EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

Volver al menú
342. Sería un error el creer que las reuniones que se ocupan especialmente de manifestaciones físicas, estén fuera de este concierto fraternal, y que excluyen todo pensamiento formal; si no requieren condiciones tan rigurosas, tampoco se asiste a ellas impugnemente cuando hay ligereza, y se engañaría cualquiera si creyera que el concurso de los asistentes sea absolutamente nulo; si tiene la prueba de lo contrario en el hecho de que a menudo las manifestaciones de este género, aun cuando sean provocados por excelentes médiums, no pueden producirse en ciertas reuniones. Hay, pues, también influencias contrarias para esto, y estas influencias sólo pueden estar en la divergencia o en la hostilidad de los sentimientos que paralizan los esfuerzos de los Espíritus.

Las manifestaciones físicas, como hemos dicho, son de gran utilidad, abren un vasto campo al observador, porque es todo un orden de fenómenos insólitos que se desarrollan ante sus ojos, y cuyas consecuencias son incalculables. Una asamblea, puede, pues, ocuparse de ellos con miras muy formales, pero no podría conseguir su objeto, sea como estudio, sea como medio de convicción, si no se coloca en condiciones favorables; la primera de todas es, no la fe de los asistentes, sino su deseo de recibir la luz sin segunda intención, sin haber tomado el partido de rechazar la misma evidencia; la segunda es la restricción de su número para evitar la mezcla de elementos heterogéneos. Si las manifestaciones físicas son producidas en general por los Espíritus menos avanzados, no por esto tienen un objeto menos providencial, y los Espíritus buenos las favorecen todas las veces que pueden tener un resultado útil.