EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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338. Además de las personas notoriamente malévolas que se entrometen en las reuniones, hay aquellos que por carácter, llevan tan turbación en sí mismos por todas partes en donde se encuentran: no se podía pues ser bastante circunspecto sobre los elementos nuevos que se introducen en ellas. Los más incómodos en este caso, no son los ignorantes en la materia, ni tampoco los que no creen: la convicción no se adquiere sino por la experiencia, y hay personas que quieren ilustrarse de buena fe. De los que uno debe guardarse es de las gentes que tienen un sistema preconcebido; de los incrédulos que dudan de todo, aun de la evidencia; de los orgullosos, que pretendiendo tener ellos solos la ciencia infusa, quieren imponer en todo su opinión y miran con desdén a cualquiera que no piense como ellos. No os dejéis seducir por su pretendido deseo de ilustrarse; hay más de uno que se incomodaría si se le forzara en convenir que se le engaña; guardaos sobre todo de esos peroradores insípidos que quieren ser siempre los últimos y de aquellos que sólo se complacen en la contradicción; los unos y los otros hacen perder el tiempo sin provecho para ellos mismos; los Espíritus no quieren palabras inútiles.