EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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Preguntas sobre las apariciones

100. De todas las manifestaciones espiritistas, las más interesantes son, sin contradicción, aquellas por las cuales los Espíritus pueden hacerse visibles. Se verá por la explicación de este fenómeno que, como los otros, nada tiene de sobrenatural. A continuación ponemos las respuestas que con este objeto han dado los Espíritus.

1. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles? Sí, sobre todo durante el sueño; sin embargo, ciertas personas los ven también durante la vigilia, pero es más raro.


Observación. – Mientras que el cuerpo descansa, el Espíritu se desprende de los lazos materiales; es más libre y puede más fácilmente ver a los otros Espíritus con los cuales entra en comunicación. El sueño no es más que el recuerdo de este estado; cuando uno no se acuerda de nada, se dice que no ha soñado, pero el alma no ha dejado de ver y gozar de su libertad. Nosotros nos ocupamos más especialmente aquí de las apariciones en estado de vigilia. *

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* Véase para más detalles sobre el estado del Espíritu durante el sueño. El libro de los Espíritus, cap. “Emancipación del alma”, núm. 409.



2. Los Espíritus que se manifiestan a la vista, ¿pertenecen más bien a una clase que otra? No, pueden pertenecer a todas las clases, a las más elevadas como a las más inferiores.

3. ¿Es dado a todos los Espíritus el manifestarse visiblemente? Todos lo pueden; pero para esto no tienen siempre el permiso ni la voluntad.

4. ¿Cuál es el fin de los Espíritus que se manifiestan visiblemente? Esto depende de su naturaleza; el fin puede ser bueno o malo.

5. ¿Cómo puede darse este permiso cuando el fin es malo? Entonces es para probar a aquellos a quienes se aparecen. La intención del Espíritu puede ser mala, pero el resultado puede ser bueno.

6. ¿Cuál puede ser el fin de los Espíritus que tienen mala intención haciéndose ver? Asustar y muchas veces vengarse.


– ¿Cuál es el de los Espíritus que vienen con buena intención? Consolar a las personas que lamentan su ausencia, probar que existen y están cerca de vosotros, dar consejos y algunas veces reclamar asistencia para ellos mismos.

7. ¿Qué inconveniente habría en que la posibilidad de ver los Espíritus fuese permanente y general? ¿No sería esto un medio de quitar las dudas de los más incrédulos? Estando el hombre constantemente rodeado de Espíritus, su visión incesante le alteraría, le mortificaría en sus acciones y le quitaría la iniciativa en la mayor parte de los casos, mientras que creyéndose solo obra más libremente. En cuando a los incrédulos, bastantes medios tienen de convencerse si quieren aprovecharse y si no les ciega el orgullo. Sabéis muy bien que hay personas que han visto y que por esto no creen más, puesto que dicen que son ilusiones. No os inquietéis por estas gentes; Dios se encarga de ellas.


Observación. – Habría tanto inconveniente en verse constantemente en presencia de los Espíritus, como en ver el aire que nos rodea, o los millares de animales microscópicos que pululan alrededor de nosotros y sobre nosotros. De donde debemos deducir que lo que Dios hace está bien hecho y que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.

8. Si la visión de los Espíritus tiene inconvenientes, ¿por qué se permite en ciertos casos? Con el fin de dar una prueba de que todo no muere con el cuerpo, y que el alma conserva su individualidad después de la muerte. Esta visión pasajera basta para dar esta prueba y atestiguar la presencia de Espíritus amigos a vuestro lado; pero no tiene los inconvenientes de la permanencia.

9. ¿En los mundos más avanzados que el nuestro la visión de los Espíritus es más frecuente? Cuanto, más se acerca el hombre a la naturaleza espiritual, más fácil entra en relación con los Espíritus; lo grosero de vuestra envoltura es lo que hace más difícil y rara la percepción de los seres etéreos.

