Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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(16 de marzo de 1858)


1. ¿Qué os indujo a venir a nuestro llamado? –Resp. He venido para instruiros.


2. ¿Estáis contrariado por haber venido entre nosotros y por responder a las preguntas que deseamos dirigiros? –Resp. No; aquellas que tengan por objetivo vuestra instrucción, no veo inconvenientes.


3. ¿Qué prueba podemos tener de vuestra identidad, y cómo podemos saber que no es otro Espíritu que ha tomado vuestro nombre? –Resp. ¿Para qué serviría eso?


4. Sabemos por experiencia que a menudo Espíritus inferiores usurpan nombres supuestos, y es por esto que os hemos hecho esa pregunta. –Resp. Ellos usurpan también las pruebas; pero el Espíritu que se pone una máscara se devela también a sí mismo por sus palabras.


5. ¿Con qué forma y en qué lugar estáis entre nosotros? –Resp. Con la que lleva el nombre de Mehemet Alí,129 cerca de Ermance.


6. ¿Estaríais satisfecho si os cediéramos un lugar especial? –Resp. En la silla vacía. Nota – Había cerca de allí una silla vacante a la cual no se había prestado atención.


7. ¿Tenéis un recuerdo preciso de vuestra última existencia corporal? –Resp. No lo tengo todavía preciso; la muerte me ha dejado su turbación.


8. ¿Sois feliz? –Resp. No; infeliz.


9. ¿Estáis errante o reencarnado? –Resp. Errante.


10. ¿Recordáis lo que habéis sido antes de vuestra última existencia? –Resp. Yo era pobre en la Tierra; envidié las grandezas terrestres: subí para sufrir.


11. Si pudierais renacer en la Tierra, ¿qué condición elegiríais de preferencia? –Resp. La de ser desconocido; los deberes son menores.


12. ¿Qué pensáis ahora de la última posición que habéis ocupado en la Tierra? –Resp. ¡Vanidad de la nada! ¡He querido conducir a los hombres, sin saber conducirme a mí mismo!


13. Se dice que vuestra razón estaba alterada desde hacía algún tiempo; ¿esto es verdad? –Resp. No.


14. La opinión pública aprecia lo que habéis hecho por la civilización de Egipto, y os coloca entre sus mayores príncipes. ¿Sentís satisfacción? –Resp. ¡Qué me importa esto! La opinión de los hombres es el viento del desierto que levanta el polvo.


15. ¿Veis con placer a vuestros descendientes marchar en el mismo camino, y os interesáis por sus esfuerzos? –Resp. Sí, ya que tienen como objetivo el bien común.


16. Sin embargo, se os reprochan actos de una gran crueldad: ¿los reprobáis ahora? –Resp. Los expío.


17. ¿Veis a los que habéis hecho masacrar? –Resp. Sí.


18. ¿Qué sentimientos tienen por vos? –Resp. El odio y la piedad.


19. Desde que habéis dejado esta vida, ¿volvisteis a ver al sultán Mahmud?–Resp. Sí: en vano huimos uno del otro.


20. ¿Qué sentimiento tenéis uno por el otro ahora? –Resp. Aversión.


21. ¿Cuál es vuestra opinión actual sobre las penas y las recompensas que nos esperan después de la muerte? –Resp. La expiación es justa.


22. ¿Cuál es el mayor obstáculo que habéis tenido que combatir para el cumplimiento de vuestras miras de progreso? –Resp. Yo reinaba sobre esclavos.


23. ¿Pensáis que si el pueblo que tuvisteis que gobernar hubiese sido cristiano, hubiera sido menos rebelde a la civilización? –Resp. Sí; la religión cristiana eleva el alma; la religión mahometana no habla más que de la materia.


24. Cuando encarnado, ¿era absoluta vuestra fe en la religión musulmana? –Resp. No; yo creía en un Dios mayor.


25. ¿Qué pensáis ahora de la religión mahometana? –Resp. Ella no forja a los hombres.


26. ¿Tenía Mahoma, según vos, una misión divina? –Resp. Sí, pero la echó a perder.


27. ¿En qué la echó a perder? –Resp. Quiso reinar.


28. ¿Qué pensáis de Jesús? –Resp. Éste ha venido de Dios.


29. Según vos, ¿cuál de los dos, Jesús o Mahoma, ha hecho más para la felicidad de la Humanidad? –Resp. ¿Por qué lo preguntáis? ¿Qué pueblo Mahoma ha regenerado? La religión cristiana ha salido pura de la mano de Dios: la religión mahometana es la obra de un hombre.


