EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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CAPÍTULO XVI - MÉDIUMS ESPECIALES
Aptitudes especiales de los médiums. – Cuadro sinóptico de las diferentes variedades de médiums

Aptitudes especiales de los médiums

185. Además de las categorías de médiums que acabamos de enumerar, presenta la mediumnidad una variedad infinita de grados que constituyen lo que se llama médiums especiales, y que tienen aptitudes particulares todavía no definidas, hecha abstracción de las cualidades y conocimientos del Espíritu que se manifiesta.

La naturaleza de las comunicaciones siempre es relativa a la naturaleza del Espíritu y lleva el sello de su elevación o de su inferioridad, de su saber o de su ignorancia; pero con mérito igual, al punto de vista jerárquico, hay incontestablemente en él una propensión a ocuparse de una cosa antes que de otra; los Espíritus golpeadores, por ejemplo, no salen casi de las manifestaciones físicas; y entre los que dan manifestaciones inteligentes hay Espíritus poetas, músicos, dibujantes, moralistas, sabios, médicos, etcétera. Hablamos de los Espíritus de un orden mediano porque llegados a cierto grado, las aptitudes se confunden en la unidad de la perfección. Pero al lado de la aptitud del Espíritu hay la del médium, que es para él un instrumento más o menos cómodo, más o menos flexible, y en el cual descubre cualidades particulares que nosotros no podemos apreciar.

Pongamos una comparación: un músico muy hábil tiene a su disposición muchos violines, que para los demás todos serán muy buenos instrumentos, pero entre los cuales el artista consumado hace gran diferencia; encuentra en éstos graduaciones de una delicadeza extrema que le harán escoger los unos y rechazar los otros, graduaciones que comprende por intuición, pero que no puede definirlas. Lo mismo sucede respecto de los médiums: a cualidades iguales en la potencia mediúmnica; el Espíritu dará la preferencia al uno o a otro, según la clase de comunicación que quiere dar. Por ejemplo, hay personas que son médiums y escriben como tales admirables poesías, aunque en las condiciones ordinarias ellas no hayan podido ni sabido jamás hacer versos; otras, al contrario, que son poetas, y que como médiums no han podido nunca escribir más que prosa, a pesar de su deseo. Lo mismo sucede en cuanto al dibujo, música, etcétera. Hay algunos que, sin tener por sí mismos conocimientos científicos, tienen una aptitud más particular para recibir comunicaciones sabias; otros son para los estudios históricos; otros sirven más fácilmente de intérpretes para los Espíritus moralistas; en una palabra, cualquiera que sea la flexibilidad del médium; las comunicaciones que recibe con más facilidad tienen, generalmente, un carácter especial; los hay también que no salen de cierto círculo de ideas y cuando se apartan de éste sólo tienen comunicaciones incompletas, lacónicas y muchas veces falsas. Fuera de las causas de aptitud, los Espíritus se comunican también con más o menos voluntad por tal o cual intermediario, según su simpatías; así es que en condiciones iguales, el mismo Espíritu será mucho más explícito con ciertos médiums, sólo porque les convienen mejor.

186. Estaríamos, pues, en error si, por sólo tener a mano un buen médium, aunque tuviese la mayor facilidad en escribir, creyéramos obtener por él comunicaciones buenas y de todas clases. La primera condición es, sin contradicción, el asegurarse del origen de que dimanan, esto es, de las cualidades del Espíritu que las transmite; pero no es menos necesario el atender a las cualidades del instrumento que se da al Espíritu; es preciso, pues, estudiar la naturaleza del médium, como se estudia la naturaleza del Espíritu, porque estos son dos elementos esenciales para obtener un resultado satisfactorio. Hay un tercero que hace en eso un papel igualmente importante: es la intención, el pensamiento íntimo, el sentimiento más o menos laudable de aquel que interroga; y esto se concibe: Para que una comunicación sea buena, es menester que emane de un Espíritu bueno; para que este buen Espíritu pueda transmitirla, le es necesario un buen instrumento; para que quiera transmitirla es preciso que el objeto le convenga. El Espíritu que lee en el pensamiento juzga si la pregunta que se le propone merece una respuesta formal, y si la persona que la dirige es digna de recibirla; en caso contrario, no pierde su tiempo en sembrar buenos granos en las piedras, y entonces es cuando los Espíritus ligeros y burlones se dan prisa, porque se ocupan poco de la verdad, les tienen sin cuidado y generalmente son muy poco escrupulosos en cuanto al objeto y medio que emplean.

