EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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330. Lo que debe proponerse una reunión formal es separar a los Espíritus mentirosos; estaría en error si se creyese al abrigo por su objeto y por la cualidad de sus médiums; no lo alcanzará hasta que ella misma se halle en condiciones favorables.

Para comprender bien lo que pasa en esta circunstancia, rogamos que se atienda a lo que hemos dichos anteriormente, núm. 231 sobre la influencia del centro. Es menester representarse a cada individuo como rodeado de cierto número de acólitos invisibles que se identifican con su carácter, sus gustos y sus inclinaciones; pues toda persona que entra en una reunión lleva con ella Espíritus que le son simpáticos. Según su número y su naturaleza, estos acólitos pueden ejercer sobre la asamblea y sobre las comunicaciones una influencia buena o mala. Una reunión perfecta sería aquella en que todos sus miembros, animados por un mismo amor al bien, solo llevasen consigo buenos Espíritus; a falta de la perfección, la mejor será aquella en que el bien supere al mal. Esto es demasiado lógico para que sea necesario insistir en ello.