Las tempestades – Papel de los Espíritus en los fenómenos naturales
(Sociedad, 22 de julio de 1859.)
1. (A François Arago.) Nos han dicho que la tempestad de Solferino ha tenido un objetivo providencial, y nos han señalado varios hechos de ese género, particularmente en febrero y en junio de 1848. Durante los combates, ¿tenían esas tempestades un objetivo análogo? –Resp. Casi todas.
2. El Espíritu interrogado sobre este tema nos ha dicho que en esas circunstancias sólo Dios actuaba, sin intermediarios. Permitidnos algunas preguntas al respecto, las cuales os pedimos que tengáis a bien responder con vuestra claridad habitual.
Concebimos perfectamente que la voluntad de Dios sea la causa primera, en esto como en todas las cosas; pero también sabemos que los Espíritus son sus agentes. Ahora bien, puesto que nosotros sabemos que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia, no vemos por qué algunos de ellos no podrían ejercer una acción sobre los elementos, para agitarlos, calmarlos o dirigirlos. –Resp. Pero es evidente; no podría ser de otro modo. Dios no ejerce una acción directa sobre la materia; Él tiene agentes dedicados en todos los grados de la escala de los mundos. El Espíritu evocado se expresó así por tener un conocimiento menos perfecto de esas leyes, como de las leyes de la guerra.
Observación – La comunicación del oficial, relatada anteriormente, ha sido obtenida el 1° de julio; ésta ha tenido lugar el día 22 y por otro médium; nada, en la pregunta, indica la condición del primer Espíritu evocado, condición que espontáneamente recuerda el Espíritu que acaba de responder. Esta circunstancia es característica, y prueba que el pensamiento del médium no influyó para nada en la respuesta. Es así que, en una multitud de circunstancias fortuitas, el Espíritu revela su identidad como su independencia. Por eso es que nosotros decimos que es necesario ver y observar mucho; entonces, descubrimos una multitud de matices que escapan al observador superficial y apresurado. Se sabe que es preciso observar a fondo los hechos cuando ellos se presentan, y que no es provocándolos que los mismos se obtienen. El observador atento y paciente siempre encuentra algo que pueda aprovechar.
3. La mitología se basa enteramente en las ideas espíritas; en ella encontramos todas las propiedades de los Espíritus, con la diferencia de que los Antiguos consideraban a los Espíritus como dioses. Ahora bien, la mitología representa esos dioses o Espíritus con atribuciones especiales; así, unos eran encargados de los vientos, otros de los rayos, otros presidían la vegetación, etc. Esta creencia ¿está desprovista de fundamento? –Resp. Se halla tan poco desprovista de fundamento que aún está muy por debajo de la verdad.
4. En el inicio de nuestras comunicaciones los Espíritus nos han dicho cosas que parecen confirmar este principio. Por ejemplo, ellos nos han dicho que ciertos Espíritus habitan más especialmente el interior de la Tierra y presiden los fenómenos geológicos. –Resp. Sí, y no tardaréis mucho en tener la explicación de todo esto.
5. Esos Espíritus que habitan en el interior de la Tierra y que presiden los fenómenos geológicos, ¿son de un orden inferior? –Resp. Estos Espíritus no habitan realmente en la Tierra, pero presiden y dirigen los fenómenos; son de un orden totalmente diferente.
6. ¿Son Espíritus que se han encarnado en hombres como nosotros? –Resp. Que lo serán o que lo han sido. Dentro de poco tiempo os diré más al respecto, si lo quisiereis.