EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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131. Esta teoría nos da la solución de un hecho bien conocido en magnetismo, pero hasta ahora inexplicable; el cambio de las propiedades del agua por la voluntad. El Espíritu que obra es el de magnetizador, lo más a menudo asistido por un Espíritu extraño; opera una transmutación con ayuda del fluido magnético que, como se ha dicho, es la sustancia que se aproxima más a la materia cósmica o elemento universal. Si puede operar una modificación en las propiedades del agua, puede igualmente producir un fenómeno análogo sobre los fluidos del organismo, y de ahí el efecto curativo de la acción magnética convenientemente dirigida.

Se sabe ya el papel capital que hace la voluntad en todos los fenómenos del magnetismo; pero ¿cómo se explica la acción material de un agente tan sutil? La voluntad no es un ser, una sustancia cualquiera, ni siquiera es una propiedad de la materia más etérea; la voluntad es el atributo esencial del Espíritu, esto es, del ser pensador. Con la ayuda de esta palanca obra sobre la materia elemental, y por una acción consecutiva reacciona sobre sus compuestos, cuyas propiedades íntimas pueden así ser transformadas.

La voluntad es el atributo del Espíritu encarnado y del Espíritu errante; de ahí la potencia del magnetizador, potencia que se sabe está en razón de la fuerza de voluntad. El Espíritu encarnado, pudiendo obrar sobre la materia elemental, puede igualmente variar las propiedades de ésta en ciertos límites; así es cómo se explica la facultad de curar por el contacto y la imposición de manos, facultad que algunas personas poseen en un grado más o menos grande. (Véase en el capítulo de los médiums el artículo relativo a los médiums curanderos. Véase también la Revista Espírita, julio de 1859, pág. 184 y 189: “El suabo de Margenta; un oficial del ejército en Italia”).