Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1859

Allan Kardec

Volver al menú
Un Espíritu ligero

El Sr. J..., uno de nuestros compañeros de la Sociedad, había visto varias veces llamas azules rondando su cama. Al tener la certeza de que era una manifestación, tuvimos la idea –el 20 de enero último– de evocar a uno de esos Espíritus, a fin de compenetrarnos sobre su naturaleza.


1. Evocación. –Resp. ¿Qué quieres de mí?

2. ¿Con qué objetivo te has manifestado en la casa del Sr. J...? –Resp. ¿Qué te importa?

3. A mí poco me importa, es cierto; pero esto no es indiferente para el Sr. J... –Resp. ¡Ah, qué bella razón!

Nota – Estas primeras preguntas han sido realizadas por el Sr. Kardec. El Sr. J... prosiguió el interrogatorio.

4. Es que no recibo a cualquier uno de buen grado en mi casa. –Resp. Te equivocas: yo soy muy bueno.

5. Hazme, pues, el favor de decirme lo que hacías en mi casa. –Resp. ¿Crees por acaso que, porque soy bueno, debo obedecerte?

6. Me han dicho que eres un Espíritu ligero. –Resp. Se me ha hecho intempestivamente una muy mala reputación.

7. Si es una calumnia, pruébalo. –Resp. No quiero.

8. Bien que yo podría emplear un medio para hacerte decir quién eres. –Resp. Esto me divertiría un poco: palabra de honor.

9. Te intimo a decirme lo que hacías en mi casa. –Resp. Yo solamente tenía el objetivo de divertirme.

10. Esto no está de acuerdo con lo que me han dicho los Espíritus superiores. –Resp. He sido enviado a tu casa y tú sabes la razón. ¿Estás contento?

11. Entonces has mentido. –Resp. No.

12. ¿No tenías, pues, malas intenciones? –Resp. No; te han dicho lo mismo que yo.

13. ¿Podrías decirme cuál es tu clase entre los Espíritus? –Resp. Me gusta tu curiosidad.

14. Ya que pretendes ser bueno, ¿por qué me contestas de una manera tan poco conveniente? –Resp. ¿Por ventura te he insultado?

15. No; pero ¿por qué respondes de modo evasivo y te rehúsas a darme las informaciones que te pido? –Resp. Soy libre para hacer lo que quiero, bajo el comando de ciertos Espíritus.

16. Vamos, veo con placer que comienzas a volverte menos inconveniente, y presiento que me he de relacionar contigo más amablemente. –Resp. Pon tus frases a un lado: así será mucho mejor.

17. ¿Con qué forma estás aquí? –Resp. No tengo forma.

18. ¿Sabes lo que es el periespíritu? –Resp. No; a menos que sea el viento.

19. ¿Qué podría yo hacer que te sea agradable? –Resp. Ya te lo he dicho: cállate.

20. La misión que has venido a cumplir en mi casa, ¿te ha hecho avanzar como Espíritu? –Resp. Ése es otro asunto; no me hagas tales preguntas. Sabes que obedezco a ciertos Espíritus: dirígete a ellos; en cuanto a mí, pido para irme.

21. ¿Hemos tenido malas relaciones en otra existencia, y sería ésa la causa de tu mal humor? –Resp. Tú no te acuerdas de las cosas malas que has dicho de mí, y esto a quien quería escucharlas. Cállate, te digo.

22. No he hablado de ti sino lo que me han dicho los Espíritus superiores a tu respecto. –Resp. Has dicho también que yo te había obsesado.

23. ¿Estás satisfecho con el resultado que has obtenido? –Resp. Eso es asunto mío.

24. ¿Quieres entonces que siempre conserve de ti una mala opinión? –Resp. Es posible; me voy.

Nota – Por las conversaciones que hemos relatado se puede ver la extrema diversidad que existe en el lenguaje de los Espíritus, según el grado de su elevación. El de los Espíritus de esta naturaleza es casi siempre caracterizado por la brusquedad y por la impaciencia; cuando son llamados a las reuniones serias percibimos que no vienen de buen grado; tienen prisa en irse porque no están cómodos en medio de sus superiores y de personas que de algún modo los ponen en aprietos con preguntas. No sucede lo mismo en las reuniones frívolas, donde se divierten con sus chistes: están como en su casa y lo disfrutan mucho.