EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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211. El escollo de la mayor parte de los médiums principiantes está en tener comunicaciones con Espíritus inferiores y deben tenerse por dichosos cuando sólo son Espíritus ligeros. Toda su atención debe fijarse en no dejarles tomar pie, porque una vez han echado el áncora no siempre es fácil desembarazarse de ellos. Este punto es tan capital, sobre todo al principio, que sin las precauciones necesarias puede perderse el fruto de las más bellas facultades.

Lo primero que debe hacerse es ponerse con una fe sincera bajo la protección de Dios y reclamar la asistencia del ángel de la guarda; éste es siempre bueno, mientras que los Espíritus familiares, simpatizando con las buenas o las malas cualidades del médium, pueden ser ligeros y también malos.

Después es preciso dedicarse con un cuidado escrupuloso a reconocer por todos los indicios que suministra la experiencia, la naturaleza de los primeros Espíritus que se comunican, y de los cuales es siempre prudente desconfiar. Si estos indicios son sospechosos, debe hacerse una evocación ferviente al ángel de la guarda, y rechazar con todas sus fuerzas al Espíritu malo, probándole que uno no es su juguete, a fin de desanimarle. Por esto es indispensable el previo estudio de la teoría si se quieren evitar los inconvenientes inseparables de la inexperiencia; sobre este asunto se encontrarán instrucciones muy extensas en los capítulos de “La Obsesión” y de la “Identidad de los Espíritus”. Limitándonos ahora a decir que además del lenguaje se pueden tener como pruebas infalibles de la inferioridad de los Espíritus, todos los signos, figuras, emblemas inútiles o pueriles, toda escritura extravagante, truncada y torcida con intención, de dimensiones exageradas o afectando formas ridículas e inusitadas; la escritura puede ser muy mala, aun poco legible, lo que depende más bien del médium que del Espíritus, sin tener nada de insólito. Hemos visto médiums de tal modo engañados, que medían la superioridad de los Espíritus por la dimensión de los caracteres, dando gran importancia a las letras de molde como caracteres de imprenta, puerilidad evidentemente incompatible con una superioridad real.