Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1859

Allan Kardec

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Doctrina de la reencarnación entre los hindúes

(Nota comunicada a la Sociedad por el Sr. Tug...)

«Generalmente se piensa que los hindúes sólo admiten la reencarnación como una expiación y que, según ellos, la reencarnación no puede efectuarse sino en cuerpos de animales. Sin embargo, las siguientes líneas, extraídas del Viaje de la Señora Ida Pfeiffer, parecen probar que al respecto los hindúes tienen ideas más sensatas.»

“Habitualmente las niñas –dice la Sra. Pfeiffer– son prometidas como novias con un año de edad. Si el novio muere, la niña es considerada viuda y por este motivo no puede casarse más: la viudez es considerada una gran desdicha. Ellos piensan que eso se debe a la situación de las mujeres cuya conducta ha sido reprochable en una vida anterior.”

«A pesar de la importancia que no se puede negar a estas últimas palabras, es preciso reconocer que entre la metempsicosis de los hindúes y la Doctrina admitida por la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas hay una diferencia capital. Citemos aquí lo que dice Zimmermann sobre la religión hindú, en el Diario de Viaje (Taschenbuch der Reisen).»

“El fondo de esta religión es la creencia en un Ser primero y supremo, en la inmortalidad del alma y en la recompensa de la virtud. El verdadero y único Dios se llama Brahm, que no debe confundirse con Brahma, creado por Él. Es la verdadera luz, que es la misma, eterna, bienaventurada en todos los tiempos y en todos los lugares. De la esencia inmortal de Brahma ha emanado la diosa Bhavani, que significa la Naturaleza, y una legión de 1.180 millones de Espíritus. Entre esos Espíritus hay tres semidioses o genios superiores: Brahma, Vishnú y Shiva, la trinidad de los hindúes. Durante mucho tiempo la concordia y la felicidad reinaron entre los Espíritus; pero después una revuelta estalló entre ellos, y varios se negaron a obedecer. Los rebeldes fueron precipitados de lo alto de los cielos en el abismo de las tinieblas. Entonces tuvo lugar la metempsicosis: cada planta, cada ser fue animado por un ángel caído. Esta creencia explica la bondad de los hindúes para con los animales: ellos los consideran como sus semejantes y no quieren matar a ninguno.

“Somos llevados a creer que, solamente con el tiempo, todo lo que hay de extravagante en esta religión –mal comprendida y falseada en la boca del pueblo– bajó a la categoría de alocada charlatanería. Basta indicar los atributos de algunas de sus principales divinidades para explicar el estado actual de su religión; ellos admiten 333 millones de divinidades inferiores: son las diosas de los elementos, de los fenómenos de la Naturaleza, de las artes, de las enfermedades, etc. Además, hay buenos y malos genios: el número de los buenos sobrepasa al de los malos en 3 millones.

“Lo que es extremamente notable –agrega Zimmermann– es que entre los hindúes no se encuentra un sola imagen del Ser Supremo: les parece demasiado grande. Ellos dicen que toda la Tierra es su templo y lo adoran bajo todas las formas.”

«Así, según los hindúes, las almas habían sido creadas felices y perfectas, y su caída ha sido el resultado de una rebelión; su encarnación en el cuerpo de los animales es una punición. Según la Doctrina Espírita, las almas han sido y aún son creadas simples e ignorantes, y es a través de las encarnaciones sucesivas que ellas llegan, gracias a sus esfuerzos y a la misericordia divina, a una perfección que puede darles la felicidad eterna. Debiendo progresar, el alma puede permanecer estacionaria durante un tiempo más o menos largo, pero no retrocede: lo que ella adquirió en conocimiento y en moralidad no lo pierde. Si no avanza, tampoco retrocede: he aquí por qué no puede volver a animar los seres inferiores a los humanos. Así, la metempsicosis de los hindúes se basa en el principio de la retrogradación de las almas; la reencarnación, según los Espíritus, está basada en el principio de la progresión sucesiva. Según los hindúes, el alma comenzó por la perfección para llegar a la abyección; la perfección es el comienzo, la abyección es el resultado. Según los Espíritus, la ignorancia es el comienzo; la perfección es el objetivo y el resultado. Sería superfluo buscar demostrar cuál de estas dos doctrinas es la más racional y cuál da una idea más elevada de la bondad y de la justicia de Dios. Por consiguiente, es por una completa ignorancia de sus principios que algunas personas las confunden.»

TUG...