CAPÍTULO XII - PNEUMATOGRAFÍA O ESCRITURA DIRECTA. – PNEUMATOFONÍA
Escritura directa
146. La pneumatografía es la escritura producida
directamente por el Espíritu, sin ningún intermediario; difiere de
la psycografía en que ésta es la transmisión del pensamiento del
Espíritu por medio de la escritura ejecutada por la mano del
médium.
El fenómeno de la escritura directa es, sin contradicción,
uno de los más extraordinarios del Espiritismo; pero por anómalo
que parezca a primera vista, es hoy día un hecho verídico e
incontestable. Si la teoría es necesaria para comprender la
posibilidad de los fenómenos espiritistas en general, de seguro
que lo es más aún en este caso uno de los más extraños que se
hayan presentado hasta ahora, pero que cesa de parecer
sobrenatural, desde que se comprende el principio.
En la primera revelación de este fenómeno, el sentimiento
dominante fue el de la duda; la idea de una superchería vino pronto
al pensamiento; en efecto, todo el mundo conoce la acción de las
tintas llamadas simpáticas, cuyos caracteres, al principio
completamente invisibles, aparecen al cabo de algún tiempo. Se
podía, pues, haber abusado de la credulidad, y no afirmaremos que no se haya hecho nunca; estamos también convencidos de
que ciertas personas, ya sea con un objeto mercenario, ya sea
únicamente por amor propio y para hacer creer en su potencia,
hayan empleado subterfugios. (Véase en el Cap. XXVIII “Fraudes
Espíritas”).
Pero no porque pueda imitarse una cosa debe sacarse en
consecuencia que la cosa no existe: esto sería un absurdo. ¿No se
ha encontrado en estos últimos tiempos un medio de imitarse la
lucidez de los sonámbulos, hasta el punto de hacer ilusión? ¿Y
porque este procedimiento de escamoteador ha recorrido todas
las ferias hemos de decir que no hay verdaderos sonámbulos?
Porque ciertos taberneros vendan vinos adulterados ¿es una razón
para que no haya vino puro? Lo mismo sucede en cuanto a la
escritura directa; las precauciones para asegurarse de la realidad
del hecho eran, además, sencillísimas y muy fáciles, y gracias a
estas precauciones no se puede hoy día ser objeto de ninguna duda.
147. Puesto que la posibilidad de escribir sin intermediario
es uno de los atributos del Espíritu, que los Espíritus han existido
en todo tiempo y que han producido los diversos fenómenos que
conocemos, han debido igualmente producir la escritura directa,
en la antigüedad lo mismo que en nuestros días; y así es cómo se
explica la aparición de las tres palabras en la sala del festín de
Baltasar. La edad media, tan fecunda en prodigios ocultos, pero
que fueron sofocados en las hogueras, debió conocer también la
escritura directa, y quizá en la teoría de las modificaciones
encontraríamos que los Espíritus pueden operar sobre la materia;
en el capítulo VIII hemos explanado el principio de la creencia
sobre la transmutación de los metales.
Cualesquiera que sean los resultados obtenidos en diversas
épocas, sólo se ha tratado formalmente de la escritura directa,
desde la vulgarización de las manifestaciones espiritistas. El
primero que parece haberla hecho conocer en París en estos últimos
años fue el señor Barón de Guldenstubbe, que publicó sobre este objeto una obra muy interesante, conteniendo gran número de
facsímiles de las escrituras que obtuvo.* El fenómeno era ya
conocido en América desde algún tiempo. La posición social del
señor de Guldenstubbe, su independencia y la consideración de
que goza en la sociedad más elevada, incontestablemente quitan
toda sospecha de fraude voluntario, porque no puede moverle
ninguna clase de interés. Todo lo más que podría creerse es que el
mismo podía ser juguete de una ilusión; pero a esto responde
perentoriamente el hecho de la obtención del referido fenómeno
por otras personas con todas las precauciones necesarias para evitar
toda superchería y toda causa que pudiese inducir a error.
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* La realidad de los Espíritus y de sus manifestaciones, demostrada por el fenómeno de la escritura. Por el señor Barón de Guldenstubbe, I vol. In-8º., con 15 planchas y 93 facsímilels. Precio, 8 frs. En casa Franch, calle de Richelieu. También en casa Ledoven
148. La escritura directa se obtiene como en general la mayor
parte de las manifestaciones espiritistas no espontáneas, por el
recogimiento, la oración y la evocación. Se han obtenido muchas
veces de estas en las iglesias, sobre las tumbas, al pie de las estatuas
o de las imágenes de los personajes que se les llama; pero es
evidente que la localidad no tiene otra influencia que provocar
mayor recogimiento y concentración del pensamiento; porque está
probado que se obtienen igualmente sin estos accesorios y en los
parajes más vulgares, sobre un simple mueble doméstico, si uno
se encuentra en las condiciones morales requeridas, y si se goza
de la facultad mediúmnica necesaria.
Al principio se pretendía que era preciso colocar un lápiz
con el papel; el hecho entonces podía explicarse hasta cierto punto.
Se sabe que los Espíritus operan el movimiento y cambio de los
objetos de un punto a otro, que los cogen y los lanzan algunas
veces a través del espacio; podían, pues, del mismo modo coger
el lápiz y servirse de él para trazar caracteres; ya que ellos dan el
impulso por el intermediario de la mano del médium, de una tablita,
etc., podían igualmente hacerlo de una manera directa. Pero no se tardó en reconocer que la presencia del lápiz no era necesaria, y
que bastaba un simple pedazo de papel doblado o no, sobre el
cual se encuentran, después de algunos minutos, caracteres
trazados. Aquí el fenómeno cambia completamente la faz y nos
pone en otro orden de cosas enteramente nuevo; estos caracteres
se han trazado con alguna sustancia; desde el momento en que no
se ha facilitado esta sustancia al Espíritu, debe, pues, haberla hecho
él mismo, debe hacerla compuesto. ¿De dónde la ha sacado?
