EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

Volver al menú
XXI

Amigos míos, vosotros queréis formar una reunión espírita y os lo apruebo, porque los Espíritus no pueden ver con placer que los médiums estén aislados. Dios no les ha dado esta sublime facultad para ellos solos, sino para el bien general. Comunicándose con otros, tienen mil ocasiones de ilustrarse sobre el mérito de las comunicaciones que reciben, mientras que solos, están mucho mejor bajo el imperio de los Espíritus mentirosos, maravillados de no tener comprobación. Esto es para vosotros, y si no estáis dominados por el orgullo, lo comprenderéis y de ello sacaréis provecho. Vamos ahora para los demás. ¿Os habéis dado cuenta de lo que debe ser una reunión espiritista? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el fin de convencerlas. Desengañaos; cuantos menos fuereis más obtendréis. Es sobre todo por el ascendiente moral que vosotros ejerceréis, que atraeréis a los incrédulos, mucho más que por los fenómenos que obtengáis; si sólo atraéis por los fenómenos, os vendrán a ver por curiosidad y encontraréis curiosos que no os creerán y que se reirán de vosotros; si solo se encuentran entre vosotros personas dignas de estima, puede ser que no se os crea en seguida, pero se os respetará, y el respeto inspira siempre confianza. Estáis convencidos que el Espiritismo debe conducir a una reforma moral; que vuestra reunión sea, pues, la primera en dar ejemplo de virtudes cristianas, porque en este tiempo de egoísmo, en las sociedades espiritistas la verdadera caridad debe encontrar un refugio (1). Tal debe ser, amigos míos, una reunión de verdaderos espiritistas. Otra vez ya daré otros consejos. Fenelón.