan algunas veces a través del espacio; podían, pues, del mismo modo coger el lápiz y servirse de él para trazar caracteres; ya que ellos dan el impulso por el intermediario de la mano del médium, de una tablita, etc., podían igualmente hacerlo de una manera directa. Pero no se tardó en reconocer que la presencia del lápiz no era necesaria, y que bastaba un simple pedazo de papel doblado o no, sobre el cual se encuentran, después de algunos minutos, caracteres trazados. Aquí el fenómeno cambia completamente la faz y nos pone en otro orden de cosas enteramente nuevo; estos caracteres se han trazado con alguna sustancia; desde el momento en que no se ha facilitado esta sustancia al Espíritu, debe, pues, haberla hecho él mismo, debe hacerla compuesto. ¿De dónde la ha sacado? Este es el problema.


Si nos queremos atener a las explicaciones dadas en el capítulo VIII, números 127 y 128, encontraremos allí la teoría completa de este fenómeno. En esta escritura, el Espíritu no se sirve ni de nuestras sustancias, ni de nuestros instrumentos; él mismo hace la materia y los instrumentos que le son necesarios, tomando sus materiales en el elemento primitivo universal, al cual hace experimentar, por su voluntad, las modificaciones necesarias para el efecto que quiere producir. Puede, pues, muy bien fabricar lápiz encarnado, tinta de imprenta o tinta ordinaria, así como lápiz negro, los mismo que presentar caracteres tipográficos bastante consistentes para dar un relieve al impreso, así como hemos visto de ello varios ejemplos. La hija de un caballero que conocemos, joven de doce a trece años, obtuvo páginas enteras escritas con una sustancia análoga al pastel.