10. ¿Es racional asustarse por la aparición de un Espíritu? El que reflexiona debe comprender que un Espíritu, cualquiera que sea, es menos peligroso que un viviente. Por lo demá, los Espíritus van por todas partes y no hay necesidad de verlos para saber que podéis tenerlos a vuestro lado. El Espíritu que quisiera dañar puede hacerlo sin dejarse ver y quizás más aún; no es peligroso porque sea Espíritu, sino más bien por la influencia que puede ejercer sobre el pensamiento desviando del bien e induciendo al mal.


Observación. – Las personas que tienen miedo en la soledad o en la osbcuridad, raras veces se dan cuenta de la causa de su espanto; no podrían decir de qué tienen miedo, pero seguramente deberían temer más el encuentro de los hombres que el de los Espíritus, porque un malhechor es más peligroso vivo que después de su muerte. Una señora conocida nuestra tuvo una noche en su cuarto una aparición tan bien caracterizada, que creyó en la presencia de alguien, y su primer movimiento fue de espanto. Habiéndose asegurado que no había nadie, dijo para sí: “Parece que esto no es más que un Espíritu; puedo, pues, dormir tranquila”.

11. Aquel a quien aparece un Espíritu, ¿podría tener una conversación con él? Perfectamente, y es lo que debe hacerse siempre en semejante caso preguntando al Espíritu quién es, lo que desea y lo que puede hacerse por él y serle útil. Si el Espíritu es desgraciado y padece, la conmiseración que se le demuestra le alivia; si es un Espíritu benévolo puede venir con la intención de dar buenos consejos.


– ¿En este caso el Espíritu cómo puede responder? Lo hace algunas veces por sonidos articulados, como lo haría una persona viva; lo más a menudo hay transmisión de pensamientos.

12. ¿Los Espíritus que aparecen con alas, las tienen realmente o solo son una apariencia simbólica? Los Espíritus no tienen alas, no tienen necesidad de ellas, pues pueden transportarse por todas partes como Espíritus. Aparecen según el modo con el que quieren afectar a la persona a la cual se muestran: los unos aparecerán con el traje vulgar, otros envueltos en ropajes, algunos con alas, como atributo de la categoría de los Espíritus que representan.

13. Las personas que se ven en sueños, ¿son siempre aquellas cuyo aspecto tienen? Casi siempre son aquellas personas que vuestro Espíritu ya a encontrar, o que vienen a encontraros.

14. Los Espíritus burlones ¿no podrían tomar la apariencia de las personas que nos son queridas para inducirnos al error? No toman apariencias fantásticas sino para divertirse a vuestra costa; pero hay cosas con las que no les es permitido divertirse.

15. Siendo el pensamiento una especie de evocación se comprende que provoque la presencia del Espíritu; pero, ¿cómo es que muchas veces las personas en las cuales se piensa más, que se desea ardientemente volver a ver, nunca se presentan en sueño, mientras que se ven gentes indiferentes y en las cuales no se piensa de ningún modo? Los Espíritus, no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, aun en sueño, y a pesar del deseo que se tiene de verles; causas independientes de su voluntad pueden impedirlo. Muchas veces esto es también una prueba, de la que el deseo más ardiente no puede librar. En cuanto a las personas indiferentes, si vosotros no pensáis en ellas, es posible que ellas piensen en vosotros. Por lo demás vosotros no podéis formaros una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus; encontraréis allí una porción de conocimientos íntimos, antiguos o nuevos, de los cuales no tenéis ninguna idea en estado de vigilia.


Observación. – Cuando no hay ningún medio de comprobar las visiones o apariciones, se puede, sin duda, ponerlas en la cuenta de las alucinaciones; pero cuando son confirmadas por los acontecimientos, no podrán atribuirse a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones en el momento de su muerte, en sueño o en estado de vigilia, de personas con las cuales no se piense de ningún modo, y que por diversas señales viene a revelar circunstancias del todo inesperadas a su objeto. Se ha visto muchas veces a los caballos encabritarse y rehusar avanzar ante apariciones que espantaban a aquellos que los conducían. Si la imaginación produce algún efecto en los hombres, seguramente no existe entre los animales. Por otra parte, si las imágenes que se ven en sueños fueran siempre un efecto de las preocupaciones de la vigilia, nada explicaría por qué acontece a menudo que no se sueña jamás en las cosas que más se piensa.

