EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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311. Prescindiendo de esta consideraciones morales, no podemos negar que haya médiums interesados, pero de igual manera honrados y concienzudos, porque en todos los oficios hay personas buenas; sólo hablamos de los abusos; pero se convendrá, por los motivos que hemos expuesto, que el abuso tiene más razón de estar entre los médiums retribuidos que entre aquellos que, mirando su facultad como un favor, no la emplean sino para hacer un servicio.

El grado de confianza o de desconfianza que puede concedérsele a un médium retribuido, ante todo depende del aprecio que se hace de su carácter y de su moralidad y además de las circunstancias. El médium que con un fin eminentemente formal y provechoso, estuviese impedido de utilizar el tiempo de otro modo y por esta razón exonerado, no puede confundirse con el médium especulador, aquel que con designio premeditado se hiciera una industria de la mediumnidad. Según el motivo y el objeto, los Espíritus pueden pues, condenar, absolver y aun favorecer; juzgan más bien la intención que el hecho material.