EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

Volver al menú
115. La esposa de uno de nuestros amigos vio diferentes veces durante la noche entrar en su cuarto, con luz o sin ella, una vendedora de fruta de las cercanías, que conocía de vista, pero a la cual no había hablado jamás. Esta aparición le causó un espanto tanto más grande, cuanto que en esta época esta señora no tenía ningún conocimiento del Espiritismo, y que este fenómeno se repitió muy a menudo. Pues la vendedora estaba perfectamente viva, a esta hora probablemente dormía; mientras que su cuerpo material estaba en casa, su Espíritu y su cuerpo fluídico estaban en la de esta señora; ¿por qué motivo? Esto es lo que no se sabe. En semejante caso, un espiritista iniciado en esta clase de cosas se lo hubiera preguntado, pero dicha señora no tuvo tal idea. Cada vez la aparición se eclipsaba sin que supiera cómo, y siempre que desaparecía iba a asegurarse que todas las puertas estaban perfectamente cerradas, y que nadie había podido introducirse en su habitación. Esta precaución le probaba que estaba bien despierta y que no era juguete de un sueño. Otras veces vio de la misma manera un hombre que no conocía, pero un día vio a su hermano que estaba en California; tenía de tal modo la apariencia de una persona real, que en primer momento creyó en su vuelta y quería dirigirle la palabra, pero desapareció sin darle tiempo. Una carta recibida posteriormente le acreditó que no había muerto. Esta señora era lo que se puede llamar un médium vidente natural, pero como hemos dicho en aquella época no había oído jamás hablar de médiums.