EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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35. A los que quieran adquirir estos conocimientos preliminares por la lectura de nuestras obras, he aquí el orden que les aconsejamos:

1º Qué es el Espiritismo Este cuaderno, de un centenar de páginas solamente es una exposición sumaria de los principios de la Doctrina Espiritista, una ojeada general que permite abrazar el conjunto en un cuadro reducido. En pocas palabras se ve el objeto y se puede juzgar su fondo. Se encuentran en él, además, la respuesta a las principales preguntas u objeciones que están naturalmente inclinadas a hacer las personas novicias. Esta primera lectura, que pide poco tiempo, es una introducción que facilita un estudio más profundo.

2º El libro de los Espíritus; contiene la doctrina completa dictada por los mismos Espíritus con toda su filosofía y todas sus consecuencias morales; es el destino del hombre sin el velo que le cubre, la iniciación en la naturaleza de los Espíritus, y en los misterios de la vida de ultratumba. Leyéndole se comprende que el Espiritismo tiene un objeto serio y no es un pasatiempo frívolo.

3º El libro de los médiums; está destinado a dirigir en la práctica de las manifestaciones, por el conocimiento de los medios más propios para comunicar con los Espíritus; es un guía, ya para los médiums, ya para los que evocan, y el complemento del El libro de los Espíritus.


4º La Revista Espírita; es una colección variada de hechos, de explicaciones teóricas, y de fragmentos separados, que completan lo que se ha dicho en las dos precedentes obras y que de cierto modo es su aplicación. La lectura puede hacerse al mismo tiempo, pero será más provechosa y más inteligible, sobre todo después de la de El libro de los Espíritus.


He ahí lo que nos concierne. Los que quieren adquirir todos los conocimientos de una ciencia, deben necesariamente leer todo lo que se ha escrito sobre la materia, o al menos las cosas principales, y no limitarse a un solo autor; deben asimismo leer el pro y el contra, tanto las críticas como las apologías, iniciarse en los diferentes sistemas a fin de poder juzgar por comparación. Bajo este aspecto no preconizamos ni criticamos ninguna otra, no queriendo influir en nada sobre la opinión que de ellas pueda formarse; llevando nuestra piedra al edificio, nos ponemos en las filas: no nos pertenece ser juez y parte, y no tenemos la ridícula pretensión de ser los únicos dispensadores de la luz; corresponde al lector separar lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso.