Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1859

Allan Kardec

Volver al menú
El Guía de la señora Mally

(Sociedad, 8 de julio de 1859.)

1. Evocación del Guía de la Sra. Mally. –Resp. Estoy aquí; esto es fácil para mí.

2. ¿Con qué nombre queréis que os designemos? –Resp. Como queráis: por aquel con el cual ya me conocéis.

3. ¿Qué motivo os ha vinculado a la señora Mally y a sus hijos? –Resp. Al principio, antiguas relaciones y una amistad, una simpatía que Dios protege siempre.

4. Dicen que ha sido la sonámbula, señora Dupuy, quien os ha encaminado a la señora Mally; ¿esto es verdad? –Resp. Es aquélla quien ha dicho que yo estaba junto a ésta.

5. ¿Dependéis de esta sonámbula? –Resp. No.

6. ¿Podría esa sonámbula alejaros de aquella señora? –Resp. No.

7. Si esta sonámbula desencarnase, ¿esto tendría sobre vos alguna influencia? –Resp. Ninguna.

8. ¿Hace mucho tiempo que habéis desencarnado? –Resp. Sí, hace varios años.

9. ¿Qué erais cuando estabais encarnado? –Resp. Un niño, que había muerto a los ocho años.

10. Como Espíritu, ¿sois feliz o infeliz? –Resp. Feliz; no tengo ninguna congoja personal, y no sufro sino por los otros; es verdad que sufro mucho por ellos.

11. ¿Habéis sido vos quien apareció en la escalera a la señora Mally, bajo la forma de un joven que ella tomó por un ladrón? –Resp. No; era un compañero.

12. ¿Y en otra ocasión bajo la forma de un cadáver? Esto podía impresionarla de modo perjudicial; fue una mala pasada que denota falta de benevolencia. –Resp. Lejos de esto en mucho casos; pero aquí era para dar a la señora Mally pensamientos más valientes; ¿qué tiene un cadáver de espantoso?

13. ¿Tenéis entonces el poder de volveros visible a voluntad? –Resp. Sí, pero yo os he dicho que no había sido yo.

14. ¿Sois igualmente extraño a las otras manifestaciones materiales que se han producido en la casa de ella? –Resp. ¡Perdón! Esto sí; fue eso lo que me impuse junto a ella, como trabajo material; pero realizo un trabajo mucho más útil y bien más serio para ella.

15. ¿Podéis volveros visible a todos? –Resp. Sí.

16. ¿Podríais volveros visible aquí a uno de nosotros? –Resp. Sí; pedid a Dios que lo permita; puedo hacerlo, pero no me atrevo a realizarlo.

17. Si no quisiereis volveros visible, ¿podríais al menos darnos una manifestación, traernos, por ejemplo, algo sobre la mesa? –Resp. Ciertamente; ¿pero para qué? Ante ella es por ese medio que atestiguo mi presencia, pero para vos esto es inútil, porque nosotros estamos conversando.

18. ¿El obstáculo no sería aquí la falta de un médium necesario para producir esas manifestaciones? –Resp. No, esto es un obstáculo sencillo. ¿No veis a menudo apariciones súbitas a personas que no son de modo alguno médiums?

19. ¿Todo el mundo es, por lo tanto, apto para tener manifestaciones espontáneas? –Resp. Sí, ya que todos los hombres son médiums.

20. Entretanto, ¿no encuentra el Espíritu, en el organismo de ciertas personas, una mayor facilidad para comunicarse? –Resp. Sí, pero yo os dije –y deberíais saberlo– que los Espíritus son poderosos por sí mismos; el médium nada es. ¿No tenéis la escritura directa? Y para esto, ¿es necesario un médium? No, sino solamente fe y un ardiente deseo, y frecuentemente esto se produce también sin los hombres saberlo, es decir, sin fe y sin deseo.

21. ¿Pensáis que las manifestaciones, tales como la escritura directa, por ejemplo, se volverán más comunes de lo que hoy lo son? –Resp. Ciertamente; ¿cómo comprendéis entonces la divulgación del Espiritismo?