Resumimos aquí los principales géneros de mediumnidad, a fin de presentar, de algún modo, el cuadro sinóptico, comprendiendo los que ya hemos descrito en los capítulos precedentes, indicando los números en que se trata de ellos con más detalles.

Hemos agrupado las diferentes variedades de médiums por analogías de causas y efectos, sin que esta clasificación nada tenga de absoluta. Algunas se vuelven a encontrar frecuentemente; otras, al contrario, son raras y aun excepcionales, lo que tenemos cuidado de mencionar. Estas últimas indicaciones nos las han suministrado los Espíritus, que también han revisado este cuadro con un cuidado muy particular, y lo han completado con numerosas observaciones y nuevas categorías de tal modo que podemos decir que todo es obra suya. Hemos indicado por comillas sus observaciones textuales, cuando hemos creído que debían llamar la atención. En su mayoría son de Erasto y de Sócrates.

Cuadro sinóptico de las diferentes variedades de médiums

187. Se pueden dividir los médiums en dos grandes categorías.

Los MÉDIUMS DE EFECTOS FÍSICOS: los que tienen el poder de provocar efectos materiales o manifestaciones ostensibles (Núm. 160).

Los MÉDIUMS DE EFECTOS INTELECTUALES: los que son más especialmente a propósito para recibir y para transmitir las comunicaciones inteligentes. (núms., 65 y siguientes).

Todas las otra variedades participan más o menos directamente de una o de otra de estas dos categorías, algunas tienden a las dos. Si se analizan los diferentes fenómenos producidos, bajo la influencia mediúmnica, se verá que en todos hay un efecto físico, y que a los efectos físicos se junta lo más a menudo un efecto inteligente. El límite entre los dos es algunas veces difícil de establecer, pero de esto no se deduce ninguna consecuencia. Comprendemos bajo la denominación de médium de efectos intelectuales los que pueden más especialmente servir de intermediarios para las comunicaciones regulares y seguidas. (Número 133).


188. Variedades comunes a todas las clases de mediumnidad

Médiums sensitivos: personas susceptibles de sentir la presencia de los Espíritus por una impresión general o local, vaga o material. La mayor parte distingue los Espíritus buenos o malos en la naturaleza de la impresión. (Núm. 164).

“Los médiums delicados y muy sensitivos deben abstenerse de comunicaciones con los Espíritus violentos, cuya impresión es penosa a causa de la fatiga que de ello resulta”.

Médiums naturales o inconscientes: los que producen los fenómenos espontáneamente, sin ninguna participación de la voluntad, y lo más a menudo sin saberlo. (Núm. 161).

Médiums facultativos o voluntarios: los que tienen el poder de provocar los fenómenos por un acto de su voluntad. (Núm. 160).
“Cualquiera que sea esta voluntad nada pueden si los Espíritus se niegan; lo que prueba la intervención de un poder extraño”.


189. Variedades especiales para los efectos físicos

Médiums golpeadores: aquellos bajo cuya influencia se producen los ruidos y los golpes. Variedad muy común con o sin la voluntad.

Médiums motores: los que producen el movimiento de los cuerpos inertes. Muy comunes. (Núm. 61).

Médiums de traslaciones y de suspensiones: los que producen la traslación aérea y la suspensión de los cuerpos inertes en el espacio sin punto de apoyo. Los hay que pueden elevarse por sí mismos. Más o menos raros, según el desarrollo del fenómeno; muy raros en el último caso. (Números 75 y siguientes; núm. 80).

Médiums de efectos musicales: provocan el que se toque ciertos instrumentos sin contacto. Muy raros. (Número 74, pregunta 24).

Médiums de apariciones: los que pueden provocar apariciones fluídicas o tangibles, visibles para los asistentes. Muy excepcionales. (Núm. 100; pregunta 27; número 104).

Médiums de aportes: los que pueden servir de auxiliares a los Espíritus para aportar objetos materiales. Variedad de los médiums motores y de traslaciones. Excepcionales. (Núm. 96).

