EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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106. Otra propiedad del periespíritu y que tiende a su naturaleza etérea, es la penetrabilidad. Ninguna materia le hace obstáculo; las atraviesa todas, como la luz atraviesa los cuerpos transparentes. Y por esto nada hay, por cerrado que esté, que pueda oponerse a la entrada de los Espíritus; estos van a visitar al prisionero en su calabozo tan fácilmente como al hombre que está en medio de los campos.