Este es el problema.
Si nos queremos atener a las explicaciones dadas en el
capítulo VIII, números 127 y 128, encontraremos allí la teoría
completa de este fenómeno. En esta escritura, el Espíritu no se
sirve ni de nuestras sustancias, ni de nuestros instrumentos; él
mismo hace la materia y los instrumentos que le son necesarios,
tomando sus materiales en el elemento primitivo universal, al cual
hace experimentar, por su voluntad, las modificaciones necesarias
para el efecto que quiere producir. Puede, pues, muy bien fabricar
lápiz encarnado, tinta de imprenta o tinta ordinaria, así como lápiz
negro, los mismo que presentar caracteres tipográficos bastante
consistentes para dar un relieve al impreso, así como hemos visto
de ello varios ejemplos. La hija de un caballero que conocemos,
joven de doce a trece años, obtuvo páginas enteras escritas con
una sustancia análoga al pastel.
149. Tal es el resultado a que nos ha conducido el fenómeno
de la caja de tabaco referido en el capítulo VII, número 116, y
sobre el cual nos hemos extendido largamente, porque hemos visto
en aquél la ocasión de sondear una de las más graves leyes del
Espiritismo, ley cuyo conocimiento puede ilustrar aún más de un
misterio del mundo visible. Así es que de un hecho, vulgar en
apariencia, puede salir la luz; todo consiste en observar con
cuidado, y esto es lo que cada uno puede hacer como lo hemos
hechos nosotros, si es que no quieren limitarse a ver efectos sin
buscar sus causas. Si nuestra fe se afirma de día en día, es porque
comprendemos; haced que os comprendan si queréis hacer prosélitos formales. La inteligencia de las causas tiene otro
resultado, y es el de trazar la línea de demarcación entre la verdad
y la superstición.
Si mirásemos la escritura directa desde el punto de vista
de las ventajas que puede ofrecer, diríamos que hasta ahora su
principal utilidad ha sido la prueba material de un hecho grave:
la intervención de una potencia oculta que encuentra por este
medio un nuevo modo de manifestarse. Pero las comunicaciones
que se obtienen de este modo rara vez son extensas; generalmente
son espontáneas y limitadas a palabras, sentencias, a menudo a
signos ininteligibles; se han obtenido en todas las lenguas, en
griego, en latín, en siríaco, en caracteres jeroglíficos, etc., pero
no se han prestado todavía a estas conversaciones continuadas y
rápidas que permite la psycografía o escritura por médiums.
Pneumatofonía
150. Los Espíritus pueden producir ruidos y dar golpes,
pueden también hacer oír gritos de cualquier naturaleza y sonidos
vocales imitando la voz humana, a nuestro lado o en la vaguedad
del aire; este es el fenómeno que designamos bajo el nombre de
pneumatofonía. Según lo que conocemos de la naturaleza de los
Espíritus, se puede pensar que algunos de entre ellos, cuando son
de orden inferior, se hacen ilusión y creen hablar como cuando
vivían. (Véase la Revista Espírita, febrero 1858: “Historia del
aparecido de la señora Clairon”).
Será preciso, sin embargo, guardarse de tomar por voces
ocultas todos los sonidos que no tienen causa conocida, o simples
zumbidos de oídos, y sobre todo de creer que haya la menor verdad
en la especie vulgar de que el oído que zumba nos advierte que se
habla de nosotros en alguna parte. Esos zumbidos cuya causa es
puramente fisiológica, no tienen, por otra parte, ningún sentido,
mientras que los sonidos pneumatofónicos expresan pensamientos y sólo por esto se puede reconocer que son debidos a una causa
inteligente y no accidental. Se puede tomar como principio que
los efectos notoriamente inteligentes son los únicos que pueden
atestiguar la intervención de los Espíritus; en cuanto a los otros
hay al menos cien probabilidades contra una que se deben a causas
fortuitas.
151. Acontece bastante a menudo que dormitando se oyen
pronunciar palabras claras, nombres, algunas veces frases enteras,
y bastante fuertes que nos despiertan con sobresalto. Aunque puede
suceder que en ciertos casos sea esto una manifestación muy real,
este fenómeno nada tiene que sea bastante positivo para que no se
pudiese atribuir a una causa análoga a la que hemos manifestado
en la teoría de la alucinación, capítulo VII, números 111 y
siguientes. Además de que lo que se oye de esta manera, no tiene
ninguna ilación; no sucede lo mismo cuando a uno se le despierta
de repente, porque entonces si es un Espíritu quien se hace oír,
casi siempre puede cambiar con él algunos pensamientos y
mantener una conversación regular.
Los sonidos espiritistas o pneumatofónicos tienen dos
maneras bien claras de producirse; algunas veces es una voz íntima
que resuena en el interior; pero aunque las palabras sean claras y
distintas, sin embargo nada tienen de material; otras veces son
exteriores y tan distintamente articuladas, como si proviniesen de
una persona que se tuviera a nuestro lado.
De cualquier manera que se produzca, el fenómeno de la
pneumatofonía es casi siempre espontáneo y solo puede ser
provocado con rareza.