EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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18. El deseo muy natural y muy laudable de todo adepto, deseo que todo sería poco para alentar, es el de hacer prosélitos. Con la mira de facilitar su tarea, nos proponemos examinar aquí la marcha más segura, según nosotros, para alcanzar este objeto, a fin de ahorrarles esfuerzos inútiles.


Hemos dicho que el Espiritismo es toda una ciencia, toda una filosofía; aquél que quiera reconocerla seriamente, debe, pues, como primera condición, dedicarse a un estudio serio, y persuadirse que, más que ninguna otra ciencia, no puede aprenderse jugando. Ya hemos dicho también, que el Espiritismo toca todas las cuestiones que interesan a la Humanidad; su campo es inmenso, y sobre todo debe considerárselo por sus consecuencias. Sin duda, la creencia en los Espíritus forma la base, pero no basta para hacer un espiritista ilustrado, como la creencia en Dios no basta para hacer un téologo. Veamos, pues, de que manera conviene proceder en esta enseñanza para que conduzca con más seguridad a la convicción.


No deben asustarse los adeptos por esta palabra enseñanza; la enseñanza desde la cátedra o de la tribuna no es la única; hay también la de la simple conversación. Toda persona que quiere persuadir a otra, ya por la vía de las explicaciones, ya por la de las experiencias, también enseña; lo que nosotros deseamos, es que su trabajo dé fruto, y para esto nos sentimos en el deber dar algunos consejos, de los cuales podrán igualmente aprovecharse aquellos que quieran instruirse por sí mismos; aquí encontrarán el medio de llegar más pronto y con más seguridad al objeto.