Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1859

Allan Kardec

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La Sra. Reynaud

Sonámbula, fallecida en Annonay hace alrededor de un año; su lucidez era notable, sobre todo para las cuestiones médicas, a pesar de ser analfabeta en su estado natural.

Uno de nuestros corresponsales que la había conocido en vida, pensando que se pudiesen obtener datos útiles, nos dirigió algunas preguntas que pidió para hacerle si nosotros juzgásemos oportuno interrogarla, lo que hemos hecho en la sesión de la Sociedad del 28 de enero de 1859. A las preguntas de nuestro corresponsal hemos agregado todas aquellas que nos han parecido tener algún interés.

1. Evocación. –Resp. Estoy aquí; ¿qué deseáis de mí?

2. ¿Tenéis un recuerdo exacto de vuestra existencia corporal? –Resp. Sí, muy preciso.

3. ¿Podéis describirnos vuestra situación actual? –Resp. Es la misma que la de todos los Espíritus que habitan la Tierra: generalmente poseen la intuición del bien, y sin embargo no pueden conseguir la felicidad perfecta, reservada solamente a los que se han elevado más en perfección.

4. Cuando encarnada erais sonámbula lúcida; ¿podríais decirnos si vuestra lucidez de entonces era análoga a la que tenéis hoy como Espíritu? –Resp. No: difería porque no tenía la prontitud ni la precisión que mi Espíritu posee ahora.

5. ¿Es la lucidez sonambúlica una anticipación de la vida espiritual, es decir, un aislamiento del Espíritu con relación a la materia? –Resp. Es una de las fases de la vida terrestre; pero la vida terrestre es la misma que la vida celestial.

6. ¿Qué entendéis al decir que la vida terrestre es la misma que la vida celestial? –Resp. Que la cadena de existencias está formada por eslabones seguidos y continuos: ninguna interrupción viene a detener su curso. Por lo tanto, se puede decir que la vida terrestre es la continuación de la vida celestial precedente y el preludio de la vida celestial futura, y así en adelante para todas las encarnaciones que un Espíritu pueda tener que pasar: lo que hace que no exista entre esas dos existencias una separación tan absoluta como creéis.

Nota – Durante la vida terrestre el Espíritu o alma puede obrar independientemente de la materia, y en ciertos momentos el hombre goza de la vida espiritual, ya sea durante el sueño o incluso en el estado de vigilia. Como las facultades del Espíritu son ejercidas a pesar de la presencia del cuerpo, existe entre la vida terrestre y la del Más Allá una correlación constante, que hizo que la Sra. Reynaud dijese que era la misma: la siguiente respuesta define claramente su pensamiento.

7. Entonces, ¿por qué no todos son sonámbulos? –Resp. No ignoráis que todos vosotros lo sois en grados diferentes, durante el sueño e incluso en vigilia.

8. Comprendemos que todos nosotros lo seamos más o menos durante el sueño, puesto que el estado de sueño es una especie de sonambulismo imperfecto; pero ¿qué entendéis al decir que incluso lo somos en el estado de vigilia? –Resp. ¿No tenéis intuiciones de las cuales no os dais cuenta, y que no son otra cosa que una facultad del Espíritu? El poeta es un médium, un sonámbulo.

9. Vuestra facultad sonambúlica, ¿ha contribuido para vuestro desarrollo como Espíritu después de la muerte? –Resp. Poco.

10. En el momento de la muerte, ¿habéis estado mucho tiempo en turbación? –Resp. No; me reconocí enseguida: estaba rodeada de amigos.

11. ¿Atribuís a la lucidez sonambúlica vuestro pronto desprendimiento? –Resp. Sí, un poco. Yo conocía por anticipado el destino de los moribundos; pero esto no me hubiera servido de nada si no tuviese un alma capaz de encontrar una vida mejor, por más buenas facultades que tuviere.

12. ¿Se puede ser un buen sonámbulo sin ser un Espíritu de orden elevado? –Resp. Sí. Las facultades están siempre en relación: sólo que vosotros os equivocáis al creer que tales facultades requieran buenas disposiciones; no, lo que creéis bueno es a menudo malo. Si no lo comprendéis, lo desarrollaré de la siguiente manera:

Hay sonámbulos que conocen el futuro, que narran hechos pasados y de los cuales ningún conocimiento tienen en su estado normal; hay otros que saben describir los caracteres de aquellos que los interrogan, que indican exactamente el número de años, una suma de dinero, etc. Esto no exige ninguna superioridad real; es simplemente el ejercicio de la facultad que posee el Espíritu y que se manifiesta en el sonámbulo adormecido. Lo que exige una superioridad real es el uso que pueda hacerse para el bien; es la conciencia del bien y del mal; es conocer mejor a Dios de lo que lo conocen los hombres; es poder darles consejos apropiados, a fin de hacerlos progresar en la senda del bien y de la felicidad.

13. El uso que un sonámbulo hace de su facultad, ¿influye sobre el estado de su Espíritu después de la muerte? –Resp. Sí, y mucho, como el uso bueno o malo de todas las facultades que Dios nos ha dado.

14. ¿Podéis explicarnos cómo teníais conocimientos médicos sin haber hecho ningún estudio? –Resp. Es siempre una facultad espiritual; otros Espíritus me aconsejaban; yo era médium: es el estado de todos los sonámbulos.

