EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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153. Hemos dicho que una persona dotada de una aptitud especial puede imprimir un movimiento de rotación a una mesa o a un objeto cualquiera; tomemos, en lugar de una mesa, una pequeña cestita de quince a veinte centímetros de diámetro (que sea de madera o de mimbre poco importa, la sustancia es indiferente). Si a través del fondo de esta cestita se hace pasar un lápiz sujetado sólidamente, la punta por fuera y hacia abajo, y que se mantenga en todo en equilibrio sobre la punta del lápiz, colocado el mismo sobre una hoja de papel, poniendo los dedos sobre los bordes de la cestita, ésta tomará su movimiento; pero en lugar de girar paseará el lápiz en sentido diverso sobre el papel, formando ya sean trazos insignificantes, ya sean caracteres de escritura. Si se evoca a un Espíritu y quiere comunicarse, responderá no ya por golpes, como en la typtología, sino por palabras escritas. El movimiento de la cestita no es ya automático como en las mesas giratorias; viene a ser inteligente. En esta disposición el lápiz, llegado al extremo de la línea, no vuelve sobre sí mismo para empezar otra; continúa circularmente de tal modo que la línea de escritura forme una espiral y que es preciso volver muchas veces el papel para leer lo que está escrito. La escritura obtenida de este modo no siempre es muy legible, porque las palabras no están separadas; pero el médium, por una especie de intuición, las descifra fácilmente. Por sistema de economía se puede sustituir la pizarra y el pizarrín al papel y al lápiz ordinario. Nosotros designaremos esta cestita bajo el nombre de cestita trompo. A la cestita se sustituye algunas veces un cartón bastante semejante a las caja de dulces; el lápiz forma el eje como el juego llamado perinola.