Médiums nocturnos: los que no obtienen ciertos efectos físicos sino en la obscuridad. He aquí la contestación de un Espíritu a la pregunta de saber si se pueden considerar estos médiums como formando una variedad.

Se puede, ciertamente, hacer de estos médiums una especialidad, pero este fenómeno depende antes de las condiciones ambientes, que de la naturaleza del médium o de los Espíritus; debo añadir que algunos escapan de esta influencia del centro, y que la mayor parte de los médiums nocturnos podrían llegar, con la práctica a ejercer su facultad, tanto en la luz como en la obscuridad. Esta variedad de médiums es poco numerosa; y es preciso advertir que a favor de estas condiciones que deja toda libertad para el empleo de los trucos, de la ventriloquia y de los cañones acústicos, los charlatanes han abusado muy a menudo de la credulidad, haciéndose pasar por médiums a fin de recoger escudos. Pero ¿qué importa? Los titiriteros caseros, así como los callejeros, serán descubiertos cruelmente, y los Espíritus les probarán que no se hace bien inmiscuyéndose en sus obras. Sí, lo repito: a ciertos charlatanes se les dará en los dedos de una manera muy ruda para que aborrezcan el oficio de falsos médiums. Por otra parte todo esto sólo durará algún tiempo. ERASTO

Médiums pneumatógrafos: los que obtienen la escritura directa. Fenómeno muy raro, y sobre todo muy fácil de imitar por la truhanería. (Núm. 177).

Observación. – Los Espíritus han insistido contra nuestra opinión, para colocar la escritura directa entre los fenómenos de orden físico, por la razón, dicen, de que: “Los efectos inteligentes son aquellos por los cuales el Espíritu se sirve de los materiales cerebrales del médium, no estando en este caso la escritura directa; la acción del médium es en esto del todo material, mientras que en el médium escribiente, aun completamente mecánico, el cerebro hace siempre un papel activo.

Médiums curanderos: los que tienen el poder de curar o de aliviar por la imposición de las manos o de la oración.

Esta facultad no es esencialmente mediúmnica, pertenece a todos los verdaderos creyentes, ya sean médiums o no; a menudo sólo es una exaltación de la potencia magnética fortificada en caso de necesidad por el concurso de los buenos Espíritus. (Número 175).

Médiums excitadores: personas que tienen el poder de desenvolver en los otros, por su influencia, la facultad de escribir.

Más bien es un efecto magnético que un hecho de mediumnidad propiamente dicho, porque nada prueba la intervención de un Espíritu. En todos los casos pertenece al orden de los efectos físicos. (Véase el capítulo de “La formación de los médiums”).


190. Médiums especiales para los efectos intelectuales. – Aptitudes diversas

Médiums auditivos: los que oyen a los Espíritus. Bastante comunes. (Núm. 165).

Hay muchos que se figuran oír lo que no está sino en su imaginación.

Médiums parlantes: los que hablan bajo la influencia de los Espíritus. Bastante comunes. (Núm. 166).

Médiums videntes: los que ven a los Espíritus en estado de vigilia o despiertos. La vista accidental y fortuita de un Espíritu en una circunstancia particular es bastante frecuente; pero la vista habitual o facultativa de los Espíritus sin distinción, es excepcional. (Número 167).

Es una aptitud a la cual se opone el estado actual de los órganos; por esto es útil el no creer siempre bajo palabra a los que dicen ver a los Espíritus.

Médiums inspirados: aquellos cuyos pensamientos son sugeridos por los Espíritus, lo más frecuente sin saberlo, ya sea para los actos ordinarios de la vida, ya sea para los grandes trabajos de la inteligencia. (Número 182).

Médiums de presentimientos: personas que en ciertas circunstancias tienen una vaga intuición de las cosas futuras vulgares. (Num. 184).

Médiums proféticos: variedad de los médiums inspirados o de presentimientos; reciben con el permiso de Dios y con más precisión que los médiums de presentimientos la revelación de las cosas futuras de un interés general, y que están encargados de hacer conocer a los hombres para su instrucción.

