Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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El falso Home

Hace poco tiempo leíamos en los periódicos de Lyon el siguiente anuncio, igualmente fijado en los muros de la ciudad:

«El Sr. Hume, el célebre médium americano que ha tenido el honor de hacer sus experiencias delante de Su Majestad el Emperador, dará –a partir del jueves 1º de abril– sesiones de espiritualismo en el gran teatro de Lyon. Producirá algunas apariciones, etc., etc. En el teatro estarán dispuestos algunos asientos para los señores médicos y sabios, a fin de que ellos puedan asegurarse que nada está preparado. Las sesiones serán variadas por las experiencias de la célebre vidente, Sra. ..., sonámbula extralúcida que reproducirá sucesivamente todos los sentimientos a voluntad de los espectadores. Precio de los lugares: 5 francos la primera clase, 3 francos la segunda.»

Los antagonistas del Sr. Home (algunos escriben Hume) no han querido perder esta ocasión para ponerlo en ridículo. En su ardiente deseo de encontrar donde criticar, ellos han acogido esta grosera mistificación con un apresuramiento que poco testimonia en favor de su juicio, y menos aún de su respeto por la verdad, porque, antes de arrojar piedras a alguien, es preciso al menos asegurarse que no errarán el blanco; pero la pasión es ciega, no razona y frecuentemente se equivoca al querer perjudicar a los otros. «¡Por lo tanto, he aquí –exclamaron con júbilo– a ese hombre tan elogiado, reducido a subir a los palcos y a dar sesiones a tanto por lugar!» Y sus periódicos le dieron crédito al hecho sin ningún examen. Infelizmente para ellos, su alegría no ha durado mucho. Prontamente nos han escrito de Lyon pidiendo informaciones que pudiesen ayudar a desenmascarar el fraude, y esto no ha sido difícil, sobre todo gracias al gran interés de numerosos adeptos con los que el Espiritismo cuenta en esta ciudad. Tan pronto como el director de los teatros supo con quién iría a relacionarse, dirigió inmediatamente a los periódicos la siguiente carta: «Señor redactor, me adelanto en anunciaros que la sesión marcada para el jueves 1º de abril, en el gran teatro, no tendrá lugar. Yo pensaba que había cedido la sala al Sr. Home y no al Sr. Lambert Laroche, llamado Hume. Las personas que con anticipación han adquirido camarotes o butacas podrán presentarse en la secretaría para retirar su dinero.»

Por su parte, el mencionado Lambert Laroche (oriundo de Langres), interpelado acerca de su identidad, se creyó en el deber de responder en los siguientes términos, que reproducimos en su integridad, no queriendo de forma alguna que nos pueda acusar de la menor alteración.

«Vos me habéis sometido diverzo excesu de vuestra correspondencia de París, de las cualesle resultáis queun Sr. Home que da sesiónen algún salón de la capittal se encuentra en este momento en Itali yno puede por consiguiente encontrase en Lyon. Señor hignoro 1° el conocimiento de ese Sr. Home, 2° yo nosabe cuales su talento 3° yo nohemos jamás tenidos nada de común c óm ese Sr. Home, 4° yoha tabajado y tabajo com mi hapodo que es Hume y del cual yo os justific por los artículo de periódicos extrangeros y franceses que yo os es sometido 5° yo viajo c óm dos sencitivo mi género de esperriencia consiste en espiritualismo o evocación visión, y en una palabra reproducción de las idieas del espectador por un sencitivo, mi expecialidad es de operár por ese procedimento sobre las personas extraña como se la pued verla en los periódicos yo veng deespaña y de áfrica. Hesto Sr. redactor os demuestra que yo no hes querido para nadas tomar el nombre de ese pretendido Home que os decís de reputación, el mio es sufisientemente conocido por su gran notoriedad y por las experiencia que yo produsco. Recibíd Sr. redator mis saludo atentamente.»

