128. El Espíritu de San Luis nos ha dado esta solución con
las respuestas siguientes?
1. Hemos citado un caso de aparición del Espíritu de una
persona viva. Este Espíritu tenía una caja de tabaco y tomaba
polvo. ¿Sentía, efectivamente, la impresión del que toma povo en
realidad?
No.
2. Esta caja de tabaco tenía la misma forma que la que él
usaba ordinariamente y que estaba en su casa. ¿Qué era, pues, la
caja de tabaco que tenía este hombre en sus manos?
Una apariencia; sucedió de este modo para que notase la
circunstancia, como lo ha sido, y que la aparición no se tomase
por una alucinación producida por el estado de salud del vidente.
El Espíritu quería que esta señora creyese en la verdad de su
presencia, y tomó todas las apariencias de la realidad.
3. Decís que fue una apariencia; pero una apariencia nada
tiene de real, es como una ilusión de óptica; nosotros quisiéramos
saber: ¿esta caja de tabaco sólo era una imagen sin realidad, o
tenía alguna cosa de material?
Ciertamente: con ayuda de este principio material es como periespíritu toma la apariencia de vestidos semejantes a los que
llevaba el Espíritu cuando vivía.
Observación. – Es evidente que en este caso la palabra apariencia
debe tomarse en el sentido de aspecto, imitación. La casa de tabaco real no
estaba allí; la que tenía el Espíritu sólo fue la representación: era, pues, una
apariencia comparada con el original, aunque formada de un principio
material.
La experiencia nos enseña que no es necesario tomar siempre a la
letra ciertas expresiones empleadas por los Espíritus; interpretándolas según
nuestras ideas, nos exponemos a grandes equivocaciones por esto es
menester profundizar el sentido de la palabra siempre que presenta la menor
ambigüedad; esta recomendación nos la hacen constantemente los mismos
Espíritus. Sin la explicación que hemos provocado, la palabra apariencia
constantemente reproducida en casos análogos, podía dar lugar a una falsa
interpretación.
4. ¿Acaso sería doble la materia inerte? ¿Y habría en el
mundo de los Espíritus una materia esencial que revistiera la forma
de los objetos que vemos? En una palabra, ¿estos objetos tendrían
su doble etéreo en el mundo invisible, así como los hombres están
representados en él por los Espíritus?
Esto no se opera de este modo; el Espíritu tiene sobre los
elementos materiales esparcidos por todas partes en el espacio y
en vuestra atmósfera, una potencia que estáis lejos de adivinar.
Puede a su gusto concentrar estos elementos y darles la forma
aparente acomodada a sus proyectos.
Observación. – Esta cuestión como hemos visto, era la traducción
de nuestro pensamiento, esto es, de la idea que nos habíamos formado sobre
la naturaleza de estos objetos. Si las respuestas fuesen como algunos lo
pretenden, el reflejo del pensamiento, hubiéramos obtenido la confirmación
de nuestra teoría, en lugar de una teoría contraria.
5. Os haré la pregunta de nuevo de una manera categórica,
a fin de evitar todo equívoco.
¿Los vestidos con que se cubren los Espíritus son alguna
cosa?
Me parece que mi respuesta precedente resuelve la cuestión.
¿No sabéis que el mismo periespíritu es también algo?
6. Resulta de esta explicación que los Espíritus hacen sufrir
a la materia etérea transformaciones a su gusto y que de este modo,
por ejemplo, se hizo la caja de tabaco; el Espíritu no la encontró
hecha, sino que la hizo él mismo en el momento que la necesitaba,
por un acto de su voluntad, y que pudo deshacerla; lo mismo debe
ser en cuanto a los otros objetos, tales como vestido, joyas, etc.
Esto es evidente.
7. Esta caja de tabaco fue visible para esta señora, al punto
de hacerla ilusión. ¿Hubiera podido el Espíritu hacerla también
tangible para ella?
Lo hubiera podido.
8. ¿Si hubiese llegado el caso, hubiera podido tomarla en
sus manos, creyendo tener una verdadera caja de tabaco?
Sí.
9. ¿Si la hubiera abierto, probablemente habría encontrando
tabaco; si lo hubiese tomado le hubiera hecho estornudar?
Sí.
Modificación de las propiedades de la materia.
