EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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284. Evocación de las personas vivientes


37. La encarnación del Espíritu, ¿es un obstáculo absoluto para su evocación? No, pero es preciso que el estado del cuerpo permita al Espíritu desprenderse de la materia en este momento. El Espíritu encarnado viene con tanta más facilidad cuanto más elevado es el mundo en que se encuentra, porque los cuerpos son allí menos materiales.


38. ¿Puede evocarse el Espíritu de una persona viviente? Sí, puesto que puede evocarse un Espíritu encarnado. El Espíritu de un viviente puede también en sus momentos de libertad presentarse, sin ser evocado; esto depende de su simpatía por las personas con las cuales se comunica. (Véase en el número 115, la historia del hombre de la caja de polvo).


39. ¿En qué estado está el cuerpo de la persona cuyo Espíritu se evoca? Duerme o dormita; entonces es cuando el Espíritu es libre. –¿Podría despertarse el cuerpo mientras que el Espíritu está ausente? No; el Espíritu está obligado a volver a entrar en él; si en este momento está hablando con vosotros, os deja y algunas veces os dice el motivo.


40. ¿El Espíritu ausente del cuerpo, ¿cómo es advertido de la necesidad de su presencia? El Espíritu de un cuerpo viviente nunca está completamente separado; a cualquiera distancia que se transporte, está unido a él por un lazo fluídico que sirve para llamarle cuando es necesario; este lazo solo se rompe con la muerte.


Observación. – Este lazo fluídico ha sido apercibido a menudo por médiums videntes. Es una especie de rastro fosforescente que se pierde en el espacio en dirección al cuerpo. Ciertos Espíritus han dicho que en esto se reconocen aquellos que pertenecen al mundo corporal.


41. ¿Qué sucedería si durante el sueño y en ausencia del Espíritu, el cuerpo fuese herido mortalmente? El Espíritu sería advertido y volvería a entrar antes que la muerte se consumase. –De ese modo, ¿no podría suceder que el cuerpo muriese en la ausencia del Espíritu, y que éste, a su vuelta, no pudiese volver a entrar? No; esto sería contrario a la ley que rige la unión del alma y del cuerpo. –¿Pero si fuese el golpe dado súbitamente y de improviso? El Espíritu sería avisado antes que se diera el golpe mortal.


Observación. – Preguntado el Espíritu de un vidente sobre este hecho, respondió: “Si el cuerpo podía morir en ausencia del Espíritu, esto sería un medio muy cómodo de cometer suicidios hipócritas”.


42. ¿El Espíritu de una persona evocada durante el sueño, es tan libre de comunicarse como el de una persona muerta? No; la materia influye siempre poco o mucho.


Observación. – Una persona en este estado a la que se dirigía esta pregunta, contestó: Estoy siempre encadenado a la bala que arrastro tras de mí. –En este estado, ¿podría ser impedimento al Espíritu para venir, el que estuviese en otra parte? Sí; puede suceder que el Espíritu esté en un paraje y que se complaciera en permanecer allí, entonces no viene a la evocación, sobre todo cuando es hecha por alguno que no le interesa.


43. ¿Es enteramente imposible evocar el Espíritu de una persona despierta? Aunque difícil, no es absolutamente imposible, porque si la evocación llega, puede suceder que la persona se duerma; pero el Espíritu no puede comunicarse, como Espíritu, sino en los momentos en que su presencia no es necesaria para la actividad inteligente del cuerpo.


Observación. – La experiencia nos prueba que la evocación hecha durante el estado de vela puede provocar sueño, o al menos una absorción vecina al sueño, pero este efecto solo puede tener lugar por una voluntad muy enérgica y si existen lazos de simpatía entre las dos personas; de otro modo la evocación no tiene resultado. En el mismo caso en que la evocación podría provocar sueño, si el momento es inoportuno, no queriendo dormir, la persona opondrá resistencia, y si sucumbe, su Espíritu estará turbado y responderá difícilmente. Resulta de esto que el momento más favorable para la evocación de una persona viviente es el de su sueño natural, porque siendo libre, su Espíritu puede venir al que le llama de la misma manera que podría ir a otra parte. Cuando la evocación se hace con el consentimiento de la persona y que ésta procura dormirse con este objeto, puede suceder que esta preocupación retarde el sueño y turbe al Espíritu; por esto el sueño no forzado es el preferido.


