EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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36. Cuando los extraños fenómenos del Espiritismo empezaron o producirse, o mejor dicho, se han renovado en estos últimos tiempos, el primer sentimiento que excitaron fue el de la duda sobre su misma realidad y aun más sobre su causa. Cuando se ha probado por testimonios irrecusables y por las experiencias que cada uno ha podido hacer, ha acontecido que todos también los han interpretado a su manera, según sus ideas personales, sus creencias o sus prevenciones; de aquí, muchos sistemas que una observación más atenta debía reducir a su justo valor.

Los adversarios del Espiritismo han creído encontrar un argumento en esta divergencia de opiniones, diciendo que los mismos espiritistas no están acordes entre sí. Esta es una razón muy pobre, si se reflexiona que todos los pasos de una ciencia naciente son necesariamente inciertos hasta que el tiempo haya permitido reunir y coordinar los hechos que pueden sentar la opinión; a medida que los hechos se completan y se observan mejor, las ideas prematuras se borran, y la unidad se establece, al menos sobre los puntos fundamentales, sino en todos los detalles. Esto es lo que ha tenido lugar en el Espiritismo; él no podía escapar de la ley común, y debía por naturaleza, prestarse más que otra cosa a diversidad de interpretaciones. Se puede aun decir que bajo este aspecto ha ido más aprisa que las otras ciencias sus primogénitas, que la medicina por ejemplo, que todavía divide a los más grandes sabios.