30. ¿Creéis que una de esas religiones está destinada a desaparecer de la faz de la Tierra? –Resp. El hombre progresa siempre; la mejor permanecerá.


31. ¿Qué pensáis de la poligamia, consagrada por la religión musulmana? –Resp. Es uno de los lazos que retienen en la barbarie a los pueblos que la profesan.


32. ¿Creéis que la sumisión de la mujer está en conformidad con las miras de Dios? –Resp. No; la mujer es igual al hombre, ya que el Espíritu no tiene sexo.


33. Se dice que el pueblo árabe solamente puede ser conducido a través del rigor; ¿no creéis que los malos tratos lo embrutecen más que someterlo? –Resp. Sí, es el destino del hombre: cuando es esclavo se envilece.


34. ¿Podéis transportaros a los tiempos de la Antigüedad, donde el Egipto estaba floreciente, y decirnos cuáles han sido las causas de su decadencia moral? –Resp. La corrupción de las costumbres.


35. Parece que hacéis poco caso a los monumentos históricos que cubren el suelo de Egipto; no nos explicamos esta indiferencia por parte de un príncipe amigo del progreso. –Resp. ¡Qué importa el pasado! El presente no lo reemplazaría.


36. ¿Podríais explicaros más claramente? –Resp. Sí. No sería preciso recordar al egipcio degradado un pasado demasiado brillante: no lo hubiera comprendido. He desdeñado lo que me ha parecido inútil; ¿no podía yo engañarme?


37. Los sacerdotes del antiguo Egipto, ¿tenían conocimiento de la Doctrina Espírita? –Resp. Era la de ellos.


38. ¿Recibían manifestaciones? –Resp. Sí.


39. Las manifestaciones que obtenían los sacerdotes egipcios, ¿tenían la misma fuente que las que obtenía Moisés? –Resp. Sí, él fue iniciado por ellos.


40. ¿De dónde proviene que las manifestaciones de Moisés eran más poderosas que las de los sacerdotes egipcios? –Resp. Moisés quería revelar; los sacerdotes egipcios sólo tendían a ocultar.


41. ¿Pensáis que la doctrina de los sacerdotes egipcios tenía alguna relación con la de los hindúes? –Resp. Sí; todas las religiones madres están ligadas entre sí por lazos casi invisibles: derivan de una misma fuente.


42. ¿Cuál de esas dos religiones, la de los egipcios y la de los hindúes, es la madre de la otra? –Resp. Ellas son hermanas.


43. ¿Cómo se explica que vos, que cuando encarnado erais tan poco esclarecido sobre esas cuestiones, podéis responder con tanta profundidad? –Resp. En otras existencias lo he aprendido.


44. En el estado errante donde estáis ahora, ¿tenéis entonces un pleno conocimiento de vuestras existencias anteriores? –Resp. Sí, salvo de la última.


45. ¿Habéis vivido, entonces, en el tiempo de los faraones? –Resp. Sí; tres veces he vivido en el suelo egipcio: como sacerdote, mendigo y príncipe.


46. ¿En qué reinado habéis sido sacerdote? –Resp. ¡Es tan antiguo! El príncipe era vuestro Sesostris.


47. Según esto, parecería que no habéis progresado, puesto que expiáis ahora los errores de vuestra última existencia. – Resp. Sí, he progresado lentamente; ¿era yo perfecto para ser sacerdote?


48. ¿Es porque habéis sido sacerdote en aquel tiempo que habéis podido hablarnos con conocimiento de causa de la antigua religión de los egipcios? –Resp. Sí; pero no soy lo bastante perfecto como para saberlo todo; otros leen en el pasado como en un libro abierto.


49. ¿Podríais darnos una explicación sobre el motivo de la construcción de las pirámides? –Resp. Es demasiado tarde.


(NOTA – Eran casi las once horas de la noche.)


50. No os haremos más que esta pregunta; ¿podríais responderla? Os lo ruego. –Resp. No, es demasiado tarde, y esta pregunta llevaría a otras.


51. ¿Tendríais la bondad de respondernos en otra ocasión? –Resp. No me comprometo.


52. Os agradecemos, no obstante, la complacencia con la que habéis tenido a bien responder a las otras preguntas. –Resp. ¡Bien! Yo volveré.1