180. La transmisión del pensamiento tiene también lugar
por intermedio del Espíritu del médium, o mejor dicho de su alma,
pues nosotros designamos bajo este nombre el Espíritu encarnado. El
Espíritu extraño en este caso no obra sobre la mano para hacerla
escribir; no la tiene, no la guía; obra sobre el alma con la cual se
identifica. El alma, bajo este impulso, dirige la mano y la mano
dirige el lápiz. Observamos aquí una cosa importante, a saber:
que el Espíritu extraño no sustituye al alma, porque no podría
desalojarla; la domina sin que lo sepa y le imprime su voluntad.
En esta circunstancia, el papel del alma no es absolutamente
pasivo; ella es la que recibe el pensamiento del Espíritu extraño y
lo transmite. En esta situación, el médium tiene conciencia de lo
que escribe, aunque esto no sea su propio pensamiento; este es el
que se llama médium intuitivo.
Se dirá que si así sucede nada prueba que el que escribe
sea más bien un Espíritu extraño que el del médium. La distinción
es, en efecto, algunas veces bastante difícil de hacer, pero puede
acontecer que esto importe poco. Sin embargo se puede reconocer
el pensamiento sugerido en que nunca se ha concebido
anticipadamente; nace a medida que se escribe, y muchas veces
es contrario a la idea previa que uno se ha formado; también
puede estar fuera de los conocimientos y de la capacidad del
médium.
El oficio de médium mecánico es el de una máquina; el
médium intuitivo obra como lo haría un intérprete. Este, en efecto,
para transmitir el pensamiento debe comprenderle, apropiárselo
de cierto modo a fin de traducirlo fielmente, y no obstante no es
su pensamiento; no hace más que atravesar su cerebro. Tal es,
exactamente, el papel del médium intuitivo.