El falso Home
Hace poco tiempo leíamos en los periódicos de Lyon el siguiente
anuncio, igualmente fijado en los muros de la ciudad:
«El Sr. Hume, el célebre médium americano que ha tenido el
honor de hacer sus experiencias delante de Su Majestad el
Emperador, dará –a partir del jueves 1º de abril– sesiones de
espiritualismo en el gran teatro de Lyon. Producirá algunas
apariciones, etc., etc. En el teatro estarán dispuestos algunos asientos
para los señores médicos y sabios, a fin de que ellos puedan
asegurarse que nada está preparado. Las sesiones serán variadas por
las experiencias de la célebre vidente, Sra. ..., sonámbula extralúcida
que reproducirá sucesivamente todos los sentimientos a voluntad de
los espectadores. Precio de los lugares: 5 francos la primera clase, 3
francos la segunda.»
Los antagonistas del Sr. Home (algunos escriben Hume) no han
querido perder esta ocasión para ponerlo en ridículo. En su ardiente
deseo de encontrar donde criticar, ellos han acogido esta grosera
mistificación con un apresuramiento que poco testimonia en favor
de su juicio, y menos aún de su respeto por la verdad, porque, antes
de arrojar piedras a alguien, es preciso al menos asegurarse que no
errarán el blanco; pero la pasión es ciega, no razona y
frecuentemente se equivoca al querer perjudicar a los otros. «¡Por lo
tanto, he aquí –exclamaron con júbilo– a ese hombre tan elogiado,
reducido a subir a los palcos y a dar sesiones a tanto por lugar!» Y
sus periódicos le dieron crédito al hecho sin ningún examen.
Infelizmente para ellos, su alegría no ha durado mucho. Prontamente
nos han escrito de Lyon pidiendo informaciones que pudiesen
ayudar a desenmascarar el fraude, y esto no ha sido difícil, sobre
todo gracias al gran interés de numerosos adeptos con los que el
Espiritismo cuenta en esta ciudad. Tan pronto como el director de
los teatros supo con quién iría a relacionarse, dirigió inmediatamente
a los periódicos la siguiente carta: «Señor redactor, me adelanto en
anunciaros que la sesión marcada para el jueves 1º de abril, en el
gran teatro, no tendrá lugar. Yo pensaba que había cedido la sala al
Sr. Home y no al Sr. Lambert Laroche, llamado Hume. Las personas
que con anticipación han adquirido camarotes o butacas podrán
presentarse en la secretaría para retirar su dinero.»
Por su parte, el mencionado Lambert Laroche (oriundo de
Langres), interpelado acerca de su identidad, se creyó en el deber de
responder en los siguientes términos, que reproducimos en su
integridad, no queriendo de forma alguna que nos pueda acusar de la
menor alteración.
«Vos me habéis sometido diverzo excesu de vuestra
correspondencia de París, de las cualesle resultáis queun Sr. Home
que da sesiónen algún salón de la capittal se encuentra en este
momento en Itali yno puede por consiguiente encontrase en Lyon.
Señor hignoro 1° el conocimiento de ese Sr. Home, 2° yo nosabe
cuales su talento 3° yo nohemos jamás tenidos nada de común c óm
ese Sr. Home, 4° yoha tabajado y tabajo com mi hapodo que es
Hume y del cual yo os justific por los artículo de periódicos
extrangeros y franceses que yo os es sometido 5° yo viajo c óm dos
sencitivo mi género de esperriencia consiste en espiritualismo o
evocación visión, y en una palabra reproducción de las idieas del
espectador por un sencitivo, mi expecialidad es de operár por ese
procedimento sobre las personas extraña como se la pued verla en
los periódicos yo veng deespaña y de áfrica. Hesto Sr. redactor os
demuestra que yo no hes querido para nadas tomar el nombre de ese
pretendido Home que os decís de reputación, el mio es
sufisientemente conocido por su gran notoriedad y por las
experiencia que yo produsco. Recibíd Sr. redator mis saludo
atentamente.»
