Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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I – Hay tres unidades primitivas, y de cada una de ellas no podría existir más que una sola: un Dios, una verdad y un punto de libertad, es decir, el punto donde se encuentra el equilibrio de toda oposición.

II – Tres cosas proceden de las tres unidades primitivas: toda vida, todo bien y todo poder.

III – Dios es necesariamente tres cosas: la parte mayor de la vida, la parte mayor de la ciencia y la parte mayor del poder; y no podría tener una parte mayor de cada cosa.

IV – Tres cosas que Dios no puede dejar de ser: lo que debe constituir el bien perfecto, lo que debe querer el bien perfecto y lo que debe cumplir el bien perfecto.

V – Tres garantías de lo que Dios hace y hará: su poder infinito, su sabiduría infinita y su amor infinito; porque no hay nada que no pueda ser efectuado, que no pueda volverse verdadero y que no pueda ser querido por un atributo.

VI – Tres fines principales de la obra de Dios, como Creador de todas las cosas: disminuir el mal, reforzar el bien y hacer resaltar toda la diferencia, de tal manera que se pueda saber lo que debe ser o, al contrario, lo que no debe ser.

VII – Tres cosas que Dios no puede dejar de conceder: lo que hay de más ventajoso, lo que hay de más necesario y lo que hay de más bello para cada cosa.

VIII – Tres poderes de la existencia: no poder ser de otro modo, no ser necesariamente otro y no poder ser mejor por la concepción; y en eso está la perfección de todas las cosas.

IX – Tres cosas prevalecerán necesariamente: el supremo poder, la suprema inteligencia y el supremo amor de Dios.

X – Las tres grandezas de Dios: vida perfecta, ciencia perfecta, poder perfecto.

XI – Tres causas originales de los seres vivos: el amor divino de acuerdo con la suprema inteligencia, la sabiduría suprema por el conocimiento perfecto de todos los medios y el poder divino de acuerdo con la voluntad, el amor y la sabiduría de Dios.