EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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53. La idea que uno se forma de los Espíritus hace a primera vista incomprensible el fenómeno de las manifestaciones. Estas manifestaciones no pueden tener lugar sino por la acción del Espíritu sobre la materia; por esto los que creen que el Espíritu es la ausencia de toda materia, se preguntan, con alguna apariencia de razón, cómo puede obrar materialmente. Pero ahí está el error, porque el Espíritu no es una abstracción: es un ser definido, limitado y circunscripto. El Espíritu encarnado en el cuerpo, constituye el alma; cuando lo deja a la muerte, no sale despojado de toda envoltura. Todos los Espíritus nos dicen que conservan la forma humana, y en efecto, cuando se nos aparecen es bajo la que nosotros les conocíamos.


Observémosle atentamente en el momento en que acaban de dejar la vida; están en un estado de turbación; todo está confuso a su alrededor; ven su cuerpo sano o mutilado según el género de muerte; por otra parte se ven y se sienten vivir; alguna cosa les dice que este cuerpo le pertenece y no comprenden que estén separados de él. Continúan viéndose bajo su forma primitiva, y esta visión produce en algunos, durante cierto tiempo, una singular ilusión: la de creerse aún vivos: les falta la experiencia de su nuevo estado para convencerse de la realidad. Disipado este primer momento de turbación, el cuerpo viene a ser para ellos un vestido viejo, del cual se han despojado, y que no lo echan de menos; se sienten más ligeros y como desembarazados de un peso; no experimentan ya dolores físicos, y son muy felices en poder elevarse, recorrer el espacio así como lo hacían diferentes veces, viviendo en sueños * . Sin embargo, a pesar de la ausencia del cuerpo, acreditan su personalidad; tienen una forma, pero una forma que no les molesta ni les embaraza; ellos, en fin, tienen la conciencia de su yo y de su individualidad. ¿Qué debemos deducir de todo esto? Que el alma no lo deja todo en la tumba, y que algo se lleva consigo.

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* Sí nos acordamos de todo lo que hemos dicho en El libro de los Espíritus sobre los sueños, y el estado del Espíritu mientras duerme (números 400 a 418), se concebirá que estos sueños que casi todo el mundo ha tenido, y en los cuales se ve uno transportado a través del espacio y como volando, no son otra cosa que un recuerdo de la sensación experimentada por el Espíritu, cuando durante el sueño había momentáneamente dejado su cuerpo material, no llevando consigo más que su cuerpo fluídico, el que conservará después de la muerte. Estos sueños pueden, pues, darnos una idea del estado del Espíritu cuando estará desembarazando de las trabas que le retienen en la Tierra.