Creemos inútil decir si el Sr. Lambert Laroche salió de Lyon en
condiciones honorables; él irá, sin duda, a buscar en otra parte
ingenuos más fáciles para engañar. Sólo agregaremos una palabra
para expresar nuestro pesar al ver con qué deplorable avidez ciertas
personas que se dicen serias acogen todo lo que puede servir a su
animosidad. El Espiritismo es hoy muy respetado por no tener nada
que temer de la prestidigitación; no es más rebajado por los
charlatanes de lo que lo ha sido la verdadera
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Ciencia médica por los embaucadores de las esquinas; por todas
partes encuentra –pero sobre todo entre las personas esclarecidas–
afanosos y numerosos defensores que saben arrostrar la burla. Lejos
de perjudicarlo, el caso de Lyon sólo puede servir para su
propagación al llamar la atención de los indecisos hacia la realidad.
¿Quién sabe si no ha sido provocado con este objetivo por un poder
superior? ¿Quién puede vanagloriarse de sondar los caminos de la
Providencia? No obstante, en cuanto a los adversarios, que se les
permita reír, pero no calumniar; algunos años más y veremos quién
tendrá la última palabra. 148 Si es lógico dudar de lo que no se
conoce, es siempre imprudente tachar de falso las ideas nuevas que
tarde o temprano pueden dar un humillante desmentido a nuestra
perspicacia: la Historia está ahí para demostrarlo. Aquellos que, en
su orgullo, tienen piedad de los adeptos de la Doctrina Espírita,
¿están, pues, tan alto como creen? Esos Espíritus –de los cuales se
burlan– prescriben hacer el bien e incluso defienden que se ame a
los enemigos; nos dicen que nos rebajamos al desear el mal. Por lo
tanto, ¿cuál es el más elevado: el que busca hacer el mal o el que no
guarda en su corazón ni odio, ni rencor?
Hace poco que el Sr. Home hubo regresado a París; pero, en
breve, él debe partir hacia Escocia y de allí dirigirse a San
Petersburgo.
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L'Indépendant de la Charente-Inférieure (El Independiente del
Charente Inferior) citaba, en el mes de marzo último, el siguiente
caso que habría sucedido en el Hospital Civil de Saintes:
«Desde hace ocho días se cuentan las historias más maravillosas y no se
habla de otra cosa en la ciudad sino de los singulares ruidos que, todas las
noches, imitan el trote de un caballo, así como el andar de un perro o de un
gato. Botellas ubicadas sobre una chimenea son arrojadas al otro extremo del
cuarto. Una mañana ha sido encontrado un paquete de trapos torcidos en mil
nudos, que han sido imposibles de desatar. Un papel en el cual estaba escrito:
«¿Qué quieres?, ¿qué pides?», ha sido dejado una noche sobre la chimenea; a
la mañana siguiente la respuesta estaba escrita, pero en caracteres
desconocidos e indescifrables. Fósforos ubicados sobre una mesita de luz
desaparecen como por encanto; en fin, todos los objetos cambian de lugar y
son dispersados hacia todos los rincones. Esos sortilegios sólo ocurren en la
oscuridad de la noche. Tan pronto como una luz aparece, todo se vuelve
silencioso; al apagarla, los ruidos recomienzan inmediatamente. Es un Espíritu
amigo de las tinieblas. Varias personas –eclesiásticos y antiguos militares–
han dormido en este cuarto hechizado y les ha sido imposible descubrir algo
que explicase lo que escuchaban.
«Un empleado del hospital, sospechoso de ser el autor de esas travesuras,
acaba de ser dimitido. Pero se asegura que él no es el culpable y que, al
contrario, ha sido muchas veces la propia víctima.
«Parece que hace más de un mes que toda esta situación comenzó. Pasó
mucho tiempo sin decirse nada sobre eso, cada uno desconfiando de sus
sentidos y temiendo prestarse al ridículo. Sólo desde hace algunos días que se
ha comenzado a hablar al respecto.»
NOTA – Nosotros todavía no hemos tenido tiempo para verificar
la autenticidad de los hechos anteriormente mencionados; por lo
tanto, no los damos sino con las debidas reservas; solamente
haremos observar que, si ellos son controvertidos, no son menos
posibles, y nada presentan de más extraordinario que muchos otros
del mismo género y que están perfectamente constatados.
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