EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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341. La influencia del centro es consecuencia de la naturaleza de los Espíritus y de su modo de acción sobre los seres vivientes; de esta influencia cada uno puede deducir las condiciones más favorables para una sociedad que aspira a conciliar a la simpatía de los buenos Espíritus, y a no obtener sino buenas comunicaciones separando las malas. Estas condiciones están todas en las disposiciones morales de los asistentes; se resumen en los puntos siguientes:

Perfecta comunidad de miras y de sentimientos;

Benevolencia recíproca entre todos los miembros;

Ausencia de todo sentimiento contrario a la verdadera caridad cristiana;

Deseo único de instruirse y mejorarse por la enseñanza de los buenos Espíritus y sacar provecho de sus consejos. Cualquiera que se persuada que los Espíritus superiores se manifiestan con el objeto de hacernos progresar y no para nuestro placer, comprenderá que deben retirarse de aquello que se limitan a admirar su estilo sin sacar de él ningún fruto, y no toman el atractivo de las sesiones, sino por el mayor o menor interés que les ofrecen según sus gustos particulares;

Exclusión de todo lo que en las comunicaciones pedidas a los Espíritus, sólo tendrían un objeto de curiosidad;

Recogimiento y silencio respetuosos durante la conversación con los Espíritus;

Asociación de todos los asistentes, por el pensamiento, al llamamiento que se hace de los Espíritus que se evocan;

Concurso de los médiums de la asamblea con ausencia de todo sentimiento de orgullo, de amor propio y de supremacia y por el único deseo de hacerse útiles.

¿Son tan difíciles de llenar estas condiciones que no se puedan encontrar? No lo creemos así; esperamos, por el contrario, que las reuniones verdaderamente formales, como las que existen ya en diferentes partes se multiplicarán, y no nos escondemos para decir que a ellos deberá el Espiritismo su más poderosa propagación; reuniendo a los hombres de bien y de conciencia, impondrán silencio a la crítica y cuanto más puras sean sus intenciones, más respetadas serán también de sus adversarios; cuando la burla ataca lo bueno, cesa de hacer reír: se vuelve despreciable. Entre las reuniones de este género un verdadero lazo simpático, una solidaridad mutua, se establecerá por la fuerza de las cosas y contribuirán al progreso general.