22. ¿Podéis explicarnos lo que la pequeña hija de la señora Mally recibía en su mano y lo que comía durante su enfermedad? –Resp. Maná: una sustancia formada por nosotros, que posee el principio contenido en el maná común y el sabor de las golosinas.

23. ¿Es formada esta sustancia de la misma manera que las vestimentas y otros objetos que los Espíritus producen por su voluntad y por la acción que ejercen sobre la materia? –Resp. Sí, pero los elementos son bien diferentes; las partes que forman el maná no son las mismas que yo tomaría para formar madera o una vestimenta.

24. (A san Luis.) El elemento tomado por el Espíritu para formar el maná, ¿es diferente de aquel que él toma para formar otra cosa? Siempre nos han dicho que no hay más que un solo elemento primitivo universal, del cual los diferentes cuerpos no son sino modificaciones. –Resp. Sí, o sea, es el mismo elemento primitivo que yace en el espacio, aquí bajo una forma y allí bajo otra; es lo que él quiere decir. Toma el maná de una parte de este elemento, que él cree diferente, pero que es siempre el mismo.

25. La acción magnética por la cual se da a una sustancia –como por ejemplo al agua– propiedades especiales, ¿tiene relación con la del Espíritu que crea una sustancia? –Resp. El magnetizador no desdobla absolutamente sino su voluntad; es un Espíritu que lo ayuda, que se encarga de recoger y de preparar el remedio.

26. (Al Guía.) Hace algunos meses hemos relatado hechos curiosos de manifestaciones por parte de un Espíritu, al que hemos designado con el nombre de Duende de Bayonne; ¿conocéis a este Espíritu? –Resp. No particularmente; pero he seguido lo que habéis investigado sobre él, y ha sido solamente de ese modo que primero he tomado conocimiento del mismo.

27. ¿Es él un Espíritu de orden inferior? –Resp. ¿Inferior quiere decir malo? No. ¿Quiere decir simplemente que no es enteramente bueno y que es poco avanzado? Sí.

28. Os agradecemos porque habéis tenido a bien venir y por las explicaciones que nos habéis dado. –Resp. A vuestra disposición.

Nota – Esta comunicación nos ofrece un complemento a lo que hemos dicho en nuestros dos artículos precedentes, sobre la formación de ciertos cuerpos por los Espíritus. La sustancia dada a la niña durante su enfermedad era evidentemente una sustancia preparada por ellos y que ha tenido por efecto restablecerle la salud. ¿De dónde han extraído sus principios? En el elemento universal transformado para el uso propuesto. El fenómeno tan extraño de las propiedades transmitidas por la acción magnética –problema hasta el presente inexplicado y sobre el cual se han divertido tanto los incrédulos– se encuentra ahora resuelto. En efecto, sabemos que no son sólo los Espíritus desencarnados que actúan, sino que también los encarnados tienen su parte de acción en el mundo invisible: el hombre de la tabaquera nos da la prueba de eso. ¿Qué hay, pues, de sorprendente en que la voluntad de una persona, actuando para el bien, pueda operar una transformación de la materia primitiva y darle determinadas propiedades? En nuestra opinión, ahí se encuentra la clave de muchos efectos supuestamente sobrenaturales y de los cuales tendremos ocasión de hablar. Es así que a través de la observación llegamos a darnos cuenta de las cosas que hacen parte de la realidad y de lo maravilloso. ¿Mas quién dice que esta teoría sea verdadera? Bueno; pero por lo menos tiene el mérito de ser racional y concuerda perfectamente con los hechos observados; si algún cerebro humano encuentra otra más lógica que la de los Espíritus, que ambas sean comparadas. Un día tal vez reconozcan que hemos abierto el camino al estudio razonado del Espiritismo.

Cierto día nos decía una persona: «Cómo me gustaría tener a un Espíritu servicial bajo mis órdenes, aunque tuviese que soportar algunas travesuras de su parte.» Es una satisfacción que a menudo se disfruta sin percibirlo, porque ni todos los Espíritus que nos asisten se manifiestan de manera ostensible; pero no por ello dejan de estar a nuestro lado y, por ser oculta, su influencia no es menos real.