Si hay verdaderos profetas hay muchos más de falsos, que toman los sueños de su imaginación por revelaciones, cuando no son embrollones que se hace pasar por tales por ambición. (Véase El libro de los Espíritus, núm. 624, “Caracteres del verdadero profeta”).

Médiums sonámbulos: los que en estado de sonambulismo están asistidos por los Espíritus (Núm. 172).

Médiums extáticos: los que en estado de éxtasis reciben revelaciones de parte de los Espíritus.

Muchos extáticos son juguete de su propia imaginación y de los Espíritus mentirosos que aprovechan su exaltación. Los que merecen una entera confianza son muy raros. Médiums pintores y dibujantes: los que pintan o dibujan bajo la influencia de los Espíritus. Nosotros hablamos de aquellos que obtienen cosas serias, porque no se podría dar este nombre a ciertos médiums que los Espíritus burlescos les hacen dibujar cosas grotescas que desaprobaría el último aprendiz.

Los Espíritus ligeros son imitadores. En la época que aparecieron los notables dibujos de Júpiter, salieron gran número de pretendidos médiums dibujantes, con los cuales los Espíritus burlones se divertieron en hacerles las cosas más ridículas. Uno de ellos, entre otros, queriendo eclipsar los dibujos de Júpiter, al menos por la dimensión ya que no por la calidad, hizo dibujar a un médium un monumento que ocupaba un gran número de hojas, hasta alcanzar la altura de dos pisos. Muchos otros hicieron titulados retratos que eran verdaderas caricaturas. (Revista Espírita, agosto de 1858).

Médiums músicos: los que ejecutan, componen o escriben música bajo la influencia de los Espíritus. Hay médiums músicos, mecánicos, semimecánicos, intuitivos e inspirados, como para las comunicaciones literarias. (Véase “Médiums de efectos musicales”).


VARIEDADES DE LOS MÉDIUMS ESCRIBIENTES


191. 1º Según el modo de ejecución

Médiums escribientes o psycógrafos: los que tienen la facultad de escribir ellos mismos, bajo la influencia de los Espíritus.

Médiums escribientes mecánicos: aquellos cuya mano recibe una impulsión involuntaria, y que no tienen ninguna conciencia de lo que escriben. Muy raros. (Número 179).

Médiums semimecánicos: aquellos cuya mano marcha involuntariamente, pero que tienen la conciencia instantánea de las palabras o de las frases a medida que escriben. Los más comunes. (Núm. 181).

Médiums intuitivos: aquellos a quienes los Espíritus se comunican por el pensamiento y cuya mano es guiada por la voluntad. Difieren de los médiums inspirados en que estos últimos no tienen necesidad de escribir, mientras que el médium intuitivo escribe el pensamiento que le es sugerido instantáneamente sobre un asunto determinado y provocado. (Núm. 180).

Estos son muy comunes, pero también muy sujetos a error, porque muchas veces no pueden discernir lo que proviene de los Espíritus o de ellos mismos.

Médiums polígrafos: aquellos cuya escritura cambia con el Espíritu que se comunica, o que son aptos para reproducir la escritura que el Espíritu tenía en vida. El primer caso es muy ordinario; el segundo, el de la identidad de la escritura, es más raro. (Número 219).

Médiums políglotas: los que tienen la facultad de hablar o de escribir en lenguas que le son extrañas. Muy raros.

Médiums iletrados: los que escriben como médiums, sin saber leer ni escribir en el estado ordinario.

Más raros que los precedentes; hay más grandes dificultades materiales que vencer.


192. 2º Según el desarrollo de la facultad

Médiums novicios: aquellos cuyas facultades no están todavía completamente desarrolladas y les falta la experiencia necesaria.

Médiums improductivos: los que no llegan a obtener sino cosas insignificantes, monosílabos, rasgos o letras sin sentido. (Véase el capítulo de la “Formación de los médiums”).

Médiums hechos o formados: son aquellos cuyas facultades mediúmnicas están completamente desarrolladas que transmiten las comunicaciones que reciben con facilidad, prontitud y sin vacilación. Se concibe que este resultado solo puede obtenerse con la práctica, mientras que en los médiums novicios las comunicaciones son lentas y difíciles.

Médiums lacónicos: aquellos cuyas comunicaciones, aunque fáciles, son breves y sin desarrollo.

