174. La lucidez de los sonámbulos es una facultad que
depende del organismo, y que es del todo independiente de la
voluntad, del adelantamiento y aun del estado moral del sujeto.
Un sonámbulo puede, pues, ser muy lúcido y ser incapaz de
resolver ciertas cuestiones si su Espíritu es poco avanzado. Aquel
que habla por sí mismo puede, pues, decir cosas buenas o malas,
justa o falsas, tener más o menos delicadeza y escrúpulos en sus
procederes, según el grado de elevación o de inferioridad de su
propio espíritu, entonces es cuando la asistencia de un Espíritu
extraño puede suplir su insuficiencia; pero un sonámbulo puede
ser asistido por un Espíritu mentiroso, ligero o aun malo, del mismo
modo que los médiums; aquí es sobre todo donde las cualidades
morales tienen gran influencia para atraer a los buenos Espíritus
(Véase El libro de los Espíritus, “Sonambulismo”, número 452; y
más adelante el capítulo sobre “La influencia moral del médium.”)