10. ¿El Espíritu puede, pues, dar no sólo la forma, sino las
propiedades especiales?
Si él lo quiere; y en virtud de este principio he respondido
afirmativamente a las preguntas precedentes. Tendréis pruebas
de la poderosa acción que ejerce el Espíritu sobre la materia, lo
que estáis lejos de comprender, como os he dicho ya.
11. Supongamos, pues, que hubiera querido hacer una
sustancia venenosa, y si una persona la hubiese tomado, ¿se hubiera
envenenado?
Lo hubiera podido, pero no lo hubiera hecho; no se le
hubiese permitido.
12. ¿Podría haber hecho una sustancia saludable y propia
para curar una enfermedad, y se ha presentado este caso?
Sí, muy a menudo.
13. Entonces podría hacer una sustancia alimenticia;
supongamos que hubiese hecho un fruto, un manjar cualquiera,
¿se hubiera podido comer y quedar saciado?
Sí, sí; pero no investiguéis tanto para encontrar lo que es
tan fácil de comprender. Basta un rayo de sol para hacer
perceptibles a vuestros órganos groseros estas partículas
materiales que llena el espacio en medio del cual vivís; ¿no sabéis
que el aire contiene vapores de agua? condensadlos, los pondréis
en el estado normal; privadles del calor y he aquí que esas
moléculas impalpables e invisibles vienen a ser un cuerpo sólido
y muy sólido, y muchas otras sustancias de las cuales los químicos
os sacarán maravillas más admirables aún; sólo el Espíritu posee
instrumentos más perfectos que los vuestros: la voluntad y el
permiso de Dios.
Observación. – La cuestión de saciedad es aquí muy importante.
¿Cómo una sustancia que no tiene sino una existencia y propiedades
temporales y en algún modo de convención puede producir la saciedad?
Esta sustancia por su contacto con el estómago, produce la sensación de
saciedad, pero no la saciedad resultante de la plenitud. Si tal sustancia puede
obrar sobre la economía y modificar un estado mórbido, puede del mismo
modo obrar también sobre el estómago y en ello producir el sentimiento de
la saciedad. Rogamos, sin embargo, a los señores farmacéuticos y fondistas
que no conciban celos, ni crean que los Espíritus vengan a hacerles la
competencia; estos casos son raros, excepcionales, y no despenden jamás
de la voluntad; de otro modo se alimentaría y curaría a muy poco precio.
14. ¿Los objetos hechos tangibles por la voluntad del
Espíritu, podrían tener un carácter de permanencia y de estabilidad,
y venir a ser usuales? Esto se podría, pero no se hace; está fuera de las leyes.
15. ¿Todos los Espíritus tienen en el mismo grado el poder
de producir objetos tangibles?
Es cierto que cuanto más elevado está el Espíritu, más
fácilmente lo obtiene; pero aun esto depende de las circunstancias;
los Espíritus inferiores pueden obtener este poder.
16. ¿El Espíritu sabe siempre cómo produce ya sean sus
vestidos, y sean los objetos de los cuales ofrece la apariencia?
No; muchas veces concurre a su formación por un acto
instintivo que él mismo no comprende, si no es bastante ilustrado
para esto.
17. ¿Si el Espíritu puede tomar en el elemento universal los
materiales para hacer todas estas cosas, darles una realidad
temporal con sus propiedades, puede también sacar del él lo que
necesite para escribir, y por consecuencia esto nos parece que da
la llave del fenómeno de la escritura directa?
¡Por fin hemos llegado a donde queríais!
Observación. – Aquí era en efecto adonde queríamos venir a parar
con todas nuestras preguntas preliminares; la respuesta prueba que el Espíritu
había leído nuestro pensamiento.
18. ¿Si la materia de que se sirve el Espíritu no tiene
persistencia, cómo es que las señales de la escritura directa no
desaparecen?
No censuréis las palabras; en primer lugar que yo no he
dicho: jamás; se trataba entonces de un objeto material
voluminoso; ahora se trata de caracteres trazados que siendo útil
conservarles se les conserva. He querido decir que los objetos
compuestos de este modo por el Espíritu no podrían llegar a ser
objetos usuales porque en realidad no hay agregación de materia
como en vuestros cuerpos sólidos.