Médiums explícitos: las comunicaciones que reciben tienen toda la amplitud y extensión que se puede esperar de un escritor consumado.

Esta aptitud depende de la expansión y de la facilidad de combinación de los fluidos; los Espíritus los buscan para tratar los asuntos que traen grandes desenvolvimientos.

Médiums experimentados: la facilidad de ejecución es un asunto de práctica que se adquiere muchas veces en poco tiempo, mientras que la experiencia es el resultado de un estudio serio de todas las dificultades que se presentan en la práctica del Espiritismo. La experiencia da al médium el tacto necesario para apreciar la naturaleza de los Espíritus que se manifiestan, juzgar sus cualidades buenas o malas por las señales más minuciosas, discernir la bellaquería de los Espíritus mentirosos que se abrigan bajo las apariencias de la verdad. Se comprende fácilmente la importancia de esta cualidad, sin la cual todas las otras son sin utilidad real; lo malo es que muchos médiums confunden la experiencia, fruto del estudio, con la aptitud, producto de la organización; se creen maestros con título porque escriben fácilmente; repudian todos los consejos y vienen a ser presa de los Espíritus mentirosos e hipócritas que captan la voluntad lisonjeando su orgullo. (Véase más adelante el capítulo de “La Obsesión”).

Médium flexibles: aquellos cuya facultad se presta más fácilmente a los diversos géneros de comunicaciones, y por los cuales casi todos los Espíritus pueden manifestarse espontáneamente o por evocación.

Esta variedad de médiums es muy parecida a los médiums sensitivos.

Médiums exclusivos: aquellos por los cuales un Espíritu se manifiesta con preferencia, y aun con exclusión de todos los otros, y responde por aquellos que se llaman por intermedio del médium.

Esto depende siempre de un efecto de flexibilidad; cuando el Espíritu es bueno, puede adherirse al médium por simpatía y con un fin laudable; cuando es malo es siempre con el objeto de poner al médium bajo su dependencia. Esto es más bien un defecto que una cualidad, y muy vecino de la obsesión. (Véase el capítulo de “La Obsesión”).

Médiums de evocaciones: los médiums flexibles son naturalmente los más propios a este género de comunicación y a las preguntas de detalle, que se pueden dirigir a los Espíritus. Hay bajo este aspecto médiums del todo especiales.

Sus respuestas se encierran casi siempre en un cuadro restringido, incompatible con el desarrollo de los asuntos generales.

Médiums de dictados espontáneos: reciben con preferencia comunicaciones espontáneas de parte de los Espíritus que se presentan sin ser llamados. Cuando esta facultad es especial en un médium, es difícil y aun imposible algunas veces hacer una evocación por su conducto.

Sin embargo tienen mejores instrumentos que los del grado precedente. Comprended que por instrumentos se entiendan aquí los materiales cerebrales, porque es menester muchas veces, mejor dicho, siempre mayor suma de inteligencia para los dictados espontáneos que para las evocaciones. Entended por dictados espontáneos los que merecen verdaderamente este nombre, y no algunas frases incompletas o algunos pensamientos vulgares que se encuentran en todas las cabezas humanas.


193. 3º Según el género y la especialidad de las comunicaciones

Médiums versificadores: obtienen más fácilmente que otras comunicaciones versificadas. Bastante comunes para los malos versos; muy raros par los buenos.

Médiums poéticos: sin obtener versos, las comunicaciones que reciben tienen alguna cosa de vaporoso, de sentimental; nada demuestra la rudeza; son más propios que otros para la expresión de los sentimientos tiernos y afectuosos. Todo es vaguedad y sería inútil pedirles nada preciso. Muy comunes.

Médiums positivos: sus comunicaciones tienen, en general, un carácter de limpieza y de precisión que se presta voluntariamente a los detalles circunstanciados y a las noticias exactas. Bastante raros.

Médiums literarios: no tienen ni la vaguedad de los médiums poéticos ni la cautela de los médiums positivos; pero disertan con facilidad; su estilo es correcto, elegante y a menudo de una notable elocuencia.

Médiums incorrectos: pueden obtener muy buenas cosas, pensamientos de una moralidad irreprochable, pero su estilo es difuso, incorrecto, sobrecargado de repeticiones y de términos impropios.