44. Una persona viviente evocada, ¿tiene de ello conciencia al despertar? No; vosotros lo sois más a menudo de lo que creéis. Sólo su Espíritu lo sabe y puede algunas veces dejarle una vaga impresión como de un sueño. –¿Quién es el que puede evocarnos si somos seres obscuros? En otras existencias podéis haber sido personas conocidas en este mundo o en otros, y además vuestros parientes y vuestros amigos igualmente en este mundo o en otros. Supongamos que tu Espíritu haya animado el cuerpo del padre de otra persona; pues bien: cuando esta persona evoque a su padre, será tu Espíritu el que será evocado y responderá.


45. ¿El Espíritu evocado de una persona viviente responde como Espíritu o según las ideas de cuando está despierto? Esto depende de su elevación, pero juzga más sanamente y con menos preocupaciones, absolutamente como los sonámbulos; es un estado parecido a poca diferencia.


46. ¿Si el Espíritu de un sonámbulo en estado de sueño magnético fuese evocado, sería más lúcido que el de otra persona? Si duda respondería con más facilidad porque está más desprendido; todo depende del grado de independencia del Espíritu y del cuerpo. –¿El Espíritu de un sonámbulo podría responder a una persona que le evocase a distancia, al mismo tiempo que respondería verbalmente a otra persona? La facultad de comunicarse simultáneamente sobre dos puntos diferentes no pertenece sino a los Espíritus completamente desprendidos de la materia.


47. ¿Se podrían modificar las ideas de una persona en el estado de vela, obrando sobre su Espíritu durante el sueño? Sí, algunas veces; el Espíritu no está ya unido a la materia por lazos tan íntimos; por esto es más accesible a las impresiones morales y estas impresiones pueden influir sobre su manera de ver en el estado ordinario. Desgraciadamente sucede muy a menudo que al despertarse, la naturaleza corporal le conduce a hacerle olvidar las buenas resoluciones que ha podido tomar.


48. El Espíritu de una persona viviente ¿es libre de decir lo que quiere? Tiene sus facultades de Espíritu y por consiguiente su libre albedrío, y como tiene más perspicacia, es también más circunspecto que cuando está despierto.


49. ¿Podría obligarse a una persona, evocándola, a decir lo que ella quisiera callar? He dicho ya que el Espíritu tiene su libre albedrío, pero puede ser que como Espíritu dé menos importancia a ciertas cosas que en el estado ordinario; su conciencia puede hablar con más libertad. Por lo demás, si no quiere hablar, puede siempre evadirse de las impertinencias marchándose, porque no puede detenerse su Espíritu como se retiene su cuerpo.


50. ¿El Espíritu de una persona viviente no podría ser obligado por otro Espíritu a venir y hablar del mismo modo que tiene lugar con los Espíritus errantes? Entre los Espíritus, que estén muertos o vivos, solo hay supremacía por la superioridad moral, y debéis creer bien que un Espíritu superior jamás prestaría su apoyo a una fea indiscreción.


Observación. – Este abuso de confianza sería en efecto una mala acción, pero no podría tener resultado, puesto que no se puede arrancar un secreto que el Espíritu quisiera callar, a menos que, dominado por un sentimiento de justicia, confesase lo que en otras circunstancias callaría.


Una persona quiso saber, por este medio, de uno de sus parientes, si el testamento de este último estaba en su favor. El Espíritu contestó: “Sí, mi amada sobrina, y muy pronto tendrás la prueba”. En efecto, la cosa era real, pero pocos días después, el pariente destruyó su testamento y tuvo la malicia de hacerlo saber a la persona, sin que supiese que había sido evocado. Un sentimiento instintivo, le condujo, sin duda, a ejecutar la resolución que el Espíritu había tomado según la pregunta que se le había hecho. Hay bajeza en pedir al Espíritu de un muerto o de un vivo, lo que uno no se atrevería a pedir a su persona; y esta bajeza por lo mismo no tiene por compensación el resultado que se promete.


