EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

Volver al menú
347. Los grupos que empiezan tienen que pararse muchas veces por falta de médiums. Los médiums son seguramente uno de los elementos esenciales de las reuniones espiritistas, pero no son elementos indispensables, y no se tendría razón en creer que en defecto de ellos nada haya que hacer. Sin duda aquellos que no se reúnen, sino con el objeto de hacer experimentos, no pueden hacerlo sin médiums, como los músicos en un concierto, sin instrumentos; pero aquellos que llevan la mira de un estudio formal tienen mil motivos de ocupación tan útiles y provechosos, como si pudiesen obrar con los mismos. Además las reuniones que tienen médiums pueden accidentalmente encontrarse sin ellos y sería enojoso que creyesen, en este caso, no tener que hacer otra cosa que retirarse. Los mismos Espíritus pueden, de tiempo en tiempo, dejarles en esta posición, con el fin de enseñarles a pasarse sin ellos. Diremos más; es necesario para aprovecharse de su enseñanza, consagrar algún tiempo en meditarla. Las sociedades científicas no siempre tienen los instrumentos de observación a la vista, y sin embargo encuentran objetos de discusión; en ausencia de poetas y oradores, las sociedades literarias, leen y comentan las obras de autores antiguos y modernos; las sociedades religiosas meditan sobre las Escrituras; las sociedades espiritistas deben hacer lo mismo, y sacarán un gran provecho para su adelantamiento, estableciendo conferencias en las cuales se lea y comente todo lo que pueda tener relación con el Espiritismo en pro o en contra. De esta discusión en la que cada uno lleva el tributo de sus reflexiones, brotan rayos de la luz que pasan desapercibidos en la lectura individual. Al lado de estas obras especiales, los periódicos abundan de hechos, relaciones, acontecimientos, rasgos de virtudes o vicios que suscitan grandes problemas morales, que sólo el Espiritismo puede resolver, y éste es también un medio de probar que tiene relación con todos los ramos del orden social. Aseguramos que una sociedad espiritista que organizase sus trabajos en este sentido, procurándose los materiales necesarios, no tendría bastante tiempo para las comunicaciones directas de los Espíritus; por lo que llamamos la atención sobre este punto de las reuniones verdaderamente formales, de aquellas que toman más empeño en instruirse que en buscar un pasatiempo. (Véase el núm. 207, capítulo de la “Formación de los médiums”).