La incorrección material de estilo depende generalmente de la falta de cultura intelectual del médium, que bajo este aspecto no es para el Espíritu un buen instrumento. El Espíritu da a eso poca importancia; para él, el pensamiento es la cosa esencial, y os deja libres de darle la forma conveniente. No sucede así con las ideas falsas e ilógicas que puede encerrar una comunicación; éstas son siempre un indicio de la inferioridad del Espíritu que se manifiesta.

Médiums historiadores: los que tienen una aptitud especial para el desarrollo de los hechos históricos. Esta facultad, como todas las otras, es independiente de los conocimientos del médium, porque se ven gentes sin instrucción, y aun niños, tratar de asuntos muy superiores a su alcance. Variedad rara de los médiums positivos.

Médiums científicos: nosotros no decimos sabios, porque pueden ser muy ignorantes; y, no obstante esto, son más especialmente propios para las comunicaciones relativas a las ciencias.

Médiums medicinantes: su especialidad es el servir más fácilmente de intérpretes a los Espíritus para las prescripciones medicinales. Es preciso no confundirlos con los médiums curanderos, porque absolutamente no hacen más que transmitir el pensamiento del Espíritu, y no tienen por sí mismos ninguna influencia. Bastante comunes.

Médiums religiosos: reciben más especialmente comunicaciones de un carácter religioso o que tratan la cuestión de religión, no obstante sus creencias y sus costumbres.

Médiums filósofos y moralistas: sus comunicaciones tienen generalmente por objeto las cuestiones de moral y de alta filosofía. Muy comunes para la moral.

Todas estas diferencias, son variedades de las aptitudes de los buenos médiums. En cuanto a aquellos que tienen una aptitud especial para ciertas comunicaciones científicas, históricas, medicinales u otras, fuera de su alcance actual, estad persuadidos que han poseído estos conocimientos en otra existencia, y que han quedado en ellos en estado latente; forman parte de los materiales cerebrales necesarios al Espíritu que se manifiesta, éstos son los elementos que le facilitan el camino para comunicar sus propias ideas porque estos médiums son para él instrumentos más inteligentes y más flexibles de lo que lo sería uno que fuese tosco. – ERASTO.

Médiums de comunicaciones triviales y obscenas: estas palabras, indican el género de comunicaciones que ciertos médiums reciben de costumbre, y la naturaleza de los Espíritus que las hacen. Cualquiera que haya estudiado el mundo espiritista en todos los grados de la escala, sabe que los hay en ésta cuya perversidad iguala a los hombres más depravados y que se complacen en expresar sus pensamientos en los términos más groseros. Otros, menos abyectos, se contentan con expresiones triviales. Se comprende que estos médiums deben tener el deseo de librarse de la preferencia que estos Espíritus les conceden, y que deben tener envidia de aquellos que en las comunicaciones que reciben no han tenido jamás una palabra malsonante. Sería preciso una extraña aberración de ideas y haberse divorciado con el buen sentido, para creer que semejante lenguaje pudiese ser el hecho de buenos Espíritus.


194. 4º Según las cualidades físicas del médium

Médiums tranquilos: escriben siempre con cierta lentitud y sin probar la menor agitación.

Médiums veloces: escriben con una rapidez más grande que podrían hacerlo voluntariamente en el estado ordinario. Los Espíritus se comunican a ellos con la prontitud del rayo; se diría que hay en los mismos una superabundancia de fluido que les permite identificarse instantáneamente con el Espíritu. Esta cualidad tiene algunas veces su inconveniente, y es que la rapidez de la escritura hace a ésta muy difícil de leerse por cualquier otro que no sea el médium.

Es también muy fatigosa, porque hace gastar demasiado fluido inútilmente.

Médiums convulsivos: están en un estado de sobreexcitación casi febril; su mano, y algunas veces toda su persona, está agitada de un temblor que no pueden dominar. La primera causa de esto se halla, sin duda, en la organización, pero depende también mucho de la naturaleza de los Espíritus que se comunican con ellos; los Espíritus buenos y benévolos hacen siempre una impresión dulce y agradable; los malos, al contrario, la hacen penosa.