16. ¿Por qué ciertas visiones son más frecuentes en estado de enfermedad? También tienen lugar en estado de perfecta salud: pero en la enfermedad los lazos materiales están relajados; la debilidad del cuerpo deja más libertad al Espíritu, quien entra con más facilidad en comunicación con los otros Espíritus.

17. Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes en ciertos lugares. ¿Será que algunos pueblos están mejor dotados que otros para tener esta clase de manifestaciones. ¿Es que hacéis un proceso verbal por cada aparición? Las apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, están igualmente extendidas por toda la Tierra, pero presentan caracteres distintos según los pueblos en los cuales tienen lugar. Por ejemplo, en aquellos donde la escritura está poco extendida, no hay médiums escribientes; en los otros abundan. En otra parte hay ruidos más a menudo y movimientos que comunicaciones inteligentes, porque éstas son menos estimadas y buscadas.

18. ¿Por qué las apariciones tienen más bien lugar por la noche? ¿No sería esto un efecto del silencio y de la obscuridad sobre la imaginación? Por la misma razón que la obscuridad os hace ver durante la noche las estrellas que no veis en pleno día. La gran claridad puede borrar una aparición ligera; pero es un error creer que la noche sirva en cuanto a eso para alguna cosa. Preguntad a todos aquellos que las han tenido y veréis que la mayor parte las han visto de día.


Observación. – Los hechos de apariciones son mucho más frecuentes y generales de lo que se cree; pero muchas personas no los confiesan por temor al ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si parecen más multiplicados en ciertos pueblos, esto proviene de que se conservan en ellos más cuidadosamente las tradiciones verdaderas o falsas, casi siempre abultadas por el atractivo de lo maravilloso, a que se presta más o menos el aspecto de las localidades; la credulidad hace entonces ver efectos sobrenaturales en los fenómenos más vulgares; el silencio de la soledad, la escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, las ráfagas de la tempestad, el eco de las montañas, la forma fantástica de las nubes, las sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta para ilusionar a imaginaciones sencillas y cándidas, que cuentan de buena fe lo que han visto, o lo que han creído ver. Pero al lado de la ficción hay la realidad; el estudio formal del Espiritismo conduce a separar de la realidad todos los accesorios ridículos de la superstición.

19. ¿La visión de los Espíritus se produce en estado normal o solamente en un estado extático? Puede tener lugar en las condiciones perfectamente normales; sin embargo, las personas que los ven están muchas veces en un estado particular muy cerca del éxtasis que les da una especie de doble vista (El libro de los Espíritus, núm. 447).

20. Aquellos que ven a los Espíritus ¿los ven por los ojos? Ellos lo creen; pero en realidad el alma es la que ve, y lo que lo prueba es que pueden verse con los ojos cerrados.

21. ¿Cómo puede el Espíritu hacerse visible? El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones, tiende a las propiedades del periespíritu, que puede sufrir diversas modificaciones a gusto del Espíritu.

22. El Espíritu propiamente dicho ¿puede hacerse visible o bien no lo puede sino con la ayuda del periespíritu? En vuestro estado material, los Espíritus solo pueden manifestarse con la ayuda de su envoltura semimaterial; es el intermediario por el cual obran sobre vuestros sentidos. Bajo esta envoltura aparecen algunas veces con una forma humana o cualquier otra, ya sea en sueños, ya sea en estado de vigilia, lo mismo a la luz que en la obscuridad.

23. ¿Se podría decir que es por condensación del fluido del periespíritu que el Espíritu se hace visible? Condensación no es la palabra; más bien es una comparación que puede ayudar a haceros comprender el fenómeno, porque realmente no hay condensación. Por la combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu una disposición particular que no tiene analogía para vosotros y que lo hace perceptible.