51. ¿Puede evocarse un Espíritu cuyo cuerpo está aun en el seno de su madre? No; sabéis bien que en este momento el Espíritu está en una turbación completa.


Observación. – La encarnación no tiene lugar definitivamente sino en el momento en que el niño respira; pero desde la concepción el Espíritu designado para animarle, está sobrecogido de una turbación que aumenta cuando se aproxima el nacimiento y le quita la conciencia de sí mismo y por consecuencia la facultad de responder. (Véase El libro de los Espíritus: Vuelta a la vida corporal; unión del alma y del cuerpo, núm. 344).


52. ¿Un Espíritu mentiroso podría tomar el puesto de una persona viviente que se evocase? Esto no es dudoso y sucede muy a menudo, sobre todo cuando la intención del evocador no es pura. Por lo demás la evocación de las personas, vivientes sólo tiene el interés de un estudio psicológico; conviene abstenerse siempre que no pueda tener un resultado instructivo.


Observación. – Si la evocación de los Espíritus errantes no siempre da resultado, para servirnos de su expresión, esto es mucho más frecuente para los que están encarnados; entonces, sobre todo es cuando los Espíritus mentirosos toman su puesto.


53. La evocación de una persona viviente ¿tiene inconvenientes? Nunca deja de tener peligro; esto depende de la posición de la persona, porque si está enferma puede aumentar sus sufrimientos.


54. ¿En qué caso la evocación de una persona viviente puede tener más inconvenientes? Debe abstenerse de evocar a los niños de muy corta edad, a las personas gravemente enfermas, a los ancianos achacosos, en una palabra, puede tener inconvenientes todas las veces que el cuerpo está muy debilitado.


Observación. – La brusca suspensión de las facultades intelectuales durante el estado de vela, podría también ofrecer peligro si la persona se encontraba en este momento en la necesidad de tener toda su presencia de espíritu.


55. ¿Durante la evocación de una persona viviente, experimenta su cuerpo fatiga a consecuencia del trabajo al que se entrega el Espíritu aunque se halle ausente? Una persona en este estado y que pretendía que su cuerpo se fatigaba, respondió a esta pregunta: Mi Espíritu es como un globo cautivo atado a un poste; mi cuerpo es el poste que se estremece por las sacudidas del globo.


56. ¿Puesto que la evocación de personas vivientes puede tener inconvenientes cuando se hace sin precaución, el daño existe también cuando se evoca a un Espíritu que no se sabe si está encarnado y que podría no encontrarse en condiciones favorables? No; las circunstancias no son las mismas; no vendrá si no está en disposición de hacerlo. Y, además, ¿no os he dicho que preguntéis antes de hacer una evocación, si podéis hacerla?


57. Cuando nosotros experimentamos en los momentos más inoportunos, una irresistible pasión de sueño, ¿dimana de que nos evocan en alguna parte? Sin duda esto puede tener lugar, pero lo más a menudo es un efecto puramente físico, sea que el cuerpo tenga necesidad de descanso, sea que el Espíritu tenga necesidad de libertad.


Observación. – Una señora conocida nuestra, médium, tuvo un día la idea de evocar al Espíritu de su nieto que dormía en la misma habitación. La identidad se hizo constar por el lenguaje, las expresiones familiares del niño y por el relato muy exacto de muchas cosas que le habían sucedido en su pensión, pero una circunstancia vino a confirmarlo. De repente la mano de la médium se paró en medio de una frase, sin que fuera posible obtener nada más; en este momento, el niño medio despierto hizo muchos movimientos en la cama; algunos instantes después, volviéndose a dormir, la mano marchó otra vez continuando la conversación interrumpida. La evocación de las personas vivientes, hecha en buenas condiciones, prueba de la manera más patente la acción distinta del Espíritu y del cuerpo y por consiguiente la existencia de un principio inteligente, independiente de la materia. (Véase en la Revista Espírita de 1860, págs. 11 y 81, muchos ejemplos notables de evocación de personas vivientes.)