Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1859

Allan Kardec

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Las mesas voladoras

Con este título encontramos el siguiente artículo en L’Illustration (La Ilustración) de 1853, precedido por constreñidas bromas, por las cuales pedimos disculpas a nuestros lectores. “¡Claro que se trata de las mesas giratorias! ¡He aquí las mesas voladoras! Y no es de hoy que el fenómeno se produce: existe desde hace muchos años. ¿Dónde? –os preguntáis. Palabra de honor que es un poco lejos: ¡de Siberia! Un diario ruso, Sjévernava Plschelà o La Abeja del Norte, en su número del 27 de abril último, habla sobre el tema en un artículo del Sr. Tscherepanoff, que ha viajado a la región de los calmucos. He aquí un extracto: "Es preciso saber que los lamas –sacerdotes de la religión budista, a la cual adhieren todos los mongoles y los rusos de Bureya–, semejantes a los sacerdotes del antiguo Egipto, no comunican los secretos que han descubierto, sino que, al contrario, se sirven de los mismos para aumentar la influencia que ejercen sobre un pueblo naturalmente supersticioso. Es así que ellos afirman poder encontrar objetos robados y, a este efecto, se valen de la mesa voladora. Las cosas suceden de la siguiente manera:

"La víctima del robo se dirige al lama, solicitándole que le revele el lugar donde los objetos han sido escondidos. El sacerdote del Buda pide dos o tres días, a fin de prepararse para esa grave ceremonia. Al terminar el plazo, se sienta en el suelo, coloca delante suyo una pequeña mesa cuadrada, pone la mano encima y comienza a leer algo ininteligible, lo que dura alrededor de media hora. Después de balbucir alguna cosa, él se yergue –manteniendo siempre la mano en la misma posición que antes– y la mesa se levanta en el aire. El lama se pone de pie en toda su grandeza; lleva la mano arriba de su cabeza y la mesa sube a la misma altura; da un paso hacia delante y el mueble sigue en el aire su ejemplo; el lama va hacia atrás y el mueble hace lo mismo; en resumen, la mesa toma varias direcciones y termina por caer en el suelo. En esta dirección principal que la mesa toma es que está el lugar procurado. Creyéndose en los relatos de los habitantes, hubo casos en que la mesa fue a caer exactamente en el lugar en que se encontraba el objeto robado.

"En la experiencia que el Sr. Tscherepanoff asistió, la mesa voló hasta una distancia de 15 toesas. El objeto robado no fue encontrado enseguida; pero en la dirección indicada por el mueble residía un campesino ruso que notó la señal y en el mismo día se quitó la vida. Su muerte súbita despertó sospechas; investigaciones fueron hechas en su domicilio y allí encontraron lo que buscaban. El viajero vio otras tres experiencias, pero ninguna de éstas dio resultado. La mesa no quiso moverse; además, los lamas no tuvieron dificultades en explicar esta inmovilidad; si el mueble no se movía es porque los objetos no podían ser encontrados.

"El Sr. Tscherepanoff fue testigo de ese fenómeno en 1831, en la ciudad de Jelancy: ‘Yo no creía en lo que veían mis ojos –dijo él; estaba persuadido de que había allí algún escamoteo y que el lama se valía de una cuerda hábilmente disimulada o de un alambre para levantar la mesa en el aire; pero, al observar de cerca, no percibí ningún rastro de cuerda fina ni de alambre; la mesa era una tabla bastante fina de pino, la cual no pesaba más que una libra y media. Hoy estoy persuadido que el fenómeno es producido por las mismas causas que el de la danza de las mesas’.

"Así, los jefes de la secta de los Espíritus, que creían haber inventado la table-moving, no han hecho más que retomar una invención desde hace mucho tiempo conocida entre otros pueblos. Nihil sub sole novi, decía Salomón. ¡Quién sabe si, en el tiempo del propio Salomón, no era conocida la manera de hacer girar a las mesas!... ¿Qué digo? Este procedimiento era conocido mucho antes del digno hijo de David. Leed el North-China-Herald (Heraldo del Norte de China), citado por la Gazette d’Augsbourg (Gaceta de Augsburgo) del 11 de mayo, y veréis que los habitantes del Imperio Celestial se divertían con este juego desde tiempos inmemoriales."

Ya hemos dicho centenas de veces que, al estar en la Naturaleza, el Espiritismo es una de sus fuerzas, y los fenómenos que derivan de Él han debido producirse en todos los tiempos y entre todos los pueblos, interpretados, comentados y adaptados según las costumbres y el grado de instrucción. Nunca hemos pretendido que fuese una invención moderna; cuanto más avanzamos, más iremos descubriendo los trazos que Él ha dejado por todas partes y en todas las edades. Los modernos no tienen otro mérito que el de haber despojado dichas costumbres del misticismo, de la exageración y de las ideas supersticiosas de los tiempos de ignorancia. Es impresionante constatar que la mayoría de los que hablan del Espiritismo con tanta ligereza, nunca se han tomado el trabajo de estudiarlo. Lo juzgan por una primera impresión, por haber oído rumores la mayoría de las veces, sin conocimiento de las causas, y se quedan sorprendidos cuando les mostramos –en el fondo de todo esto– uno de los principios que conciernen a los más graves intereses de la Humanidad. Y no se piense que aquí tratamos solamente del interés del otro mundo; aquel que no se detiene en la superficie ve sin dificultad que Él toca en todas las cuestiones vitales del mundo actual. ¿Quién habría pensado antaño que una rana, danzando en un plato al contacto con una cuchara de plata, daría origen a un medio de comunicarnos en algunos segundos de un extremo al otro de la Tierra, dirigiría el rayo y produciría una luz parecida con la del Sol? Paciencia, señores sarcásticos: de una mesa que danza podrá muy bien salir un gigante que ponga vuestros sarcasmos a un lado. Al paso que van las cosas, esto no comienza mal.

ALLAN KARDEC