24. Los Espíritus que aparecen ¿no pueden tocarse nunca y son siempre inaccesibles al tacto? En su estado normal son impalpables, como cuando se sueña. Sin embargo pueden hacer impresión en el tacto y dejar trazas de su presencia, y aun en ciertos casos venir a ser momentáneamente tangibles, lo que prueba que entre ellos y vosotros hay una materia.

25. ¿Todos son aptos para ver los Espíritus? Durante el sueño, sí, pero no en estado de vigilia. En el sueño el alma ve sin intermediario; en la vigilia está siempre más o menos sujeta a la influencia de los órganos; por esto las condiciones no son siempre las mismas.

26. ¿De qué proviene la facultad de ver los Espíritus durante la vigilia? Esta facultad depende del organismo; proviene de la facilitad más o menos grande que tiene el fluido del vidente para combinarse con el del Espíritu. Así no basta al Espíritu querer mostrarse; es preciso, además, que encuentre en la persona a la cual quiere hacerse ver, la aptitud necesaria. –


¿Esta facultad puede desenvolverse con el ejercicio? Lo puede como todas las otras facultades; pero es una de aquellas de las cuales vale más esperar el desenvolvimiento natural que provocarle, por el temor de sobreexcitar la imaginación. La visión general y permanente de los Espíritus es excepcional, y no está en las condiciones normales del hombre.

27. ¿Se puede provocar la aparición de los Espíritus? Se puede algunas veces, pero muy raramente; es casi siempre espontánea. Para esto es menester estar dotado de una facultad especial.

28. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles bajo otra apariencia que la forma humana? La forma humana es la forma normal; el espíritu puede variar su apariencia, pero siempre es el tipo humano.


–¿No pueden manifestarse bajo la forma de una luz? Pueden producir llamas, luces, como cualesquiera otros efectos, para atestiguar su presencia; pero estas cosas no son los mismos Espíritus. La llama muchas veces sólo es una ilusión ópitica o una emanación del periespíritu; en todos los casos no es más que una parte de éste; el periespíritu no aparece entero sino en las visiones.

29. ¿Qué pensaremos de la creencia que atribuye los fuegos fatuos a la presencia de almas o Espíritus? Superstición producida por la ignorancia. La causa física de los fuegos fatuos es bien conocida.


– La llama azul que apareció, según se dice, sobre la cabeza del niño Servius Tullius, ¿es una fábula o una realidad? Era real; fue producida por el Espíritu familiar que quería advertir a la madre. Esta madre, médium vidente, había apercibido un rayo del Espíritu protector de su hijo. Todos los médiums videntes no ven al mismo grado, así como vuestros médiums escribientes no escriben todos la misma cosa. Mientras que esta madre sólo veía una llama, otro médium hubiese podido ver el mismo cuerpo del Espíritu.

30. ¿Los Espíritus podrían presentarse bajo la forma de animales? Puede suceder; pero los que tomen estas apariencias son siempre Espíritus muy inferiores. En todos los casos esto sólo sería una apariencia momentánea; porque sería absurdo el creer que un animal cualquiera pudiese ser la encarnación real de un Espíritu. Los animales son siempre animales y no otra cosa.


Observación. – Sólo la superstición puede hacer creer que ciertos animales están animados por Espíritus; es preciso una imaginación muy complaciente, o bien afectada, para ver alguna cosa sobrenatural en circunstancias un tanto extravagantes, con las cuales se presentan algunas veces; pero el miedo hace ver con frecuencia lo que no existe. El miedo no siempre es el origen de esta idea; hemos conocido una señora muy inteligente por cierto, que se aficionó más de lo regular a un gatazo negro, porque le creía de una naturaleza “sobreanimal”; pero no había oído jamás hablar del Espiritismo; si lo hubiera conocido, le habría hecho comprender lo ridículo de la causa de su predilección, probándole la imposibilidad de semejante metamorfosis.