Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1859

Allan Kardec

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Médiums sin saberlo

En la sesión de la Sociedad del 16 de septiembre de 1859 se han leído diversos fragmentos de un poema del Sr. de Porry, de Marsella, intitulado Urania. Como se ha hecho observar, en ese poema abundan ideas espíritas que parecen haber sido extraídas en la propia fuente de El Libro de los Espíritus. Entretanto, ha sido constatado que a la época en que el autor escribió dicho poema, él no tenía ningún conocimiento de la Doctrina Espírita. Nuestros lectores han de apreciar que les demos algunos fragmentos del mismo. Ciertamente ellos se recuerdan lo que se ha dicho sobre la manera por la cual el Sr. de Porry ha escrito su poema, manera que parece revelar en él una especie de mediumnidad involuntaria. (Ver el número del mes de octubre de 1859, página 270). Además, los Espíritus que nos rodean ejercen sobre nosotros, con nuestro desconocimiento, una influencia incesante, aprovechando las disposiciones que encuentran en ciertos individuos, para hacer de éstos los instrumentos de las ideas que quieren expresar y llevar al conocimiento de los hombres; por lo tanto, esos individuos son verdaderos médiums sin saberlo, y para esto no necesitan estar dotados de mediumnidad mecánica. Todos los hombres de genio, poetas, pintores, músicos están en este caso; ciertamente su propio Espíritu puede producir por sí mismo, si está lo bastante avanzado para esto. Pero muchas ideas también pueden venirle de otra fuente; y al pedir inspiración, ¿no parece que están haciendo un llamado? Ahora bien, ¿qué es esa inspiración si no una idea sugerida? Aquello que se extrae de lo íntimo no es inspirado: uno lo tiene y no hay necesidad de recibirlo. Si el hombre de genio sacase todo de sí mismo, ¿por qué entonces le faltarían ideas en el momento en que las busca? ¿No sería capaz de extraerlas en su cerebro, como aquel que tiene dinero y lo saca del bolsillo? Si en un momento dado no encuentra nada, es porque nada tiene. ¿Por qué, pues, cuando menos lo espera, las ideas surgen como por sí mismas? ¿Podrían los fisiólogos explicarnos este fenómeno? ¿Han buscado alguna vez resolverlo? Ellos dicen: El cerebro produce hoy, pero mañana no producirá; ¿pero por qué mañana no producirá? Se limitan a decir que es porque ha producido en la víspera. Según la Doctrina Espírita, el cerebro puede siempre producir lo que está en él: he aquí por qué el hombre más inepto encuentra siempre algo para decir, aunque sea una tontería; pero las ideas de las cuales no somos los dueños, no son nuestras; ellas nos han sido sugeridas. Cuando la inspiración no viene, es porque el inspirador no está allí o porque no juzga conveniente comunicarse. Nos parece que esta explicación es mejor que la otra. Se podría objetar que el cerebro, al no producir, no debería fatigarse. Esto sería un error; el cerebro no deja de ser el canal por donde pasan las ideas ajenas, el instrumento que ejecuta. ¿El cantante no cansa los órganos de su voz, aunque la música no sea de él? ¿Por qué entonces el cerebro no habría de fatigarse al expresar las ideas de las que está encargado de transmitir, aunque no las haya producido? Sin duda es para darle el reposo necesario a la adquisición de nuevas fuerzas, que el inspirador le impone un intervalo.

También se puede objetar que ese sistema le saca al productor su mérito personal, puesto que atribuye sus ideas a una fuente ajena. A esto respondemos que, si las cosas suceden así, no hay nada que hacer y que no vemos en eso una gran necesidad de vestirse con plumas ajenas. Pero esta objeción no es seria: primero, porque no hemos dicho que el hombre de genio no pueda extraer de lo íntimo alguna cosa; segundo, porque las ideas que le han sido sugeridas se confunden con las suyas, y nada las distingue. Así, no es reprobable por atribuirse tales ideas, a menos que, habiéndolas recibido a título de comunicación espírita comprobada, quisiese tener la gloria de las mismas, lo que podría llevar a los Espíritus a hacerlo pasar por algunas decepciones. En fin, diremos que si los Espíritus sugieren grandes ideas a un hombre, de esas ideas que caracterizan al genio, es porque lo juzgan capaz de comprenderlas, de elaborarlas y de transmitirlas; no tomarían a un imbécil como intérprete. Por lo tanto, uno puede sentirse siempre honrado en recibir una bella y gran misión, sobre todo si el orgullo no la desvía de su objetivo loable y no la hace perder su mérito.

Si los siguientes pensamientos son del Espíritu personal del Sr. de Porry o si le han sido sugeridos por vía mediúmnica indirecta, esto no disminuye el mérito del poeta, porque si la idea primera le ha sido dada, no se le podrá discutir el honor de haberla elaborado.