Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Caracteres generales – Predominio de la materia sobre el Espíritu. Propensión al mal. Ignorancia, orgullo, egoísmo y todas las malas pasiones que son su consecuencia. Tienen la intuición de Dios, pero no lo comprenden. Todos no son esencialmente malos, y en algunos hay más ligereza, inconsecuencia y malicia que verdadera maldad. Unos no hacen ni el bien ni el mal, pero por el simple hecho de no practicar el bien denotan su inferioridad. Otros, por el contrario, se complacen en el mal y se sienten satisfechos cuando encuentran la ocasión de hacerlo. Pueden aliar la inteligencia a la maldad o a la malicia; pero, sea cual fuere su desarrollo intelectual, sus ideas son poco elevadas y sus sentimientos más o menos abyectos. Sus conocimientos acerca de las cosas del mundo espírita son limitados, y lo poco que saben se confunde con las ideas y prejuicios de la vida corporal. Al respecto, sólo pueden darnos nociones falsas e incompletas, pero el observador atento encuentra con frecuencia en sus comunicaciones –aunque imperfectas– la confirmación de grandes verdades enseñadas por los Espíritus superiores. Su carácter se revela por su lenguaje. Todo Espíritu que, en sus comunicaciones, deje escapar un pensamiento malo, puede ser incluido en el tercer orden; por consecuencia, todo pensamiento malo que nos sea sugerido proviene de un Espíritu de este orden. Éstos ven la felicidad de los buenos y esta visión es para ellos un tormento incesante, porque sienten todas las angustias que pueden producir la envidia y los celos. 40 Conservan el recuerdo y la percepción de los sufrimientos de la vida corporal, y esta impresión es frecuentemente más penosa que la realidad. Por lo tanto, sufren verdaderamente no sólo por los males que han soportado, sino también por los que han ocasionado a otros; y como sufren por mucho tiempo, creen que siempre han de sufrir: Dios, para punirlos, quiere que así lo crean. Podemos dividirlos en cuatro clases principales.