15. Los medicamentos prescriptos por un sonámbulo, ¿son siempre indicados por otros Espíritus, o también le son suministrados por instinto, como sucede con los animales que van a buscar la hierba que les es saludable? –Resp. Les son indicados si piden consejos, en el caso donde su experiencia no sea suficiente. Él los conoce por sus cualidades.

16. ¿Es el fluido magnético el agente de la lucidez de los sonámbulos, como la luz para nosotros? –Resp. No, es el agente del sueño.

17. El fluido magnético, ¿es el agente de la visión, en el estado de Espíritu? –Resp. No.

18. ¿Nos veis aquí tan claramente como si estuvierais encarnada? –Resp. Mejor ahora: lo que veo más es el hombre interior.

19. ¿Nos veríais igualmente si estuviésemos en la oscuridad? –Resp. Del mismo modo.

20. ¿Nos veis de la misma manera, mejor o peor de lo que nos habríais visto en vida, pero en sonambulismo? –Resp. Mejor todavía.

21. ¿Cuál es el agente o el intermediario que os hace ver? –Resp. Mi Espíritu. No tengo ojos, ni pupilas, ni retina, ni pestañas, y sin embargo os veo mejor de lo que cualquiera de vosotros vería a su vecino: es a través de los ojos que veis, pero es vuestro Espíritu quien ve.

22. ¿Tenéis conciencia de la oscuridad? –Resp. Sé que ésta existe para vosotros: no para mí.

Nota – Esto confirma lo que siempre se nos ha dicho: que la facultad de ver es una propiedad inherente a la propia naturaleza del Espíritu y que reside en todo su ser; en el cuerpo está localizada.

23. ¿Puede la doble vista ser comparada al estado sonambúlico? –Resp. Sí: es una facultad que no viene del cuerpo.

24. ¿Emana el fluido magnético del sistema nervioso o está esparcido en la masa atmosférica? –Resp. Del sistema nervioso; pero el sistema nervioso lo extrae de la atmósfera, su fuente principal. La atmósfera no lo posee en sí misma; él viene de los seres que pueblan el Universo: no es la nada que lo produce; al contrario, es la acumulación de vida y de electricidad que esa multitud de existencias libera.

25. ¿Es el fluido nervioso un fluido propio o sería el resultado de una combinación de todos los otros fluidos imponderables que penetran en los cuerpos, como el calor, la luz, la electricidad? –Resp. Sí y no: vosotros no conocéis suficientemente esos fenómenos como para hablar así; vuestros términos no expresan lo que queréis decir.

26. ¿De dónde proviene el entorpecimiento producido por la acción magnética? –Resp. De la agitación producida por la sobrecarga del fluido que turba al magnetizado.

27. El poder magnético, en el magnetizador, ¿depende de su constitución física? –Resp. Sí, pero mucho más de su carácter: en una palabra, de sí mismo.

28. ¿Cuáles son las cualidades morales que en un sonámbulo pueden ayudar al desarrollo de su facultad? –Resp. Las buenas: me preguntáis las que pueden ayudar.

29. ¿Cuáles son los defectos que más lo perjudican? –Resp. La mala fe.

30. ¿Cuáles son las cualidades más esenciales en el magnetizador? –Resp. El corazón; las buenas intenciones siempre constantes; el desinterés.

31. ¿Y los defectos que lo perjudican más? –Resp. Las malas tendencias, o mejor dicho, el deseo de perjudicar.

32. Cuando encarnada, ¿veíais a los Espíritus en vuestro estado sonambúlico? –Resp. Sí.

33. ¿Por qué todos los sonámbulos no los ven? –Resp. Todos los ven por momentos y en diferentes grados de claridad.

34. ¿De dónde proviene, en ciertas personas que no son sonámbulas, la facultad de
ver a los Espíritus en el estado de vigilia? –Resp. Esto es dado por Dios, como a otros la inteligencia o la bondad.

35. ¿Procede esta facultad de una organización física especial? –Resp. No.

36. ¿Puede perderse esta facultad? –Resp. Sí, como puede ser adquirida.

37. ¿Cuáles son las causas que pueden hacerla perder? –Resp. Ya lo hemos dicho: las malas intenciones. Como primera condición es necesario proponerse realmente a hacer de ella un buen uso; una vez definido esto, juzgad si merecéis este favor, porque no es dado inútilmente. Lo que daña a los que la poseen, es que a ella se mezcla casi siempre esa infeliz pasión humana que vosotros conocéis tan bien (el orgullo), incluso con el deseo de llevar los mejores resultados; se jactan de lo que no es sino obra de Dios, y a menudo quieren hacerlo en provecho propio. Adiós.

38. ¿Dónde iréis al dejarnos? –Resp. A mis ocupaciones.

39. ¿Podríais decirnos cuáles son vuestras ocupaciones? –Resp. Las tengo como vosotros; en principio trato de instruirme y por esto me incorporo a las sociedades mejores que yo; me ejercito en hacer el bien, y mi vida transcurre en la esperanza de alcanzar una mayor felicidad. Nosotros no tenemos ninguna necesidad material a satisfacer, y por consecuencia toda nuestra actividad se concentra en nuestro progreso moral.