Es preciso que estos médiums solo se sirvan raras veces de su facultad mediúmnica, cuyo uso demasiado frecuente podría afectar su sistema nervioso. (Capítulo de “La Identidad”, distinción de los buenos y de los malos Espíritus).



195. 5º Según las cualidades morales del médium

Hacemos de ellas una mención ligera, para memoria y como para completar el cuadro, atendido que serán desenvueltas más adelante en los capítulos especiales: De la influencia moral de los médiums, de la obsesión, de la identidad de los Espíritus y otros, sobre los cuales llamamos particularmente la atención; se verá la influencia que las cualidades y las irregularidades de los médiums pueden ejercer sobre la seguridad de las comunicaciones, y cuáles son aquellos que se pueden con razón considerar como médiums imperfectos o buenos médiums.


196. Médiums imperfectos

Médiums poseídos: los que no pueden desembarazarse de Espíritus importunos y mentirosos, pero que no se dejan engañar.

Médiums fascinados: los que son embaucados por Espíritus embusteros y se hacen ilusión sobre la naturaleza de las comunicaciones que reciben.

Médiums subyugados: los que sufren una dominación moral y muchas veces material de parte de los malos Espíritus.

Médiums ligeros: los que no toman su facultad a lo serio, y no se sirven de ella sino por diversión o por cosas fútiles.

Médiums indiferentes: los que no sacan ningún provecho moral de las instrucciones que reciben y no modifican en nada su conducta y sus costumbres.

Médiums presuntuosos: los que tienen la pretensión de estar solos en relación con los Espíritus superiores. Creen en su infalibilidad y miran como inferior y erróneo todo lo que no viene de ellos.

Médiums orgullosos: los que tienen vanidad de las comunicaciones que reciben; creen no tener ya nada que aprender en Espiritismo, y no toman para ellos las lecciones que reciben a menudo de parte de los Espíritus. Estos no se contentan con las facultades que poseen: quieren tenerlas todas.

Médiums susceptibles: variedad de los médiums orgullosos; se resienten de las críticas de que pueden ser objeto sus comunicaciones; se enojan de la menor contrariedad, y si enseñan lo que obtienen es para hacerlo admirar y no para pedir pareceres. Generalmente toman aversión a las personas que no les aplauden sin reserva, y desertan de las reuniones en que no pueden imponerse y dominar.

Dejadles que se pavoneen en otra parte y que busquen oídos más complacientes, o que se retiren en el aislamiento; las reuniones que se privan de su presencia no pierden mucho. ERASTO.

Médiums mercenarios: los que explotan su facultad.

Médiums ambiciosos: los que sin poner a precio sus facultades esperan sacar de ellas alguna ventaja.

Médiums de mala fe: los que teniendo facultades reales simulan las que no tienen para darse importancia. No se puede dar el título de médium a las personas que no teniendo ninguna facultad mediúmnica no producen más efectos que los de la impostura.

Médiums egoístas: los que solo se sirven de su facultad para su uso personal, y guardan para ellos las comunicaciones que reciben.

Médiums celosos: los que ven con despecho a otros médium mejor apreciado que les son superiores.

Contra todas esas malas cualidades hay también otras que son buenas.


197. Buenos médiums

Médiums formales: los que solo se sirven de su facultad para hacer el bien y para cosas verdaderamente útiles; creerían profanarla haciéndola servir para la satisfacción de los curiosos y de los indiferentes o para fruslerías.

Médiums modestos: los que no se hacen ningún mérito de las comunicaciones que reciben por buenas que sean; se consideran como extraños a ellas y no se creen al abrigo de las mixtificaciones. Lejos de huir de los consejos desinteresados, los solicitan.

Médiums desinteresados: los que comprenden que el verdadero médium tiene una misión que cumplir, y debe, cuando sea necesario, sacrificar sus gustos, sus costumbres, sus placeres, su tiempo y aun sus intereses materiales al bien de los otros.

Médiums seguros: los que además de la facilidad de ejecución merecen la mayor confianza por su propio carácter, la naturaleza elevada de los Espíritus por quienes están asistidos, y que son los menos expuestos a ser engañados. Veremos más adelante que esta seguridad no depende de ningún modo de los nombres más o menos respetables que toman los Espíritus.