Creemos inútil decir si el Sr. Lambert Laroche salió de Lyon en condiciones honorables; él irá, sin duda, a buscar en otra parte ingenuos más fáciles para engañar. Sólo agregaremos una palabra para expresar nuestro pesar al ver con qué deplorable avidez ciertas personas que se dicen serias acogen todo lo que puede servir a su animosidad. El Espiritismo es hoy muy respetado por no tener nada que temer de la prestidigitación; no es más rebajado por los charlatanes de lo que lo ha sido la verdadera 147 Ciencia médica por los embaucadores de las esquinas; por todas partes encuentra –pero sobre todo entre las personas esclarecidas– afanosos y numerosos defensores que saben arrostrar la burla. Lejos de perjudicarlo, el caso de Lyon sólo puede servir para su propagación al llamar la atención de los indecisos hacia la realidad. ¿Quién sabe si no ha sido provocado con este objetivo por un poder superior? ¿Quién puede vanagloriarse de sondar los caminos de la Providencia? No obstante, en cuanto a los adversarios, que se les permita reír, pero no calumniar; algunos años más y veremos quién tendrá la última palabra. 148 Si es lógico dudar de lo que no se conoce, es siempre imprudente tachar de falso las ideas nuevas que tarde o temprano pueden dar un humillante desmentido a nuestra perspicacia: la Historia está ahí para demostrarlo. Aquellos que, en su orgullo, tienen piedad de los adeptos de la Doctrina Espírita, ¿están, pues, tan alto como creen? Esos Espíritus –de los cuales se burlan– prescriben hacer el bien e incluso defienden que se ame a los enemigos; nos dicen que nos rebajamos al desear el mal. Por lo tanto, ¿cuál es el más elevado: el que busca hacer el mal o el que no guarda en su corazón ni odio, ni rencor?

Hace poco que el Sr. Home hubo regresado a París; pero, en breve, él debe partir hacia Escocia y de allí dirigirse a San Petersburgo.

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L'Indépendant de la Charente-Inférieure (El Independiente del Charente Inferior) citaba, en el mes de marzo último, el siguiente caso que habría sucedido en el Hospital Civil de Saintes: «Desde hace ocho días se cuentan las historias más maravillosas y no se habla de otra cosa en la ciudad sino de los singulares ruidos que, todas las noches, imitan el trote de un caballo, así como el andar de un perro o de un gato. Botellas ubicadas sobre una chimenea son arrojadas al otro extremo del cuarto. Una mañana ha sido encontrado un paquete de trapos torcidos en mil nudos, que han sido imposibles de desatar. Un papel en el cual estaba escrito: «¿Qué quieres?, ¿qué pides?», ha sido dejado una noche sobre la chimenea; a la mañana siguiente la respuesta estaba escrita, pero en caracteres desconocidos e indescifrables. Fósforos ubicados sobre una mesita de luz desaparecen como por encanto; en fin, todos los objetos cambian de lugar y son dispersados hacia todos los rincones. Esos sortilegios sólo ocurren en la oscuridad de la noche. Tan pronto como una luz aparece, todo se vuelve silencioso; al apagarla, los ruidos recomienzan inmediatamente. Es un Espíritu amigo de las tinieblas. Varias personas –eclesiásticos y antiguos militares– han dormido en este cuarto hechizado y les ha sido imposible descubrir algo que explicase lo que escuchaban.

«Un empleado del hospital, sospechoso de ser el autor de esas travesuras, acaba de ser dimitido. Pero se asegura que él no es el culpable y que, al contrario, ha sido muchas veces la propia víctima.

«Parece que hace más de un mes que toda esta situación comenzó. Pasó mucho tiempo sin decirse nada sobre eso, cada uno desconfiando de sus sentidos y temiendo prestarse al ridículo. Sólo desde hace algunos días que se ha comenzado a hablar al respecto.»

NOTA – Nosotros todavía no hemos tenido tiempo para verificar la autenticidad de los hechos anteriormente mencionados; por lo tanto, no los damos sino con las debidas reservas; solamente haremos observar que, si ellos son controvertidos, no son menos posibles, y nada presentan de más extraordinario que muchos otros del mismo género y que están perfectamente constatados.

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