Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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En ciertos individuos la malevolencia no conoce límites; la calumnia tiene siempre veneno para el que se eleve por encima de la multitud. Los adversarios del Sr. Home han descubierto que el arma del ridículo es demasiado frágil; en efecto, debía debilitarse contra los nombres honorables que lo cubren con su protección.Entonces, al no poder más hacer reír a sus expensas, han querido difamarlo. Se ha difundido el rumor –se adivina con qué objetivo, y las malas lenguas lo repiten– que el Sr. Home no había partido a Italia, como lo habíamos anunciado, sino que estaba en la prisión de Mazas bajo el peso de las más graves acusaciones, que son formuladas como anécdotas de las que los ociosos y los amantes del escándalo están siempre ávidos. Podemos afirmar que no hay una palabra de verdad en todas esas maquinaciones infernales. Tenemos bajo nuestros ojos varias cartas del Sr. Home fechadas en Pisa, Roma y Nápoles, ciudad ésta donde él se encuentra en este momento, y estamos en condiciones de dar pruebas de lo que adelantamos. Los Espíritus tienen mucha razón al decir que los verdaderos demonios están entre los hombres.

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Leemos en un periódico: «Según la Gazette des Hôpitaux (Gaceta de los Hospitales), en este momento se cuentan, en el hospital de alienados de Zürich, 25 personas que han perdido la razón gracias a las mesas giratorias y a los Espíritus golpeadores.»

Para comenzar preguntamos si está bien comprobado que esos 25 alienados deben todos la pérdida de la razón a los Espíritus golpeadores, lo que al menos es cuestionable hasta que se tengan pruebas auténticas. Suponiendo que esos extraños fenómenos hayan podido impresionar sensiblemente a ciertos caracteres débiles, preguntaremos por otra parte si el miedo al diablo no ha hecho más locos que la creencia en los Espíritus. Ahora bien, como no se impedirá a los Espíritus de golpear, el peligro está en la creencia de que todos los que se manifiestan son demonios. Descartad esta idea haciendo conocer la verdad, y no se tendrá más miedo que de los fuegos fatuos; la idea de que se está asediado por el diablo es la que realmente perturba a la razón. Además, he aquí la contrapartida del artículo anterior. Leemos en otro periódico: «Existe un curioso documento estadístico de las funestas consecuencias que acarrea, entre el pueblo inglés, el hábito de la intemperancia y de los licores fuertes. En 100 individuos admitidos en el hospicio de locos de Hamwel, hay 72 cuya alienación mental debe ser atribuida a la embriaguez.»

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Hemos recibido de nuestros suscriptores numerosos relatos de hechos muy interesantes que nos apresuraremos a publicar en nuestras próximas entregas, debido a la falta de espacio que nos impide de hacerlo en ésta.

ALLAN KARDEC