Bien conocéis que es incontestable que el censurar así las cualidades y las irregularidades de los médiums, suscitará contrariedades y aun animosidades en algunos; ¿pero qué importa? la mediumnidad se extiende de día en día más y el médium que tomara a mal estas reflexiones, probaría que no es buen médium; esto es, que está asistido por malos Espíritus. Por otra parte, como lo he dicho, todo esto sólo durará algún tiempo, y los malos médiums, los que abusan o hacen mal uso de sus facultades, sufrirán tristes consecuencias, como esto ha acontecido ya para algunos; aprenderán a sus costas lo que cuesta el hacer volver en provecho de sus pasiones terrestres un don que Dios no les había concedido sino para su adelantamiento moral. Si no podéis volverles a conducir al buen camino, compadecedles, que, puedo decíroslo, son réprobos de Dios. – ERASTO.

Este cuadro es de gran importancia, no solamente para los médiums sinceros que buscarán de buena fe, leyéndole, se preservarán de los escollos a que están expuestos; también para todos aquellos que se sirven de médiums, porque él les dará la medida de lo que pueden racionalmente esperar de ellos. Debería estar constantemente bajo la vista de cualquiera que se ocupe de las manifestaciones, lo mismo que la Escala Espírita, de la cual es el complemento; estos dos cuadros resumen todos los principios de la doctrina, y contribuirán más de lo que creéis a conducir al Espiritismo a su verdadero camino. – SÓCRATES.


198. Todas estas variedades de médiums presentan grados infinitos en su intensidad; hay muchos de estos que no constituyen propiamente hablando más que matices, pero no dejan de ser el hecho de aptitudes especiales. Se concibe que debe ser bastante raro que la facultad de un médium se halle rigurosamente circunscripta a un solo género; el mismo médium puede, sin duda, tener muchas aptitudes, pero siempre hay una que domina, y es la que se debe procurar cultivar si es útil. Es un mal grave el esforzarse en el desarrollo de una facultad cuando no se posee; es preciso cultivar todas aquellas cuyo germen se reconoce en sí mismo; pero buscar las otras es, desde luego, perder el tiempo, y en segundo lugar perder, quizá, o seguramente debilitar aquellas de que se está dotado.

Cuando el principio, el germen de una facultad existe, se manifiesta siempre por señales nada equívocas. Encerrándose en su especialidad, puede el médium descollar y obtener cosas grandes y hermosas; ocupándose todo no obtendrá nada bueno. Observad de paso que el deseo de extender indefinidamente el círculo de sus facultades es una pretensión orgullosa que los Espíritus no dejan nunca impune; los buenos abandonan siempre al presuntuoso que viene a ser así un juguete de los Espíritus mentirosos. Desgraciadamente no es raro el ver médiums que no están contentos de los dones que han recibido, y aspiran, por amor propio o ambición, a poseer facultades excepcionales propias para hacerlas notables; esta pretensión les quita la cualidad más preciosa: la de los médiums seguros. SÓCRATES

199. El estudio de la especialidad de los médiums es necesario no sólo para éstos, sino también para el evocador. Según la naturaleza del Espíritu que se desea llamar y las preguntas que se le quiere dirigir, conviene elegir el médium más apto para la cosa; dirigirse al primero que viene es exponerse a respuestas incompletas o erróneas. Pongamos una comparación en los hechos usuales. No se confiará una redacción ni una simple copia al primero que llega porque sabe escribir. Un músico quiere hacer ejecutar un trozo de canto de su composición; tiene a su disposición muchos cantantes, todos hábiles; sin embargo no los tomará al azar; elegirá por intérprete suyo aquel cuya voz, la expresión, en una palabra, todas las cualidades, respondan mejor a la naturaleza de la pieza. Los Espíritus hacen lo mismo respecto de los médiums, y nosotros debemos hacer como los Espíritus.

Es de observar, además, que las diferencias que presenta la mediumnidad, y a las cuales se podrían todavía añadir otras, no están siempre en relación con el carácter del médium; así, por ejemplo, un médium naturalmente alegre y jovial puede tener habitualmente comunicaciones graves, aun severas, y viceversa; esto es también una prueba evidente que él obra bajo el impulso de una influencia extraña. Volveremos sobre este objeto en el capítulo que trata de la Influencia moral del médium